Derechos Humanos

Oxfam denuncia la militarización de la ayuda humanitaria

Los países donantes supeditan cada vez más su ayuda exterior a sus intereses militares y de seguridad particulares, en lugar de guiarse por principios puramente humanitarios.

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14
febrero
2011

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Los países donantes supeditan cada vez más su ayuda exterior a sus intereses militares y de seguridad particulares, en lugar de guiarse por principios puramente humanitarios, según denuncia Oxfam en un informe.

En ese documento, la organización internacional defiende que esta práctica, cada vez más extendida entre los gobiernos occidentales, supone una «militarización y politización» de la asistencia humanitaria y la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD).

«No sólo se socavan los principios humanitarios y los compromisos con el desarrollo de los donantes, sino que también tiene un impacto en las vidas de los más vulnerables a causa de conflictos y desastres naturales», asegura el informe de Oxfam.

Como ejemplo de esta tendencia, la organización señala que más del 40% de los 17.800 millones de dólares en que ha aumentado la ayuda exterior otorgada por los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) desde 2001, se han dirigido a sólo dos países, Irak y Afganistán, donde las naciones occidentales tienen enormes intereses políticos.

En cambio, se han descuidado las necesidades de otros países en situaciones de conflicto similares o peores, con altos niveles de pobreza e inseguridad, pero que carecen de relevancia estratégica.

Según la ONG, estas prácticas contradicen el compromiso adquirido por los donantes internacionales en las reuniones de Estocolmo (2003), París (2005) y Accra (2008). De hecho, el 30% de toda la ayuda al desarrollo destinada a los llamados 48 países «más frágiles» del planeta ha terminado en Pakistán, Afganistán e Irak, en detrimento de países con necesidades similares, según el informe.

Para Oxfam, estas prácticas contradicen el compromiso adquirido por los donantes internacionales en las reuniones de Estocolmo (2003), París (2005) y Accra (2008) de repartir la ayuda de manera imparcial, en función de quién más las necesita y con objetivos a largo plazo.

En su opinión, al dar prioridad a los intereses estratégicos en la asignación de sus presupuestos de AOD, se han creado países «huérfanos de ayuda» que merece una mayor atención de los donantes. Un estudio citado por la ONG calcula que estos países «huérfanos» reciben sólo un 40% de la asistencia que deberían dada la gravedad de su situación.

Así, según el informe, Irak recibió anualmente 128 dólares per cápita de ayuda entre 2001 y 2008 de los miembros de la OCDE, frente a los 69 dólares de Somalia, los 42 dólares de Sudán o los 10 dólares de la República Democrática del Congo.

Desigualdad en el reparto

Asimismo, resalta que la desigualdad en el reparto de la ayuda también se puede observar a escala nacional, ya que zonas de un país con mayor interés estratégico suelen recibir más asistencia que otras más estables.

La organización internacional menciona como ejemplo el hecho de que el 70% de la ayuda invertida en Afganistán desde 2004 haya ido a parar a la capital, Kabul, y a las tres de las 34 provincias del país donde se concentran las principales operaciones militares contra los talibanes.

Oxfam también critica que se destinen fondos por intereses de seguridad a proyectos que luego se demuestran muy caros, ineficaces y que por sus connotaciones políticas pueden resultar peligrosos para quienes supuestamente se deben beneficiar de ellos.

En esa línea, considera que la ayuda destinada a ganar «la mente y los corazones» de poblaciones en conflicto suele ser costosa y poco efectiva, al tiempo que, en algunos casos, se solapa con proyectos civiles más eficientes.

En la actualidad, el dinero destinado a los mandos estadounidenses en Irak y Afganistán para estos proyectos supera al presupuesto que la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (Usaid) destina a la ayuda al desarrollo en todo el mundo, según Oxfam.

En su trabajo, esta organización también pone en duda la eficacia de lo que denomina el «militarismo humanitario», en referencia al uso de las fuerzas armadas para asistir a poblaciones afectadas por catástrofes naturales.

El análisis de las respuestas internacionales a crisis como las del genocidio en Ruanda en 1994 o el tsunami en el Océano Índico en 2005 revela, según Oxfam, que los servicios proporcionados por los militares cuestan ocho veces más que sus alternativas civiles.

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