Medio Ambiente

Juguetes sexuales versus medio ambiente

La industria de los juguetes sexuales genera cientos de millones de toneladas de residuos al año. Sin embargo, los accesorios eróticos ‘eco’ ya existen y emplean materiales biodegradables.

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05
julio
2024

No hace mucho, en Castellón inauguraron un «cementerio de vibradores». Era una campaña temporal –detrás estaba el propio ayuntamiento– para concienciar de que, como con el resto de objetos, los juguetes sexuales también podían ser reciclados. «Todo se debe reciclar, incluso un Satisfyer», reflexionaba entonces el concejal responsable de residuos, Ignasi García.

La popularidad de los juguetes sexuales ha ido en aumento en los últimos años. La facturación en España ha ido subiendo en porcentajes de dos dígitos y ya la mitad de la población asegura que ha usado uno al menos una vez. Fenómenos como el boom del succionador Satisfyer –tan popular que se ha convertido casi en un genérico– han hecho que se hable más del tema y se normalice su presencia. Pero si las compras de juguetes sexuales suben, también ocurre con sus residuos. Al fin y al cabo, estos dispositivos tienen una vida útil. Solo en Reino Unido, la industria de los juguetes sexuales genera 222,9 millones de toneladas de residuos al año.

Entonces, ¿a dónde hay que enviarlos una vez dejen de ser útiles? Ahí radica el problema, pues la ciudadanía no tiene muy claro en qué lugar debería deshacerse de ellos. En las listas de qué aceptan los puntos limpios suelen mencionarse muchas cosas –hasta disolventes y radiografías–, aunque no suele pasar lo mismo con los juguetes sexuales.

Pero la cuestión sí preocupa a los usuarios. Las marcas que los producen confirman que existe un creciente interés por la huella medioambiental de los juguetes sexuales. «Los consumidores de hoy están más concienciados que nunca con el medio ambiente y esta tendencia se extiende a los productos que utilizan en todos los aspectos de su vida, incluidos los productos íntimos», afirma Elisabeth Neumann, sexóloga y responsable del departamento de Investigación de Usuario en Lovehoney Group. En el grupo han visto «un notable aumento del número de consultas y comentarios relacionados con la sostenibilidad».

Uno de los aspectos que más se consulta es, justamente, qué materiales se emplean para fabricar estos juguetes (lo cual está en el top de las dudas, junto con los procesos de fabricación y el reciclaje, señala Neumann). Por su parte, un estudio de Gleeden concluye que el 75% de las usuarias de juguetes sexuales está preocupada por la emergencia climática y se cuestiona qué materiales se emplean para fabricarlos y cómo impactan en el entorno. Porque, al fin y al cabo, si se piensa en estos juguetes, se acabará pensando en plástico.

Solo en Reino Unido, la industria de juguetes sexuales genera 222,9 millones de toneladas de residuos al año

El tema es igualmente central para los fabricantes. Aunque algunos materiales parecen inevitables por cuestiones de higiene, se están probando alternativas y ajustes para reducir el coste medioambiental. Los juguetes eróticos ecofriendly ya existen y emplean materiales biodegradables o no testados en animales. Algunas tiendas usan sellos que diferencian a los juguetes eco de los que no lo son.

Desde Lovehoney Group explican que también pueden integrarse «prácticas sostenibles en todo el ciclo de vida». Más allá de los materiales, esto implica también ajustar procesos y cambiar diseños para bajar el cómputo final de la huella ecológica.

Aun así, en un entorno en el que cada vez se habla más de circularidad, se vuelve siempre al principio: dónde se tira todo esto. La mayor parte de estos juguetes sí pueden ser reciclados, al menos en parte. En ese diseño más verde, Neumann apunta que se intenta «garantizar que las piezas electrónicas puedan separarse de otros materiales». Esto significa que las marcas ya están pensando en cómo se podrán extraer después los componentes para volverlos a lanzar al ciclo.

En lo pragmático, la respuesta a esta cuestión es más compleja. Los puntos limpios son gestionados a nivel municipal, así que casi es mejor llamar a preguntar directamente qué hacer con ellos. Pero puede que esto sea, de entrada, un problema: la campaña castellonense evidenció que tanto el desconocimiento como el pudor estaban siendo barreras para la correcta gestión de estos residuos.

Con todo, a veces desde dentro de la propia industria ya ofrecen soluciones. «Algunos fabricantes dan instrucciones específicas para deshacerse de ellos u ofrecen programas de recogida», explica Neumann. «Siempre es buena idea consultar el embalaje o la página web de la empresa para obtener más información».

Además, algunos de los nuevos juguetes sexuales eco no solo facilitan su desmontaje y separación por partes, sino que también simplifican el proceso para tirarlos. Algunos productos están fabricados con biolene, un material biodegradable diseñado depositarse en la basura doméstica ordinaria. Igual que la basura de casa se quema para hacer energía, lo mismo se puede hacer con este estimulador.

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