«Hoy la sociedad ucraniana cuestiona más la autoridad y tiene menos miedo que la rusa»
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COLABORA2024
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La veterana periodista Pilar Bonet (Ibiza, 1952), ampliamente premiada y reconocida por su extensa labor en sus análisis de la evolución de la última década de la URSS y de la Rusia actual, publica el ensayo ‘Náufragos del imperio’ (Galaxia Gutenberg, 2023), en el que profundiza en la guerra entre Ucrania, Rusia y las regiones de Lugansk y Donetsk. En conversación con ella analizamos las claves de un conflicto que agita el tablero geopolítico de nuestros días.
Recientemente ha publicado Náufragos del imperio, con el sobrenombre de Apuntes fronterizos. Usted ha visto en persona el recorrido de la historia reciente de Rusia hasta nuestros días. ¿En qué sentido es Ucrania un país náufrago del imperio, entiendo, ruso?
Hablamos metafóricamente del «naufragio» de la Unión Soviética como Estado, un «naufragio» que se evidenció en el intento de golpe de Estado de 1991 y se oficializó en diciembre de aquel año (referéndum en Ucrania, acuerdo de los tres dirigentes eslavos en los bosques de Bielorrusia y relevo en el Kremlin, donde se arrió la bandera soviética por última vez el 25 de diciembre). Ucrania se construye ella misma como Estado a partir de los restos de ese naufragio, que afectó a las repúblicas federadas de la URSS y especialmente a aquellas que debían comenzar a construir su «estatalidad» casi a partir de cero, sin experiencia administrativa, con vagas narrativas históricas y exóticas referencias culturales.
Al comienzo de la invasión rusa de Ucrania, Vladimir Putin renegó de la herencia de Lenin, señalándolo como un traidor a la patria. ¿De dónde procede la inclinación de los soberanos rusos en su afán de expandirse en todas direcciones ya fuera bajo el zarismo, la URSS o la Federación actual (hacia Europa occidental, pero Catalina la Grande amplió sus fronteras hacia el Cáucaso, Asia Central y Siberia…)?
Rusia es el mayor país del mundo y extiende su territorio en dos continentes por los que se ha ido expandiendo a lo largo de los siglos. Entiendo que la gestión de un imperio se caracteriza por la capacidad de mantener unidos (bajo un mismo dominio y al servicio de una política exterior común) un conjunto de territorios dispares, con sus propias lenguas, sus propios sistemas administrativos o sus propios sistemas de referencias culturales. Si hablamos de imperio ruso, con territorios tan dispares como Finlandia y Asia Central, por ejemplo. La URSS era un imperio (en el sentido que he mencionado, pero era también un Estado), y la aspiración de sus líderes era que el conjunto de los territorios soviéticos se subordinara a una idea visionaria (utópica, futurista, ejemplar, religiosa) de Estado, conservando sus formas nacionales diversas siempre que no amenazaran esa idea de unidad y consolidación en torno a una dirección única común. A diferencia de otros imperios, como el británico o el español, Rusia es un imperio continental y el mar es la frontera natural de su expansión.
«Ucrania se construye ella misma como Estado a partir de los restos de un naufragio»
¿En qué rasgos se diferencian las sociedades rusa y ucraniana? ¿Son ambas plurales en el origen, credo y rasgos culturales de sus habitantes? ¿Existe interconexión entre ambas?
Las sociedades de Rusia y Ucrania, efectivamente, a grandes rasgos difieren entre sí como consecuencia de una experiencia histórica diferente. En la Rusia actual están presentes la herencia autoritaria del zarismo y el peso del mundo feudal junto con la huella de la represión estalinista. En la sociedad de Ucrania (también a grandes rasgos, porque los territorios ucranianos son muy variopintos según su propia trayectoria histórica) pesan las tradiciones de los cosacos y de la pluralidad de sus formaciones y líderes (los getman), obligados a serpentear y encontrar acomodo entre los intereses de los vecinos (Polonia y Rusia). En la práctica, hoy la sociedad ucraniana cuestiona más la autoridad y tiene menos miedo que la sociedad rusa, la cual no se atreve a poner en cuestión la autoridad del líder y, de forma acrítica y sumisa, deja su destino en sus manos, si exceptuamos fuerzas disidentes minoritarias. Todo esto, a grandes rasgos.
En su libro realiza un recorrido más profundo sobre esta cuestión, que se centra en su labor sobre el terreno en 2014 y hasta 2022, con el estallido de la guerra. ¿Cuáles fueron los motivos que llevaron a la Rusia de Putin a invadir Ucrania?
Los motivos que llevaron a Putin a invadir a Ucrania fueron muchos y creo que algunos de ellos son todavía una incógnita. Putin invade Ucrania por considerar que ese país no existe, tal y como trató de demostrar en un artículo programático publicado en el verano de 2020, y que Ucrania es en realidad y en su mayor parte un conjunto de regiones pertenecientes a Rusia, que le ha sido injustamente arrebatada. Y esta lógica que Putin desarrolla lleva a considerar que «recuperar» Ucrania es una cuestión de «justicia histórica». El rumbo pro occidental de los dirigentes de Kiev fue un motivo añadido para tratar de «recuperar» ese territorio, antes de que abandonara definitivamente el ámbito de influencia de Rusia (todo esto como interpretación del comportamiento de Putin, incapaz de aceptar la «emancipación del hermano menor»).
«Las regiones de Lugansk y Donetsk reflejan la huella de una explotación minera e industrial depredadora»
Usted afirma que «el carbón y el metal han envenenado los paisajes y endurecido a las gentes del Donbás». ¿Cómo son las regiones de Lugansk y Donetsk? ¿En qué se diferencia su población, tanto en un sentido cultural como lingüístico, del resto de Ucrania?
Las regiones de Lugansk y Donetsk reflejan la huella de una explotación minera e industrial depredadora y en gran parte obsoleta. Antes de la guerra ya era un paisaje degradado y contaminado, que necesitaba de una reestructuración y una modernización económica. Ahora, a todo aquel entorno obsoleto se ha añadido la destrucción de la guerra. En el Donbás la lengua predominante es el ruso y una de las reivindicaciones de la zona antes de la guerra era que este idioma fuera cooficial en el Estado, junto con el ucraniano.
¿Y por qué motivos se autoproclamaron independientes estas regiones como dos repúblicas en 2014? ¿Hubo intervención rusa, como sostienen las acusaciones del propio gobierno ucraniano?
Se autoproclamaron independientes con ayuda, estímulo y participación por parte de Rusia, después de la anexión de Crimea por Moscú y tras la crisis de poder y la huida del presidente de Ucrania, Víctor Yanukóvich, con la que concluyó el «Euromaidán», el movimiento de oposición callejera que siguió a la negativa de Yanukóvich de integrarse en el espacio occidental mediante un Acuerdo de Asociación con la UE. Al perder a «su» presidente (Yanukóvich es oriundo de Donbás), que era visto como una garantía para los intereses del Este de Ucrania en la política de Kiev, una parte de la población de los territorios orientales, temerosa de las corrientes más radicales del nacionalismo ucraniano, se orientó hacia Rusia y hacia Putin. Sin duda, hubo intervención rusa en apoyo de los secesionistas del Donbás y hay pruebas (enviados rusos a agitar y a coordinar actividades secesionistas en el Donbás, militares rusos que, con diversas coberturas formales, luchaban o asesoraban a esos secesionistas, entre ellas).
El conflicto bélico parece ahora estancado para ambos bandos. ¿Cuáles cree que van a ser los próximos pasos de la guerra durante este año? ¿Seguirá Ucrania recuperando territorio ocupado o se verá obligada a negociar algún tipo de armisticio con Rusia o reconocimiento de independencia de ambas regiones?
La guerra puede ser larga. De momento, ninguno de los dos contendientes quiere ceder y entre las preguntas claves que nos formulamos quienes seguimos o analizamos este conflicto están: ¿se conformará Putin con el territorio obtenido hasta ahora o se dejará llevar por la ambición y tratará de continuar conquistando territorio nuevo, especialmente ahora que la crisis de Gaza desvía parte de los recursos y la atención mediática que antes se concentraban en Ucrania? ¿Tiene Putin recursos suficientes para dar un nuevo paso en su política expansionista en Ucrania y, si los tiene, con qué riesgos para la situación política interna en Rusia y para la evolución de su economía? ¿Aceptará Zelenski un alto el fuego (que podría durar años e incluso décadas) que implicara pérdida de territorio (cerca del 20% del territorio estatal en la actualidad) y cuáles serían las consecuencias de tal aceptación en el panorama político en Ucrania y en el futuro del propio Zelenski? ¿Cómo actuará Occidente ante los eventuales escenarios de un largo estancamiento de la guerra o un nuevo avance victorioso de Putin?
«Rusia cuestiona el mundo dominado por la ideología occidental y aspira a ser de nuevo la potencia global de referencia que fue la Unión Soviética en un mundo bipolar»
Como comentaba, Ucrania se independizó de la URSS con su propio referéndum en 1991. ¿Cuánto influye el «propósito imperial» de Rusia en la negativa a aceptar la independencia de países soberanos que con anterioridad estuvieron bajo su soberanía?
La pérdida de un imperio es un proceso complicado de múltiples facetas y que puede durar largo tiempo. Cuando se desintegró la Unión Soviética, los dirigentes rusos percibían el fin del imperio soviético como una liberación. Ahora, más de treinta años después, la ideología dominante en Rusia aborda aquella «liberación» como si hubiera sido un pérfido «robo» y responsabiliza al mundo exterior (EE. UU. y Occidente) de haberle arrebatado a Rusia lo que supuestamente era suyo. Al complejo de «fortaleza acosada» de Rusia (forjado a lo largo de la historia), se une la frustración por las dificultades de adaptarse al mundo moderno, tal como este es, y la incapacidad de aceptar que la integración en este mundo requiere un trabajo duro, largo y continuado que, por otra parte, quedará entre bastidores y nadie va a agradecer. Rusia cuestiona el mundo dominado por la ideología occidental y aspira a ser de nuevo la potencia global de referencia que fue la Unión Soviética en un mundo bipolar con Estados Unidos, y pretende recuperar este estatus en un mundo que ha cambiado (China y otros países han entrado en juego y tienen pretensiones globales) sin cuestionarse a sí misma y sin aceptar sus propias responsabilidades en lo que se refiere al fin de la URSS.
Por otra parte, Azerbaiyán invadió en 2023 la República de Nagorno Karabaj. Durante el primer asalto azerí en 2020, Armenia pidió al presidente Putin que activase el acuerdo de defensa mutua que el país posee con Rusia, a lo que este último se negó. ¿La decisión de Rusia de no intervenir en el conflicto caucásico se debe a la prudencia, para no afectar a sus relaciones con Turquía, o a cómo Rusia interpreta el reparto territorial entre Armenia, Azerbaiyán y Nagorno-Karabaj?
El caso del Alto Karabaj y el de Ucrania son totalmente distintos en sí mismos y también desde la percepción rusa. Rusia siempre consideró que el Alto Karabaj era territorio de Azerbaiyán y los representantes rusos llegaron a aconsejar a Armenia que negociara un acuerdo con Azerbaiyán, mediante el cual Ereván (a cambio de algún tipo de autonomía para el territorio el Alto Karabaj y bajo la soberanía oficial de Bakú) se avenía a ceder a Azerbaiyán parte de la enorme zona colindante con aquel enclave (para que se entienda, los armenios del Alto Karabaj no se conformaron con el territorio que constituía la antigua región autónoma soviética que en 1988 quiso independizarse de Azerbaiyán y conquistaron además una amplia zona colindante que constituía un cinturón de seguridad para ellos). Los armenios no aceptaron el consejo, que, visto lo visto, era lo máximo a lo que podían aspirar teniendo en cuenta que Azerbaiyán iba incrementando paulatinamente su ventaja económica y militar sobre Armenia. El acuerdo de defensa mutua entre Armenia y Rusia no incluía el Alto Karabaj (justamente porque Rusia no lo reconocía como armenio). Por la misma razón, la actuación de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, del que forman parte Rusia y Armenia, no se aplicaba al Alto Karabaj. No obstante, en virtud del acuerdo logrado entre los líderes de Armenia y de Azerbaiyán con la mediación de Putin (en noviembre de 2020), Rusia envió a Azerbaiyán un contingente pacificador que debía velar por la seguridad de los armenios del Alto Karabaj. Este contingente no cumplió con su cometido y dejó que los azerbaiyanos echaran del enclave a los armenios, quienes masivamente abandonaron sus hogares y se refugiaron en el Estado de Armenia. Dada la existencia del frente en Ucrania y el posicionamiento de Azerbaiyán en sintonía de Turquía, Rusia no estaba interesada en abrir un segundo frente en la zona ni a poner en cuestión su relación con Azerbaiyán. Entre las consecuencias de lo sucedido está una mayor presencia de Turquía en el sur del Cáucaso, un fortalecimiento de Azerbaiyán, un debilitamiento de Rusia en la zona y una profunda crisis en las relaciones entre Rusia y Armenia.
«Hubiera sido deseable un proceso dialogado, más reflexionado, más largo y práctico en lo que se refiere a las relaciones entre Occidente y Rusia»
Volviendo a Europa, Putin se justifica en que la OTAN estaría rodeando estratégicamente a su país. ¿Europa y Occidente podrían haber desarrollado otra clase de relación con Rusia, más comercial, diplomática y estable o es imposible esta opción bajo el mandato de Putin?
Si aplicamos al presente las lecciones que nos da la experiencia acumulada en el pasado y tenemos en cuenta la violencia de la guerra, por supuesto hubiera sido deseable un proceso dialogado, más reflexionado, más largo y práctico en lo que se refiere a las relaciones entre Occidente y Rusia. Si hubiera habido más comprensión, más comunicación y más respeto por los intereses de unos y de otros no se hubiera llegado a esta guerra, pero eso es algo que queda para los estudiosos y que no justifica de ninguna manera el salto cualitativo que el presidente Putin dio al invadir Ucrania en febrero de 2022.
«La UE no puede dejar a Ucrania a merced de Rusia, debe integrarla en sus estructuras»
Por último, también está sobre la mesa la entrada de Ucrania en la UE. ¿Cree conveniente ese posible movimiento geopolítico? ¿Qué mensaje se enviará con él a los países vecinos de la Eurozona?
La UE, que no es una alianza militar, no puede dejar a Ucrania a merced de Rusia y debe integrarla en sus estructuras. Otras cosas son los distintos enfoques de los países miembros en relación con la integración ucraniana, la duración del proceso de adaptación de Kiev para el ingreso y cómo influirá la guerra en el conjunto del proceso. Las incógnitas abiertas son muchas.
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