Opinión

Política de Antiguo Testamento

Ayuso, en la inauguración de las fiestas navideñas, ha recordado a la sociedad que Occidente se basa en la Cristiandad. Y aunque está en lo cierto, sobra su espíritu de cruzada cultural: actualmente, el PP debe plantearse si la inspiración religiosa que quiere es la compasión del cristianismo o la severidad del Antiguo Testamento.

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29
diciembre
2022

Tiene razón Ayuso cuando, al inaugurar las fiestas, recuerda que Occidente se basa en la Cristiandad. Le sobra el espíritu de la cruzada cultural, propia de las figuras políticas más representativas del nacional-populismo, como cuando reclama «recuperar la cultura religiosa», y podría prescindir de los dogmas más característicos de un sacerdote que de un representante de una ciudadanía plural, como cuando afirma que, con la Epifanía, «el hombre celebra por primera vez que Dios llega a todos los pueblos y razas».

Pero el principal problema de Ayuso, y de gran parte de la derecha de nuestro país, es que se olvidan del mensaje cristiano cuando hablan de la política de este mundo, como cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid califica de «tirano» a Sánchez y se compromete a «echar de todas las instituciones» al PSOE. ¿Es ese el lenguaje de Jesús? Ayuso es el rostro más visible de la actitud poco piadosa e inmisericorde del PP en el asunto más crítico para nuestra democracia desde la Transición: el desafío secesionista. La derecha se ha aproximado al reto catalán con la dureza y falta de compasión del Antiguo Testamento (o del derecho romano previo al cristianismo): de forma inflexible e implacable. 

Frente a la claridad y consistencia del PP desde 2012, que optó por reforzar el arsenal legal contra los separatistas, empezando con un endurecimiento ad hoc del código penal, el PSOE ha estado dubitativo e incoherente, acabando con un ablandamiento ad hoc del código penal. De ver la ley como las tablas de Moisés en 2015, Pedro Sánchez ha pasado a priorizar la concordia en Cataluña, más en línea con la caridad del Nuevo Testamento. Hasta esta conversión es paradigmáticamente cristiana. Como el primer padre de la Iglesia, y presionado por los puristas de la ley a su alrededor, nuestro Pedro inicialmente renegó tres veces, quizás más, del mensaje cristiano. Pero, ya sea por convicciones personales o por prisas parlamentarias, y posiblemente por ambas, Sánchez ha dado un giro a su acción. No así a su palabra, y ahí está su problema: está confundiendo al electorado con sus medidas de apaciguamiento en Cataluña, metidas con calzador, nocturnidad y alevosía en el ordenamiento jurídico. Seguramente, eso –el cómo están gestionando– está debilitando demoscópicamente al gobierno más que el qué de esas reformas.

«Con el PP en el poder, tanto la tensión política como el apoyo al independentismo alcanzaron máximos históricos en Cataluña»

Desde el punto de vista teórico, se puede argumentar que la postura del PP es más sólida que la del PSOE. Han sido congruentes con su visión jurídica del problema. Sin embargo, desde el punto de vista práctico, los datos apuntan a que el appeasement, una estrategia política tradicionalmente denostada, podría funcionar. Con el PP en el poder, tanto la tensión política como el apoyo al independentismo alcanzaron máximos históricos en Cataluña; con el PSOE, ambos indicadores han bajado a niveles mínimos. 

Correlación no quiere decir causalidad, pero a menudo sucede con las políticas punitivas que menos es más. Cuando Noruega tenía una tasa de reincidencia criminal muy elevada –del 60% o 70%, similar a la de Estados Unidos–, la teoría les dictaba alargar las penas de cárcel y ser duros los delincuentes. En cambio, hicieron lo contrario, tratando a los condenados de forma más humana, reduciendo las sentencias y aliviando su cumplimiento. El resultado de ese «apaciguamiento» es que Noruega tiene ahora una de las tasas de reincidencia más bajas del mundo.

En otras palabras, bajo determinadas circunstancias, la piedad y la misericordia pueden ser socialmente beneficiosas. Motivo de más para que Sánchez explique con claridad este 2023 las bases filosófico-morales de su política hacia el independentismo. Y razón también para que el PP se plantee si la mejor inspiración religiosa es la compasión del cristianismo o la severidad del Antiguo Testamento.

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