Ciudades

Una segunda vida para el aeropuerto de Longhua

Hace tiempo que el rugido de los reactores se apagó en el aeródromo chino de Longhua. Ahora, lo único que levanta el vuelo en sus pistas son las aves que anidan en los 2.227 árboles de este paraíso verde surgido de los rescoldos del progreso humano.

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22
febrero
2021
[Fuente: Sasaki]

Hay un cierto sentido de reparación, de justicia poética, en las segundas oportunidades. Especialmente cuando estas se aprovechan para emprender un camino opuesto al que se escogió la primera vez. Ese raro privilegio del que solo disfrutan unas pocas personas afortunadas también se concede, de cuando en cuando, a algunos lugares emblemáticos. Sitios que un día fueron poderosos símbolos de una idea y a los que, cuando la decadencia les alcanza, alguien decide regalarles una nueva vida. Ese es el tipo de magia de una planificación urbana que es capaz de transformar un antiguo matadero en centro cultural o una fábrica de cerveza en una biblioteca.  El último de estos lugares que ha renacido con una nueva identidad es el antiguo aeropuerto de Longhua, en Shangái (China).

Construido en 1948, Longhua fue, durante un tiempo, el único aeródromo de uso civil de la más ‘europea’ de las ciudades chinas. Diez años después de su cierre en 2011, un innovador proyecto lo ha rescatado del derribo y el olvido para darle un nuevo uso como centro de recreo gracias al auge urbanístico de un nuevo barrio en el distrito de moda, Xuhui, en las proximidades de la zona.

El estudio de arquitectura Sasaki ha sido el artífice de este pequeño milagro de revitalización urbanística. Su idea siempre se ha sostenido en la preservación, en la medida de lo posible, de la esencia del que fuera un pedazo de la historia de Shangái y, para hacerlo, el nuevo parque público rebautizado como el Xuhui Runway Park ha mantenido viva una parte importante del espíritu de su vida anterior: la vieja pista de aterrizaje. Con 1.830 metros de largo y 80 metros de ancho, esta sigue siendo la arteria principal del complejo solo que, en lugar de aviones, ahora son ciudadanos quienes la recorren paseando a pie o en bicicleta.

La antigua pista de aterrizaje del aeropuerto. [Fuente: Sasaki]

El proyecto también conserva intactos otros tantos elementos del antiguo aeropuerto que han sido reconvertidos a nuevos usos o, simplemente, mantenidos como un recordatorio ornamental de otros tiempos no tan lejanos. Este nuevo diseño busca recrear en el visitante algunas de las sensaciones que vivieron los usuarios del aeropuerto a través de movimientos ascendentes y descendentes en los recorridos, miradores que emulan estar en un avión o espacios para vehículos que imitan la distribución propia de una pista de aterrizaje, sutiles detalles que conectan el presente con el pasado de este emplazamiento. En algunas zonas incluso puede verse hasta parte de la rotulación original del aeropuerto.

Los homenajes aeronáuticos –también visibles en asientos, papeleras y luminarias– se reparten por un gigantesco jardín que reúne a 82 especies distintas de plantas y flores, intercalando el verde con pistas para bicicletas o skate, un observatorio de pájaros, un santuario de mariposas o una instalación ecológica dotada de un innovador sistema de riego que terminan de configurar el nuevo ‘yo’ del antiguo aeropuerto. De lo que ya no hay ni rastro es de la contaminación acústica y atmosférica que lo caracterizó allá por los años sesenta. De hecho, muchos de los materiales utilizados en la construcción del parque son reciclados y las farolas cuentan con iluminación LED de bajo consumo. 

Hace tiempo que el rugido de los reactores se apagó en Longhua. Ahora, lo único que levanta el vuelo en sus pistas son las aves que anidan en los 2.227 árboles de este paraíso verde surgido de los rescoldos del progreso humano en su versión más industrializada. Un remanso de paz y tranquilidad en el que las familias pasean, flanqueadas de hermosas plantas, por unos extraños senderos de pavimento rotulados con indicaciones para el despegue y aterrizaje.

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