«El capitalismo les impone a los sujetos imperativos donde todo está necesariamente conectado»
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El psicoanalista Jorge Alemán (Buenos Aires, 1951) regresa a las librerías con una reedición del ensayo ‘Soledad:común’ (NED Ediciones, 2024), en el que expone su análisis sobre la influencia del capitalismo en el subconsciente, la igualdad y el concepto que titula el libro, entre otras cuestiones.
Acaba de reeditarse Soledad:común, título que había publicado en Clave Intelectual (2013). ¿Qué nuevas aportaciones incluye esta edición?
En primer lugar, esta nueva edición cuenta con un prólogo de Massimo Recalcati que redactó en su día para la edición italiana de este texto. El prólogo, además de ser una presentación temática, aventura una lectura que agradezco especialmente. Por otro lado, dado que últimamente proliferan desde diversos ángulos distintos trabajos sobre la digitalización de la vida, la presencia ineludible de la inteligencia artificial, intento vincular esta problemática a la consolidación de la ultraderecha, cuestión que tuvo como condición de posibilidad la destrucción de los llamados –por Lacan– «puntos de capitón» o «anclaje» que ordenaban hasta hace poco tiempo atrás la lectura de los legados históricos y las herencias simbólicas. Diversos filósofos que piensan en las consecuencias de esta transformación suelen subrayar la desaparición del sujeto moderno e ilustrado y sus atributos racionales y de discernimiento público. No se trata, en mi opinión, solo de esto. Apoyándome, como en otras ocasiones, en Lacan y Heidegger, apunto a otra cuestión: el rechazo del sujeto del inconsciente por parte de las construcciones de subjetividad en el ensamblaje de capitalismo y técnica que rige la actualidad.
¿Y acerca de la propiedad privada?
También, en referencia al tema clásico de la propiedad privada, y los intentos de finalizar con su dominio, propongo pensar en lo que designo como protopropiedades: el infans, al venir al mundo, no lo hace sin una serie de objetos que le permiten sostenerse en sus primeras imagos, siempre frágiles. Por último, frente a las declaraciones más pesimistas que conducen a la imposibilidad de transformar el capitalismo, que se sintetizan en la frase «es imposible que cambie», propongo una distinta modulación: «puede que no cambie», enunciado que no remite al crimen perfecto, sino que se abre a la contingencia.
«Soledad:común es un sintagma que establece que lo común tiene su sede en la lengua»
¿En qué consiste el concepto de Soledad:común? ¿De qué manera asume el pensamiento de Lacan de manera diferente de otros especialistas y pensadores como Laclau, Badiou o Zizek?
Los dos puntos [del título] no remiten a la lógica gramatical, sino que marcan conjunción y disyunción no dicotómica. Soledad:común es un sintagma que establece que lo común tiene su sede en la lengua y, paradójicamente, siendo el ámbito de lo colectivo, es el lugar donde la singularidad es irreductible. En definitiva Soledad:común intenta pensar desde otro lugar el viejo tema de la relación entre el sujeto y lo colectivo. Me diferencio de esos pensadores al separar el común de la psicología de las masas y su dimensión uniformadora. Ninguno de los pensadores que usted cita toman el concepto de común, que si está presente en Negri. Sin embargo, tengo una vecindad con los tres en otros conceptos.
Con frecuencia, la experiencia de la soledad se considera negativa. ¿Existe la soledad como un estado positivo para el individuo o bien se trata de una experiencia indeseable –más allá de la elección y vivencia del ermitaño o del asceta– que debe paliarse?
No se trata en este libro de las narrativas sobre las vidas solitarias en un planeta cada vez más conectado, sino de insistir en el estatuto metapsicológico de la soledad que, siguiendo a Lacan en el Seminario Aún, es lo que sí se inscribe, a diferencia de la no inscripción inconsciente de la relación sexual. En este sentido, la soledad no es ni positiva ni negativa, sino la condición ontológica que realiza en cada uno la diferencia absoluta.
Sin embargo, hay otra dimensión, que es la percepción de la población con respecto de lo que se concibe comúnmente como «soledad». Según un informe de la Comisión Europea en 2023, el 13% de los europeos se siente solo, una tendencia que parece haber ido en aumento en las últimas décadas. ¿A qué se debe este incremento, en su opinión?
En sociología, habitualmente se señala que la vida interconectada borra la frontera entre el sujeto y los gadgets. Desde el psicoanálisis llamamos a ese goce, «goce autoerótico», sin duda incrementado en nuestro tiempo. Aquí estaríamos hablando de la relación individuo-masa y no de soledad: común tal como lo expongo en mi libro.
¿Por qué la sociedad freudiana es imposible de realizar? ¿Cuánto nos vincula el inconsciente con la percepción de la soledad como un evento negativo?
El capitalismo les impone a los sujetos imperativos donde todo está necesariamente conectado. Sin embargo, el inconsciente, y más precisamente el deseo, funciona en una lógica donde lo imposible de la relación con el otro tiene su lugar. Si esta condición es expulsada de la existencia la soledad se percibe como negativa, pero si resaltamos esa condición del inconsciente, no será un evento negativo sino a partir del cual se puede inscribir el amor, la amistad y hasta la práctica política.
«La soledad no es ni positiva ni negativa, sino la condición ontológica que realiza en cada uno la diferencia absoluta»
Sin embargo, esa condición que usted explica nos desgasta tanto en el plano individual como en el colectivo.
Esto es así mientras en el espacio de los lazos sociales cada vez más erosionados se descarte la experiencia de la soledad: común, que desarrollo en mi libro.
Escribe sobre los planteamientos de diversos autores en especial relación con la cuestión política. ¿De qué manera la sensación de soledad empuja al individuo hacia el apoyo de totalitarismos que amenazan con debilitarla estructuralmente?
El totalitarismo realiza la soledad del individuo. En cambio, para mí no se trata del individuo, sino del sujeto del inconsciente. El totalitarismo la instrumenta, la utiliza para sus fines de reproducción ilimitada.
¿Y la democracia? ¿No nos encontramos ante una sobreexplotación de la tendencia evolutiva al tribalismo en la división de etnias, comunidades y pequeños grupos, a menudo identificados mediante etiquetas? ¿No sería preferible un individuo que construye su vida en una sociedad abierta?
Evidentemente sería preferible, pero la condición de posibilidad de dicha experiencia sería que las condiciones del capitalismo fueran transformadas, lo que constituye un auténtico problema dado que el paradigma de la revolución presente en la sociedad moderna ya no es más operativo en el mundo contemporáneo.
«El totalitarismo realiza la soledad del individuo»
Hay una cuestión que abarca tanto en su libro como en su conferencia en el ICF de Granada en 2013. ¿Cómo construir igualdad desde la común soledad individual?
De eso justamente trata mi libro: intento pensar la igualdad desde una lógica femenina, como lugar donde puede ponerse en juego la diferencia absoluta frente al Uno que se impone como totalización uniforme.
Para algunos especialistas el psicoanálisis está superado. ¿Qué puede aportar la disciplina en nuestros días? ¿Por qué es tan importante en psicología y en la comprensión de la naturaleza de la mente humana?
Del psicoanálisis se afirma siempre que está superado, porque desde un punto de vista epistemológico es un intruso, no es una psicología, ni es la psiquiatría; habita en lo que Kant llamaba «el conflicto de las facultades» mostrando siempre que no se lo podía subsumir en ninguna realidad académica. Hay una cierta atopía del psicoanálisis inextinguible donde, por razones de estructura, su lugar siempre está en entredicho. Esta es justamente su fuerza, tal como lo afirmó Freud en El malestar en la cultura: no existe civilización que lo pueda extinguir. Hay que saber vivir con él, y entonces el psicoanálisis siempre retorna.
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