Desigualdad
La pobreza laboral en España: un problema persistente
Trabajar muchísimo y no tener una vida digna es la realidad para casi tres millones de personas trabajadoras en España, o lo que es lo mismo, el 13,7% de las personas empleadas. Hoy, prácticamente una de cada tres personas en situación de pobreza tiene un empleo.
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Miguel tiene 54 años, está casado y es padre de dos hijos. Se levanta cada día a las 5 de la mañana y regresa pasadas las 8 de la noche. Trabaja de portero, y con su sueldo apenas les alcanza para cubrir lo básico: siempre quedan facturas pendientes. Se siente derrotado. Vive para trabajar. Ya ni se acuerda de la última vez que salió a cenar fuera.
Miguel es un trabajador pobre. Forma parte de ese gran colectivo de personas que, a pesar de tener un empleo estable y de deslomarse trabajando, no ganan lo suficiente para poder pagar los gastos esenciales y cotidianos.
Y es que, trabajar muchísimo y no tener una vida digna es la realidad para casi tres millones de personas trabajadoras en España, o lo que es lo mismo, el 13,7% de las personas empleadas.
Paradójicamente, la economía española es de las que más crece de la Unión Europea, granjea un récord de creación de empleo y ha hecho avances importantes en la materia –por ejemplo, la reforma laboral– y en el combate contra la desigualdad –con medidas como el Ingreso Mínimo Vital o las subidas del Salario Mínimo Interprofesional (SMI)–. Aún así, la desigualdad de ingresos en España es de las más altas de la UE: el 20% más rico gana 5,5 veces más que el más pobre.
En España, el 20% más rico gana 5,5 veces más que el más pobre
El sistema productivo y el modelo económico español siguen generando puestos de trabajo de baja calidad, con bajos salarios y elevados niveles de parcialidad no deseada y donde quienes no poseen una educación superior tienen más probabilidades de ocupar empleos precarios y mal remunerados. Además, el encarecimiento desorbitado de la vivienda y de los servicios básicos ha agravado todavía más la situación.
La consecuencia es clara: tener un empleo remunerado no garantiza librarse de la pobreza. De hecho, prácticamente una de cada tres personas en situación de pobreza tiene un empleo.
En casa de Miguel, como en cualquier otro hogar, tienen que hacer frente mensualmente a los gastos del alquiler, la cesta de la compra, la luz, el agua o el gas, pero también tienen que cubrir los gastos de sus dos hijos: el material escolar, la compra de ropa o actividades extraescolares. Pero vivir bajo el umbral de la pobreza obliga a hacer muchas renuncias que impactan de lleno en el desarrollo físico, psíquico y social de los más pequeños.
No es un caso único. Los hogares en situación de pobreza laboral destinan hasta el 80% de sus ingresos al pago de la vivienda y los servicios básicos. Y uno de cada tres hogares monoparentales y cuatro de cada diez hogares con tres o más menores a cargo donde al menos una persona adulta trabaja se encuentran en situación de pobreza.
La pobreza laboral castiga sobremanera a la población migrante. Casi el 30% de las personas nacidas fuera de la Unión Europea están en esta situación, 20 puntos por encima de las nacidas en España. El país de origen es la característica demográfica con más peso para explicar qué personas se ven particularmente afectadas.
La agricultura y el trabajo de hogar son los sectores más golpeados, con tres de cada diez personas trabajadoras viviendo en pobreza a pesar de tener un empleo. Sectores como la hostelería y la construcción también enfrentan este problema, afectando a dos de cada diez. Y de forma transversal a todos los sectores se hace visible otro problema del mercado laboral: una de cada cuatro personas trabajadoras autónomas y de las empleadas a tiempo parcial también se encuentra en pobreza laboral. Más del doble que quienes trabajan a tiempo completo y cómo asalariadas.
La pobreza laboral también entiende de territorios. Andalucía se sitúa a la cabeza de la pobreza laboral con una tasa del 19,4%, completando el podio Extremadura (17,2%) y Castilla La Mancha (15,4%).
Decía Amartya Sen que todos tenemos planes de vida pero que, pobre es aquella persona que no tiene las condiciones básicas para poderlos llevar adelante. La pobreza laboral tiene efectos devastadores y profundos: la ansiedad, la desesperanza y el agotamiento impactan fuertemente en la salud mental. Y, sin embargo, este último año más de la mitad de los hogares en pobreza laboral ha tenido que privarse de servicios de salud tan esenciales como tratamientos dentales, gafas o, justamente, seguimiento psicológico.
Para combatir la pobreza laboral en España, es fundamental abordar sus causas subyacentes. No basta con crear empleo. Es necesario combatir la precariedad y la parcialidad no deseada; garantizar que el empleo sea estable, de calidad y que permita a las personas vivir con dignidad. Asegurar por ley que la actualización del SMI esté ligada a la evolución de la economía y no a la voluntad política de cada Ejecutivo. Debe invertirse en el acceso a una educación, formación continua y cualificación de calidad. Para muchos hogares, un salario no es suficiente si no viene acompañado de condiciones laborales justas, el acceso a una vivienda digna, la reforma del sistema de prestaciones o el acceso a un sistema de protección social amplio y robusto.
No es solo una cuestión de justicia social, sino una condición imprescindible para construir una sociedad más equitativa. En un país que crece económicamente, es imperativo que este crecimiento se traduzca en mejores condiciones de vida para todas y cada una de las personas.
Franc Cortada es director de Oxfam Intermón
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