Cultura

«La literatura antes que nada es un placer, como el sexo»

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12
abril
2022

Javier Cercas (Ibahernando, 1962) ya sorprendió a los lectores de medio mundo con su novela ‘Soldados de Salamina’ en el lejano 2001, año que supuso, por sus acontecimientos, la transición en Occidente de una calma tensa a un creciente e incierto desasosiego que terminaría transpirando a través del arte. Tras resultar galardonado con el Premio Planeta en 2019 con su novela ‘Terra Alta’, Cercas regresa al panorama literario con ‘El castillo de Barbazul’ (Tusquets), un ‘thriller’ protagonizado, ante todo, por una sensación: el miedo. Conversamos con el autor acerca de su última novela, la naturaleza humana y la vida.


El título de su nuevo libro, El castillo de Barbazul, alude directamente al personaje recopilado por Charles Perrault: un hombre rico que, tras su apariencia impoluta, esconde un tétrico secreto. ¿Escondemos nuestros cadáveres en lo más profundo de nuestro ser? Es decir, ¿somos pura apariencia?

No somos simple apariencia, pero tampoco vamos por ahí enseñando nuestras vergüenzas, lo cual me parece natural. Es cierto, esta novela puede leerse como una versión moderna o posmoderna de la leyenda recogida por Perrault. Espero que logre dirimir cuestiones muy complejas. Precisamente, uno de los asuntos esenciales que plantea es el de la violencia que las mujeres siempre han padecido a manos de los hombres.

¿Es la literatura un ejercicio de disección de la psique humana?

La literatura es antes que nada un placer, como el sexo, pero también es una forma de conocimiento, también igual que el sexo. Por eso, cuando alguien me dice que no le gusta leer, lo único que se me ocurre es acompañarle en el sentimiento. Los escritores, no obstante, somos tan pobre gente como cualquiera. 

«No creo que nadie sea esencialmente ni bueno ni malo: todos nos vamos construyendo a medida que vivimos»

En sus novelas, el afán por el dinero y por el poder son engranajes esenciales del motor de la actuación humana, si bien contrapone esta corrupción del espíritu al sacrificio y la generosidad hacia los semejantes. ¿Considera usted la bondad y la maldad rasgos inherentes al ser humano o son accidentes?

No creo que nadie sea esencialmente ni bueno ni malo: todos nos vamos construyendo a medida que vivimos. Dicho esto, los seres humanos somos infinitamente complejos. Las mejores personas son capaces de lo peor y las peores, de lo mejor. La literatura se dedica a explorar esa complejidad. No obstante, todo indica que la hipocresía y la maldad siguen ganando por goleada, ¿no?

¿Somos más que los individuos que construyen una sociedad o somos simplemente elementos de un entorno que define nuestro comportamiento?

Yo diría que ambas cosas son verdad: nosotros construimos el mundo, pero el mundo también nos construye a nosotros.

En tiempos de auge populista, cuando hay un constante uso de las emociones para obtener rédito político a cualquier precio, ¿qué papel juega la cultura?

Creo que el de siempre: proporcionar placer y permitirnos vivir más, así como de una manera más rica, más intensa y más compleja; es decir, mostrar que las cosas son todavía más complejas de lo que parecen.

Tras la pandemia y la amenaza rusa, ¿considera usted que la sociedad europea saldrá mejor parada?

No estoy seguro, pero me parece que la reacción de la Unión Europea a la pandemia y a la guerra ha sido mejor de lo que cabía esperar, sobre todo a la vista de lo ocurrido en la crisis de 2008; así que, por una vez y sin que sirva de precedente, soy optimista.

¿Sobrevivirá la libertad?

Obviamente, pero depende de nosotros. 

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