Salud
El suicidio, primera causa de muerte entre adolescentes
El aislamiento durante la pandemia provocada por la covid-19 y el consumo impulsivo de los dispositivos electrónicos son algunos de los factores más determinantes de este aumento.
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El manifiesto de intenciones suicidas entre los grupos de población más jóvenes aumenta a medida que niños y niñas alcanzan la adolescencia. Según el último informe sobre salud mental en la infancia y adolescencia llevado a cabo por Save The Children, el porcentaje de niños y niñas entre 4 y 8 años con este tipo de pensamientos es de un 2%, fracción que se triplica en la adolescencia, alcanzando un 6% en el grupo de entre 13 y 16 años. A esto hay que añadir las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef, que apuntan al suicidio como una de las principales causas de muerte entre niños y adolescentes, superando, incluso al cáncer y los accidentes de tráfico.
Ante esta situación, la Fundación Cofares ha celebrado ayer el encuentro «Suicidio en adolescentes y redes sociales» con el objetivo de visibilizar la importancia de la salud mental en los jóvenes y el riesgo emergente que presentan las nuevas tecnologías, especialmente las redes sociales.
En él, varios expertos en salud mental se han encargado de abordar los factores más influyentes en el aumento de los trastornos psicológicos entre los jóvenes. «El tema de hoy es difícil de hablar y de reconocer en el seno familiar. Por eso, nuestro objetivo es dar voz a esta realidad de tal forma que ayude a las familias a aprender a prevenir y gestionar un momento tan complicado», señaló Sofía Azcona, directora de la Fundación Cofares.
La doctora María José Penzol, médico especialista en Psiquiatría de Infancia y Adolescencia, ha abordado la situación actual de comportamientos suicidas y autolesivos entre los jóvenes y los factores que favorecen el aumento de la incidencia del trastorno mental grave entre este grupo. «Los recursos de hospitalización breve de la Comunidad de Madrid eran de dos unidades para pacientes adolescentes. Actualmente, sin embargo, son cinco, además de una unidad extra a la que tenemos que recurrir asiduamente», ha afirmado. Y añadió: «Los factores que están influyendo son el aislamiento por la covid-19 en una edad en la que el contacto social es importantísimo, el consumo excesivo y sin supervisión de los dispositivos electrónicos y de cannabis, que desencadena en trastornos psicóticos en las personas más vulnerables».
Martínez: «El suicidio no es un trastorno mental, es una conducta debida al dolor, la desesperanza y la desconexión»
En este sentido, Luis Fernando López Martínez, psicoterapeuta, codirector ISNISS del programa de Doctorado de Psicología de Salud de la UNED y coordinador técnico del programa ‘Hablemos de Suicidio’ del Colegio de la Psicología de Madrid, ha manifestado la necesidad de reconocer la influencia de las redes sociales para poder modular estrategias preventivas y adaptativas: «El suicidio no es un trastorno mental, es una conducta debida al dolor, la desesperanza y la desconexión que, a través de determinadas herramientas, podemos disminuir y aprender a afrontar».
«Los menores en esta situación encuentran en las redes sociales un espacio donde poder comunicar su sufrimiento; y a un ‘otro’ digital que los valida y acompaña a disminuirlo, lo que potencia la parte más insalubre de la comunicación interpersonal y potencia la idea suicida, incluso aportando recursos para que la autolesión sea el medio idóneo para acabar con una situación que, en la mayoría de casos, es temporal», ha declarado.
Por último, Laura Cuesta Cano, profesora de Cibercomunicación y Nuevos Medios de la Universidad Camilo José Cela y responsable de contenidos digitales del Servicio de Prevención de Adicciones de Ayuntamiento de Madrid, ha defendido la responsabilidad de todos los agentes implicados en la educación de los menores –familias, centros escolares, plataformas y administraciones– en relación con los contenidos inapropiados que se publican en ellas: «La fórmula más eficaz de prevención y protección de los menores es, sin duda, la alfabetización digital de estos, que es lo que les permitirá tener un sentido crítico y emocional para poder enfrentarse a los riesgos de la red». Y concluye: «La solución no es limitar el uso de los canales para que los contenidos inadecuados no les afecten. La tecnología también tiene muchos aspectos positivos que hay que trasladarles. La clave consiste en enseñarles a utilizar internet de una manera sana, de tal forma que sepan sacarle el mejor rendimiento».
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