Derechos Humanos
La huella empresarial en la infancia
La protección de la infancia no es una tarea exclusiva de las familias, los centros educativos o las administraciones públicas. Las empresas también deben jugar un papel.
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El momento vital de la infancia es como un jardín recién plantado, lleno de potencial y expectativas. Es la fase de la vida en la que se construyen los cimientos de la persona. Una etapa de aprendizaje y exploración. El momento en que se establecen los valores que guiarán el comportamiento y la toma de decisiones futuras.
Es por ello que la protección de los niños y niñas durante este período resulta fundamental y también urgente. Parafraseando a Gabriela Mistral: «Muchas de las cosas que nosotros necesitamos pueden esperar, los niños no pueden. Ahora es el momento, sus huesos están en formación, su sangre también lo está y sus sentidos se están desarrollando. A ellos nosotros no podemos contestarles: mañana. Su nombre es hoy».
En este sentido, es necesario recalcar que la protección de la infancia no es una tarea exclusiva de las familias, los centros educativos o las administraciones públicas. Otros actores, como las empresas, también tienen un papel determinante en su desarrollo. Los productos que venden, los servicios que ofrecen y las personas empleadas que contratan pueden afectar directa o indirectamente la calidad de vida de los niños. Por ejemplo, una empresa de alimentación puede influir en la nutrición de los niños al ofrecer opciones saludables o no saludables. Una tecnológica puede tener un impacto en la educación de los niños a través de sus productos y servicios digitales. O, de forma más directa, las empresas también pueden impactar en los derechos de los niños en términos de trabajo infantil, explotación y discriminación.
En efecto, las empresas también dejan huella en la vida de los niños y las niñas, y al igual que estas se vuelcan en reducir su huella climática, también tienen la capacidad y responsabilidad de proteger y promover los derechos de la infancia. Por ello, es importante que tomen medidas para integrar sus derechos en su conducta empresarial y promuevan prácticas responsables y sostenibles para proteger a este colectivo. Pero ¿lo están haciendo? ¿Son las empresas conscientes de sus impactos y están actuando en consecuencia?
Las empresas también tienen la capacidad y responsabilidad de proteger y promover los derechos de la infancia
De acuerdo con un informe que lanzamos a nivel internacional en colaboración con UNICEF y Save the Children con motivo del décimo aniversario de los Derechos del Niño y Principios Empresariales, la protección de los derechos de los niños, niñas y adolescentes es un tema crucial que ha ido ganando terreno en la conducta empresarial responsable en los últimos años. De hecho, en 2014 solo el 24% de las empresas examinadas abordaban cuestiones relacionadas con los derechos de la infancia, pero cinco años después este porcentaje aumentó en 15 puntos porcentuales y en 2021 ya el 84% de las empresas afirmaba tener una política de trabajo infantil.
Sin embargo, el informe también constata que, aunque los gobiernos, las empresas y los inversores están avanzando en la integración de los derechos de la infancia en la conducta empresarial responsable, los avances son a menudo incompletos y poco sistemáticos. Y es que, a pesar de que los niños y niñas son un grupo de interés fundamental para las empresas, rara vez se les reconoce explícitamente. E incluso en cuestiones comúnmente reconocidas como relevantes para las empresas, existe una llamativa brecha entre la retórica política y las medidas efectivas.
La conclusión, como en otras áreas de los derechos humanos, es que aún queda mucho camino por recorrer. Un camino que han de emprender con ambición las empresas y que pasa por involucrar a los niños, niñas y adolescentes en el proceso de debida diligencia y reparación, abordar los impactos negativos en los derechos de la infancia y garantizar el acceso a la reparación, entre otras acciones. En este aspecto me gustaría recordar al sector empresarial que la debida diligencia va a ser una de las prioridades de las empresas durante la próxima década. Y esta no estaría completa, si en ella no tienen cabida, de forma sistemática, los derechos de la infancia.
El momento de trabajarlos es, efectivamente, hoy. Y como grupo de interés, la infancia no puede esperar. Es hora de dejar una huella positiva en los niños y las niñas para que su desarrollo sea posible y su futuro, mejor.
Cristina Sánchez es directora ejecutiva de Pacto Mundial de Naciones Unidas España.
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