¿El verano más caluroso de la historia?
Bienvenidos a la era del calor extremo
El cambio climático ha hecho que las olas de calor lleguen antes y duren más. Ya vivimos con un mes más de altas temperaturas.
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Ya a mediados de junio la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) lanzaba una señal de advertencia: la primavera había sido bastante lluviosa, pero el verano iba a ser «probablemente más cálido de lo normal». Las lluvias habían refrescado los meses primaverales, pero el verano iba a ser duro. Semanas después, la experiencia vivida confirma las proyecciones sobre el calor extremo. Junio acaba de cerrar como el más cálido desde que existen registros. Nunca se habían registrado temperaturas semejantes. De hecho, junio ha sido más caluroso de lo que lo habían sido en el pasado julio o agosto.
La palabra clave para entender el mes ha sido «ola de calor», y las cosas más deseadas ventiladores y aires acondicionados. Según un balance de Idealo, solo en los tres últimos días de junio se registró un pico de crecimiento de la demanda de aire acondicionado de un 98% y de ventiladores de un 92%. «Estamos viendo cómo los eventos climáticos extremos tienen un impacto inmediato en los hábitos de consumo», confirma su responsable de comunicación, Kike Aganzo. En la semana del 16 de junio, el producto más buscado en MilAnuncios fueron los ventiladores.
Frente al histórico de datos, junio fue una rareza. Frente a las proyecciones a futuro, se podría convertir en la tónica. Las olas de calor no solo no serán cada vez más frecuentes (el cambio climático hace más habituales los fenómenos extremos), sino también más madrugadoras. Desde Meteoclimática, apuntan que el análisis de patrones confirma que las olas de calor duran cada vez más tiempo y que llegan ya «con mayor normalidad» en el mes de junio.
Las olas de calor duran cada vez más tiempo y llegan con mayor normalidad en el mes de junio
Pasamos calor y lo pasamos durante más tiempo. Así, los datos de la última investigación de Climate Central señalan que se ha multiplicado por 5 la posibilidad de que se produzcan olas de calor extremo en «casi toda España». En junio, hubo momentos en los que el 94% de la población estaba sudando bajo temperaturas extremas y hasta zonas consideradas «refugios climáticos» veían como sus termómetros escalaban hasta números de riesgo.
La situación española va en paralelo a la tónica global. Los datos de otro informe de este mismo centro, en colaboración con la World Weather Attribution y el Centro del Clima de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, concluyen que se ha añadido un mes más de calor extremo para prácticamente la mitad de la población mundial. Es lo que vivieron 4.000 millones de personas entre mayo de 2024 y mayo de 2025. En España, los días de temperaturas extremas en ese período llegaron hasta los 48. Hubiesen sido 18 sin el cambio climático, estiman.
Las altas temperaturas y los episodios extremos dan ejemplos prácticos de los efectos del cambio climático, como insiste la comunidad científica. Aun así, las olas de calor de junio ni han neutralizado el negacionismo climático ni han convencido a sus defensores. Arguyen que hace calor, como lo ha hecho todos los veranos, y que las olas de calor no son más que algo propio de la estación. No es lo que dice la ciencia: la Aemet insiste en sus redes sociales que lo que se acaba de vivir no es «lo de todos los veranos», ya que nunca se había registrado un junio semejante.
Lo cierto es que esta tendencia ya se ha visto en ocasiones anteriores y en otros eventos climáticos extremos, que no han logrado convencer por la vía práctica a los negacionistas. Estos esgrimen, como recoge un análisis de The Conversation, que siempre ha habido cambio climático, que no hay consenso científico sobre lo que ocurre o que el CO2 no contamina (argumentos que, en realidad, la ciencia ha desmontado ya, insiste la comunidad científica).
Cambio en cómo se vive
Las altas temperaturas y el sol extremo ya están teniendo efectos directos en cómo vivimos y afrontamos el verano. Se ve en datos como ese porcentaje de búsqueda de ventiladores, en las quejas crecientes ante la desaparición de los árboles y su sombra en las ciudades o en algo tan prosaico como cómo usamos protección solar.
Las altas temperaturas podrían amenazar el reinado del sur de Europa como destino turístico
Según las últimas estadísticas de Stanpa, la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética, y Kantar, el uso de fotoprotectores ha crecido en un 55% en España desde 2020 y un 82% de la población cree que son importantes para cuidar la salud. Un 65% los usa siempre o a menudo, el país de Europa que más se protege ante el sol. Se opta por factores de protección más elevados porque la mayoría ya prefiere blindarse ante los rayos y sus efectos nocivos que broncearse.
Las olas de calor y los fenómenos extremos tienen un impacto sobre la sociedad o la economía. Podrían incluso cambiar los patrones del turismo: la agencia Moody’s ya advirtió el verano pasado de cómo las altas temperaturas podrían amenazar en el futuro el reinado como destino turístico del sur de Europa y ya ese mismo verano se registró una tendencia al alza del norte de la Península por sus temperaturas más suaves.
Las temperaturas no son solo algo que impacte en el corto, sino que lo harán también en el largo plazo. En su paper El mundo que viene. Policrisis y trumpismo, el economista jefe de Triodos Bank, Hans Stegeman, advierte de un futuro en el que habrá caos político y múltiples crisis paralelas. Una de ellas será la ecológica que «se agrava» y es «una urgencia silenciada». Los niveles de CO2 son los más altos en 800.000 años y la pérdida de masa de glaciares no tiene precedentes. Son señales de alarma a las que no les estamos prestando la atención necesaria, advierte, lo que podría llevar a una degradación lenta, un planeta en declive en el que las leyes que deberían protegerlo, lamenta, se están suavizando.
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