¿Qué ha pasado con las pulseras antimaltrato?
Desde que la incidencia ha salido a la luz, las víctimas de violencia no se sienten seguras, porque no reciben explicaciones claras no solo de lo que pasó, sino tampoco de cómo está ahora la situación.
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La noticia saltó hace un par de días: hubo fallos en las pulseras antimaltrato telemáticas que llevan los maltratadores y que garantizan la seguridad de las víctimas de violencia machista mediante la vigilancia de la ubicación de los agresores y el cumplimiento de las órdenes de alejamiento.
Fue la Fiscalía la que, en su última memoria, señaló un fallo en el volcado de datos del sistema Cometa y eso supuso una «potencial desprotección de las víctimas» y «una gran cantidad de sobreseimientos provisionales o absoluciones de agresores». La Fiscalía, posteriormente, emitió un comunicado explicando que «las víctimas estuvieron protegidas en todo momento».
Leída la memoria, el PP denunció la situación. La aprovechó para desviar la atención sobre el genocidio en Gaza. No sabemos hasta qué punto les interesan los problemas de las mujeres o los están utilizando como munición para el gobierno, pero lo que sí sabemos es que la información es real.
También es cierto que, como desde el PSOE parece ser que consideran amortizada a Ana Redondo, han salido tarde y con la boca chica a hablar de lo sucedido. Han querido explicarlo y tranquilizar a las víctimas, a pesar de que el ejecutivo de Pedro Sánchez lo tenía fácil para desviar la atención, porque el tema arranca con Irene Montero, sí, la de infausto recuerdo tras la ley del «Solo sí es sí» y la Ley Trans.
Dejemos a un lado los colaterales que rodean a las pulseras, y centrémonos en lo que tenemos: el Ministerio de Igualdad recibió avisos del mal funcionamiento de las llamadas pulseras antimaltrato entre diciembre de 2024 y mayo de este mismo año. Fueron los técnicos de Cometa, el sistema de seguimiento de esos dispositivos, quienes dieron el aviso. En el Ministerio los escucharon, pero no hicieron nada al respecto, y hasta la fecha no se han solucionado los problemas que han ocasionado esas deficiencias.
El Ministerio de Igualdad recibió avisos del mal funcionamiento de las pulseras entre diciembre de 2024 y mayo de 2025
Fue durante el ministerio de Irene Montero cuando Telefónica y Securitas Direct dejaron de prestar un servicio que habían mantenido el servicio desde 2009, y pasaron a ser Vodafone y Securitas, tras ganar el concurso público de adjudicación, quienes se hicieron cargo del mismo. Parece ser que el problema se inicia con el cambio de proveedor, y la «pérdida» de datos en la migración que dé la ubicación del maltratador con respecto a sus víctimas. En realidad no se perdieron, pero estuvieron en la nube un tiempo, o sin funcionar durante un tiempo.
El drama: desde que ha salido a la luz, las víctimas de violencia no se sienten seguras, porque además no reciben explicaciones claras no solo de lo que pasó, sino tampoco de cómo está ahora la situación, de cuántos maltratadores tuvieron sobreseimiento en sus juicios al no tener datos de sus movimientos cuando usaban unas pulseras que han resultado ser inservibles, de si lo sucedido puede repetirse.
Bolaños ha asegurado que las deficiencias del sistema «en ningún momento» provocaron que los dispositivos dejaran de funcionar y siguieron enviando mensajes a las víctimas, parecido a lo que ha dicho Ana Redondo. Hay sentencias, sin embargo, que cuentan lo contrario, y confirman la pérdida provisional de datos entre la migración de un sistema a otro. La portavoz de la Asociación de Mujeres Juristas Themis, Ángela Alemany, ha asegurado que las mujeres afectadas han estado desprotegidas ante la justicia porque no pudieron probar los quebrantamientos de condena. O sea, alguien nos está mintiendo.
4.515 dispositivos, que son 4.515 mujeres y sus hijos e hijas, siguen sin saber a qué atenerse
La anterior ministra de Igualdad, muy dada a prodigarse en redes, ni una mención de lo sucedido, como tampoco ha dicho nada la secretaria de Estado de Igualdad, ni la delegada del Gobierno de Violencia de Género. Y, mientras, 4.515 dispositivos, que son 4.515 mujeres y sus hijos e hijas, siguen sin saber a qué atenerse y, lo que no es poco, con el miedo en el cuerpo.
Es indudable que, se originara en el gobierno en que se originara, alguien debería, desde el ejecutivo actual, diferenciar entre la verdad y la mentira, asumir responsabilidades e iniciar diligencias informativas para depurar cualquier tipo de responsabilidad. A no ser, claro, que de nuevo la resolución de los problemas que atañen a las mujeres sean solo un comodín al que agarrarse cuando queremos evitar que salgan a la luz otros temas.
Y ahora, ya veis cómo están las cosas, las mujeres, a nuestro derecho de estar seguras, debemos añadirle el derecho a conocer la verdad, la verdad sobre el funcionamiento de las pulseras.
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