Autolesiones, un fenómeno extendido pero poco atendido entre los jóvenes
Al año se detectan al menos 14 millones de episodios de autolesiones en el mundo. Al menos 3% de los adultos y 14% de los niños y adolescentes han tenido este tipo de conducta alguna vez en su vida.
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Al año se detectan al menos 14 millones de episodios de autolesiones en el mundo. Por otro lado, al menos 3% de los adultos y 14% (alrededor de uno de cada siete) de los niños y adolescentes han tenido este tipo de conducta alguna vez en su vida. Así lo señala un informe publicado por la revista médica especializada The Lancet, que hace hincapié en que estas cifras son subestimaciones considerables porque quienes se autolesionan a menudo no acuden a los servicios médicos y hay pocos sistemas de vigilancia de estos fenómenos, en particular en los países de ingresos bajos y medios.
El informe indica que la prevalencia de las autolesiones, en particular en personas jóvenes, «parece haber aumentado en varios países».
«Las conductas autolesivas aumentan el riesgo de muerte por suicidio y son una causa común de discapacidad entre los jóvenes. En la actualidad, las personas que acuden a los servicios de salud son solo la punta del iceberg; la proporción de adolescentes que se autolesionan ha aumentado en los últimos 20 años, especialmente entre las mujeres jóvenes y las niñas», expone la comisión de The Lancet.
En este punto es importante aclarar que, si bien las conductas autolesivas pueden ser un factor de riesgo de suicidio, no todas tienen detrás esa intención o esa ideación. Entre las motivaciones que han descrito las personas que incurren en estos comportamientos están el autoconsuelo, la regulación emocional, la comunicación, la autoprotección, la validación de la identidad, la autoexpresión y la puesta en práctica de la capacidad de agencia.
La evidencia señala que este comportamiento por lo general se repite, pues alrededor del 16% de las personas que se autolesionan lo vuelven a hacer al año, incluso un tercio de estas personas incurren en nuevas autolesiones en menos de un mes.
Las culturas y prácticas sociales particulares desempeñan un papel importante en el impulso a las conductas autolesivas, y si bien esas diferencias no permiten una absoluta generalización, para todos los casos, dice la comisión, parece ser cierto que «los gobiernos de todo el mundo han descuidado el impacto de la autolesión en la salud pública».
En términos amplios, The Lancet señala que la autolesión a menudo surge en contextos déficits en determinantes sociales clave de la salud, que pueden conducir a la desesperanza y la miseria en las sociedades. Por ejemplo, algunos determinantes sociales que influyen en la salud son los ingresos, la educación, el empleo, la seguridad alimentaria y del agua, la vivienda y el medioambiente, el desarrollo de la primera infancia y la inclusión social, entre otros, que representan «hasta el 55% de los resultados de salud y muy probablemente influyen en gran medida en la distribución de la autolesión dentro de las poblaciones».
Los grupos en mayor riesgo
Pero dentro de las sociedades hay algunos grupos con un riesgo sustancialmente mayor, como lo son las personas a las que se les diagnosticaron trastornos de salud mental, en particular aquellas con diagnósticos de trastorno límite de la personalidad, depresión, ansiedad, abuso de alcohol y trastornos alimentarios.
También hay mayor riesgo para grupos marginados, como la población LGBTIQ+, las minorías étnicas, los veteranos, prisioneros y los migrantes. Sobre los grupos étnicos, el análisis señala, por ejemplo, que pueblos indígenas de todo el mundo, especialmente los jóvenes indígenas, se ven afectados desproporcionadamente por enfermedades mentales, angustia social y emocional, experiencias negativas en la primera infancia, falta de vivienda y violencia interpersonal, entre otras situaciones que se asocian con un mayor riesgo de autolesiones.
Y un punto en común al que llegan distintos estudios internacionales es que la autolesión es un comportamiento que ocurre con mayor frecuencia en personas menores de 25 años, particularmente en niños y adolescentes.
La autolesión es un comportamiento que ocurre con mayor frecuencia en personas menores de 25 años
«La incidencia de las autolesiones aumenta drásticamente durante la adolescencia y un inicio más temprano podría indicar una trayectoria más grave. (…) Los jóvenes suelen ser reacios a buscar ayuda si tienen dificultades y, cuando lo hacen, suelen recurrir a amigos, familiares y soluciones en línea en lugar de a profesionales de la salud», se lee.
Olga Albornoz, psiquiatra infantil experta en adolescencia y familia, e integrante de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, confirmó que las autolesiones se presentan mucho más en preadolescentes, adolescentes y adultos jóvenes, pero indicó que «cada vez más está bajando la edad» en la que ocurren estos eventos, y que niños más pequeños que ven a niños mayores autolesionarse los replican.
A esta problemática se suma que los jóvenes se han visto expuestos a productos de entretenimiento, como series o películas, y a publicaciones en redes sociales que hacen alusión inadecuada a este comportamiento o que lo validan como una forma apropiada de regulación de emociones.
«Las imágenes potencialmente fuertes de autolesión son más accesibles que nunca, y este hecho debe contextualizarse con las revelaciones de que las plataformas de redes sociales no han tomado medidas suficientes para evitar que sus algoritmos envíen imágenes potencialmente dañinas y angustiantes a los usuarios, incluidos los jóvenes, que podrían ser especialmente susceptibles», dice el informe.
La doctora Albornoz también hace hincapié en esto al señalar que el acceso de menores de edad, cada vez más jóvenes además, a redes sociales puede ser muy perjudicial.
«En redes sociales la información sobre autolesiones es inmensa. Muchos influencers enseñan a hacer las autolesiones o las comentan sin ningún tipo de responsabilidad y a los jóvenes les llega ese mensaje. Los niños no tienen todavía criterio para entender qué es real o no, qué es bueno o malo, no se han formado un criterio para saber discernir comportamientos dañinos», expresó.
El psicólogo Carlos Enrique Garavito Ariza, coordinador de la Comisión Nacional de Políticas Públicas del Colegio Colombiano de Psicólogos, señala que, aunque lo más común es que las lesiones autoinfligidas se presenten en menores de edad, no es exclusivo de estos. «En los adultos también se puede hablar de autolesiones, solo que el comportamiento o las formas cambian. Podríamos hablar de autolesiones como en casos de un adulto que se emborracha todos los días hasta perder el conocimiento, o de una persona que descuida su salud de forma completamente negligente, por ejemplo».
Pese a la poca atención y prevención que globalmente existen para estos casos, el informe de The Lancet expone que los costes económicos de la autolesión son considerables. Una forma de estimar estos costos más amplios es asignando un valor monetario a todos los años de vida ajustados por discapacidad (Avad) perdidos por autolesión, dice la publicación: «Extender este enfoque para cubrir la autolesión a todas las edades y valorar todos los Avad perdidos en función del PIB mundial promedio per cápita estimado para 2021 implicaría un costo de US$ 639.000 millones a nivel mundial para los 34 millones de Avad perdidos en todo el mundo en 2019».
Aun con los impactos sociales, en la salud y económicos, hay diversas barreras o aproximaciones inadecuadas para atender el fenómeno que están ampliamente difundidas. Por ejemplo, cita el informe, en muchos países las barreras financieras limitan el acceso a terapia. Además, la atención clínica de estos casos suele incluir el tratamiento de los síntomas de las lesiones más que de las causas, lo cual no responde plenamente a la situación.
¿Qué hacer?
El informe incluye algunas recomendaciones para un nuevo enfoque para afrontar la situación, entre otras, que la aproximación que le den los gobiernos al tema se enfoque en las condiciones que promueven las autolesiones, que el castigo deje de ser una respuesta frente a la autolesión, que los profesionales de la salud y de asistencia social se entrenen en la evaluación y manejo específico de estos casos, y que haya mejores y más sólidos sistemas de vigilancia para monitorear las tendencias.
Albornoz y Garavito añaden que sería importante que no se ignore o invisibilice el problema, que haya mejores estrategias de comunicación de la prevención para llegar efectivamente a la población objetivo, así como una mejor preparación en las familias y colegios, como primeros responsables, para afrontar estas situaciones.
«Hay que enseñar a los padres, profesores, médicos, directivos de instituciones educativas, entre otros, qué es y cómo funciona esto y cuáles son las condiciones de riesgo identificables, por ejemplo», dijo el psicólogo, que añadió que en estos casos el castigar a los menores es la peor ruta, «pues eso podría hacer que el menor tenga otros comportamientos que esconda, y esto genera una condición crónica».
Y Albornoz agregó que es importante que «el Estado nos ayude a ayudar y que no nos obstaculice, que genere campañas adecuadas hechas tanto por personas que han estudiado el fenómeno como por personas que sepan comunicar, y que se dispongan recursos suficientes para que las personas accedan a los tratamientos que requieran».
Este contenido es parte de un acuerdo de colaboración entre el diario ‘El Tiempo’ y ‘Ethic’. Lea el contenido original aquí.
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