Educación

La educación menstrual y la igualdad de género

A pesar de que la mitad de la población mundial menstrúa –o lo ha hecho–, los conocimientos sobre la regla siguen siendo precarios. Una mayor educación permitiría que se eliminaran mitos y tabúes y contribuiría a los avances en la igualdad de género.

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26
octubre
2023

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Es una historia viral, pero no por repetida pierde su eficacia. Los científicos de la NASA le preguntaron a la astronauta Sally Ride: ¿serían suficientes 100 tampones para seis días de viaje? La anécdota se relata como un ejemplo del desconocimiento sobre la menstruación, especialmente sorprendente en un entorno de ciencia. También a veces como una muestra de cómo eran las cosas en el pasado.

Sin embargo, los conocimientos sobre la regla siguen siendo limitados para un porcentaje demasiado elevado de la población. Ahí están los vídeos en los que les preguntan a hombres por cuestiones básicas —por ejemplo, cuántas veces se debería cambiar de tampón en un día— y sus casi siempre fallidas respuestas. También lo confirman los virales recurrentes de los últimos meses en los que hombres y mujeres prueban simuladores de las molestias menstruales y ellos se sorprenden ante el dolor.

A pesar del paso de los años, la regla sigue siendo un tema del que no se habla tanto como se debería. «Aunque las cosas han cambiado desde 1975, el tabú sigue siendo tan fuerte que la gente que me rodea pone caras raras cuando les anuncio el tema de este libro: “¿La regla? ¿La regla de qué?»», escribe Élise Thiébaut en Esta es mi sangre. La mitad de la población mundial sangra cada mes durante una parte muy importante de su vida y, a pesar de ello, todavía no todo el mundo comprende realmente lo que implica.

Las creencias sobre la menstruación están firmemente ancladas en la historia: las creencias colectivas y los prejuicios sobre las mujeres. Thiébaut pone sus orígenes en el padre de la Medicina, Hipócrates, que creía que «era necesario sangrar para estar en buena salud, porque esto permitía evacuar los “humores excesivos”». La regla era tóxica. La supervivencia de esta idea de base fue tan larga que llegó hasta el siglo XX: en 1920 un médico húngaro creó la idea de las menotoxinas, unas toxinas segregadas durante la menstruación que lo pudrían todo. La ciencia lo acabó desmintiendo, recuerda Thiébaut, pero la base del concepto sigue bastante presente en la cultura popular.

Élise Thiébaut: «El tabú sigue siendo tan fuerte que la gente que me rodea pone caras raras cuando les anuncio el tema de este libro: “¿La regla? ¿La regla de qué?»»

Y más allá de los mitos que persisten también está el hecho de que no se habla tan abiertamente sobre la cuestión. Todavía es un tema tabú, como demuestra el revuelo que supuso que la publicidad empezase a usar el color rojo en sus anuncios de compresas y tampones. La investigadora Jennifer Weiss-Wolf calcula en Periods Gone Public que existen más de 5.000 eufemismos en todo el mundo para hablar de la menstruación.

No hablar de las cosas lleva también a que existan vacíos de formación. La educación menstrual global es todavía una materia que necesita mejorar. «No hay ningún estudio que englobe a los billones de personas que menstrúan en todo el mundo, ningún cálculo de cuán preparadas estamos para la regla a nivel mundial», escribe Anna Dahlquvist en Es solo sangre, y algunos datos confirman la necesidad de mejora.

Dahlquvist recoge las cifras de varios estudios indios a modo de ejemplo. La horquilla de preparación ante la menarquia, la primera regla, va del 15 al 85%. En uno de esos estudios, el 15% de las adolescentes encuestadas reconocía que pensaba que «había contraído una enfermedad grave y quizás incluso mortal».

No hay que ir tan lejos para encontrar datos en esa línea. También pasa en España, donde un estudio sobre alfabetización menstrual de un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universitat Politècnica de València (UPV) muestra que el 35,7% de las participantes tenía unos conocimientos de entre nada y no muy bien del todo ante su primera regla. El 73% de las personas que respondieron al cuestionario tenía entre 22 y 43 años. No es, por tanto, algo que ha pasado solo en la España de las abuelas.

Menos desigualdad

En España, recuerda el estudio, «no hay una parte del currículo educativo destinada a la salud menstrual». Lo que se aprende en la escuela varía de una comunidad autónoma a otra y, aunque en el 74% de los casos se estudia la menstruación como parte de los conocimientos sobre el proceso reproductivo, solo en un 15% de los casos se habla de productos de higiene menstrual y solo un 5% sobre cómo gestionar el sangrado.

Existen más de 5.000 eufemismos en el mundo para hablar de la menstruación

Que la menstruación no forme parte clara de los currículos educativos tiene un impacto: el estudio destaca que no se normaliza y esto impacta en el bullying o en la vergüenza, que los niños carecen del conocimiento básico para entenderla y que esos mismos niños se convierten luego en adultos con creencias erróneas o sin conocimientos básicos sobre la regla. «Mi novio tiene 36 años y le tuve que explicar qué era la regla y de dónde venía la sangre», explica una de las participantes.

Incluso los últimos cambios legislativos en España pueden servir de espejo para ver qué falla en la educación menstrual. Eso es lo que piensan en La Escuela de Educadoras Menstruales (EDEM). «La incomprensión que mucha gente ha tenido hacia la ley que facilita las bajas menstruales es un fiel reflejo de la necesidad de educar en la materia», asegura su creadora, Fernanda Romo. Desde la EDEM creen que mejorar la educación sobre la menstruación de la población ayudaría a comprender el impacto que tiene en la salud, a hablar –y solventar– la pobreza menstrual o a romper los tabús. Incluso, más conocimiento sobre productos menstruales, afirman, podría llevar a una mayor sostenibilidad en su uso.

En resumidas cuentas, más información implicaría más igualdad. La OMS cree, por ejemplo, que aumentar la educación sobre la menstruación en la escuela aumentaría también la igualdad entre sus estudiantes.

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