Sociedad
«En el rechazo a Letizia hay una mezcla de clasismo y machismo»
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COLABORA2024
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El título del libro ‘Letizia en Vetusta’ (Lengua de Trapo, 2024) hace referencia a la ciudad que sirve de escenario a ‘La regenta’ y que representa una sociedad anclada en el pasado. En él, el periodista Martín Bianchi Tasso documenta de manera ágil y certera la llegada de Letizia Ortiz a la corte hace ya 20 años. Como en Vetusta, ciertos sectores de los medios de comunicación, los nobles, la familia real, la política, las instituciones religiosas y una parte de la ciudadanía se sobresaltaron ante la idea de que la futura reina fuera una mujer divorciada de clase media.
¿Ha sido difícil para ti tratar un tema como el de Letizia en una sociedad en la que todavía hay un cierto tabú a la hora de hablar de la familia real?
En efecto, sigue siendo tabú. Lo hemos visto en los días de celebraciones por los 10 años de reinado donde la mayoría de los textos aparecidos en los periódicos han sido panegíricos. Lo que predomina es esta línea: la de que el reinado de Felipe VI es maravilloso, transparente, ejemplar… No hay cabida para ninguna crítica, ni siquiera para las reflexiones sobre lo que falta por hacer o lo que se puede mejorar. Sigue habiendo mucho miedo a que si alguien habla sobre la Casa Real es porque quiere que España se rompa. No tendría por qué ser así, ya que es una institución del Estado y se deberían poder hacer análisis críticos como se hacen con la Presidencia del Gobierno o los ministerios. Creo que cualquier poder del Estado debe tener contrapoderes que lo sometan a control y crítica para que cada institución sea mejor. El silencio y el cortesanismo pueden ser más dañinos que la transparencia y las críticas.
¿Crees que sería posible hacer en España una serie como The Crown?
Aquí hubo intentos, pero con los costes de una producción a la española. Ojalá hubiera tanto dinero como el que se ha invertido en The Crown. No fueron muy buenos esos intentos, sin embargo, la historia de los Borbones es un material maravilloso para poner en escena. La vida del rey Juan Carlos tiene tintes shakespearianos: ese padre que lo puso en manos de su enemigo, ese hijo que al final traicionó al padre… Cualquier episodio de la vida de los Borbones sería un buen guion para una serie o un libro, tiene mucha carga dramática.
«El silencio y el cortesanismo pueden ser más dañinos que la transparencia y las críticas»
En el libro te centras en la fuerte resistencia con la que se topó el empeño del príncipe Felipe en casarse por amor con una persona que no era de sangre real ni de la nobleza. ¿Por qué fue algo tan difícil de aceptar?
Porque nunca había ocurrido. Desde la época de los visigodos los herederos al trono siempre se casaron con miembros de otras familias reales. Existieron antecedentes como el de Alfonso, primogénito de Alfonso XIII y Victoria Eugenia, que se casó por amor, pero cuya decisión le costó su renuncia al trono y a sus derechos dinásticos, y lo mismo a la infanta Beatriz y la infanta Cristina. Hubo miembros de la familia real que se casaron con personas que no eran de sangre azul, pero eso tenía un precio. Felipe es el primer heredero que se ha casado con una mujer que no es de sangre real pero no ha renunciado a sus derechos dinásticos. Creo que las dificultades para entender ese matrimonio vinieron de que, en aquel momento, esto era una novedad impresionante. No cabía en la cabeza la idea de que Felipe no fuera a casarse con una princesa.
Sin embargo, Felipe había tenido novias que no eran de sangre real…
Es cierto. Hasta ese momento, ninguna de las mujeres de su vida pertenecía a una familia real: Isabel Sartorius, Gigi Howard ni Eva Sannum. En toda su vida sentimental dio sobradas pistas de que no le interesaba en absoluto un matrimonio con una princesa. Y, además, tiene todo el sentido, porque él se crió en el seno de una familia disfuncional que tiene como origen un matrimonio fallido como es el del rey Juan Carlos y la reina Sofía. No quería repetir ese modelo de matrimonio guiado por el deber, pero muy infeliz a puerta cerrada.
«Cualquier episodio de la vida de los Borbones sería un buen guion para una serie o un libro, tiene mucha carga dramática»
El artículo 57 de la Constitución establece que el matrimonio del príncipe heredero debe ser aprobado por el rey y las Cortes y además el texto da prioridad al varón sobre la mujer en el acceso al trono. ¿Lo consideras un anacronismo que habría que reformar?
Esto es algo que nunca se dice, pero si no existiera esa disposición, Felipe no sería rey, sino que reinaría su hermana Elena. El rey Juan Carlos estuvo de alguna manera detrás de ese texto y le interesaba que se redactara así porque blindaba sus derechos y los de su hijo. Lo raro es que no haya habido hasta ahora valentía para reformarlo, porque además es contradictorio con el Artículo 14 que dice que los españoles son iguales ante la ley. Siempre ha predominado el temor a que una reforma como esa abra la puerta a otros cambios de mayor calado.
La doble condición de ser una profesional de clase media y divorciada puso a Letizia en la diana de los monárquicos más recalcitrantes. Curiosamente, Urdangarín no era noble y no sufrió ese trato cuando se conoció su compromiso con la infanta Cristina. ¿Por qué?
En el rechazo a Letizia hay una mezcla de clasismo y de machismo. Contrasta mucho el trato negativo que recibió ella nada más aparecer en escena con la buena acogida que tuvieron Jaime de Marichalar e Iñaki Urdangarín en un primer momento. A Urdangarín incluso lo emparentaron con el beato Valentín de Berriotxoa para ennoblecerlo de algún modo. A los hombres, y más si están relacionados con la nobleza, se les trata mejor que a una mujer de clase media.
Sin embargo, mencionas algunas encuestas publicadas en los meses posteriores al anuncio de boda que reflejan que entre 60% y el 70% de los entrevistados aprobaban el enlace.
Creo que la gente en aquel momento tenía ya una cierta empatía con Felipe por el hecho de que sabía que había tenido que renunciar a otras novias. También Letizia contó inicialmente con la simpatía de la gente, aunque esto mutó rápidamente porque los medios de comunicación enseguida se empezaron a cebar con ella por su imagen, por su manera de comportarse, por su delgadez… La opinión pública fue muy dura con ella. Fue como si hubiera tenido que pagar un peaje. Esto es algo muy de aquí: el español es más severo con lo propio que con lo ajeno.
«A una mujer que tiene ideas u objetivos claros la tildamos de mandona, ambiciosa, problemática, y eso es machismo»
Hay dos anécdotas sobre Letizia muy separadas en el tiempo. La primera sucede en su primera comparecencia pública cuando espeta al príncipe «déjame terminar» porque le interrumpe en mitad de una frase. La segunda, cuando impide que la reina Sofía pose para una foto con sus nietas en la puerta de la Catedral de Palma. Estos dos hechos le granjearon a Letizia una fama de controladora y autoritaria.
Eso es producto de un resabio de machismo. A un hombre que tiene metas bien definidas no lo calificamos de ambicioso, mandón o arribista; pero a una mujer que tiene ideas u objetivos claros la tildamos de mandona, ambiciosa, problemática… Y eso es machismo. No utilizar el mismo criterio para un hombre que para una mujer es machismo. Eso existía hace 20 años cuando Letizia apareció en escena y existe ahora.
¿Cuál crees que fue el papel de Letizia cuando estallaron los escándalos en el seno de la familia real, que llevaron al rey Felipe a tener que tomar decisiones difíciles para proteger el prestigio de la institución?
Creo que sencillamente Letizia lo apoyó en una decisión que era inevitable. Felipe no tenía más alternativa que poner un cortafuegos entre él y su padre, su hermana Cristina y su cuñado. No sé si ella fue la artífice de esas decisiones, pero en cualquier caso fue una medida muy inteligente, porque tanto los 13 delitos ya prescritos que cometió Juan Carlos como la trama del caso Nóos son cuestiones graves.
«Felipe no tenía más alternativa que poner un cortafuegos entre él y su padre, su hermana Cristina y su cuñado»
Recuerdas en el libro que, en el mundo del periodismo, Letizia ya había tenido logros profesionales como las coberturas de los atentados del 11-S en Nueva York, la guerra de Irak o el desastre del Prestige. ¿Crees que esa audacia y determinación le han ayudado para ejercer como reina?
Letizia es una mujer con una personalidad fuerte, que tiene sus propias ideas y opiniones. Afortunadamente es así porque si hubiese sido una persona sumisa y débil no habría podido aguantar los ataques de los medios y los sectores más conservadores por ser de clase media y divorciada. El tiempo le ha dado la razón y se ha demostrado que las cosas se hicieron bien. Estoy convencido de que su carácter tiene más de positivo que de negativo, de hecho, sus intervenciones son las que más empatía generan. Tendrá sus luces y sus sombras como todos, pero, en comparación con otros miembros de la familia real, ella ha sido modélica.
No obstante, terminas el libro narrando un momento en que doña Letizia lee en medio de un acto público la letra de un rap que dice: «Hago lo que puedo, llego a lo que llego / Y no es sano que me exija tanto / Duelen los enfados y las malas caras cuando fallo en algo / Pero duele más cuando no valoran que lo has intentado».
Era un acto sobre el Día de la Salud Mental y ella se refería a todas esas personas que sienten que no llegan a dar la talla, pero yo interpreté que también estaba hablando de ella misma. Demostró una gran empatía con aquellas personas que sienten que están bajo una lupa, que están constantemente siendo evaluados y que creen que la gente no siempre reconoce el esfuerzo que están haciendo. Parece que está hablando de todas las veces que en estos 20 años no hemos valorado lo que ha intentado hacer.
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