10 consejos para prevenir un rebrote de coronavirus

Hasta que haya una vacuna no podremos evitar que la COVID-19 se propague, pero sí que lo haga de forma controlada y no colapse nuestro sistema sanitario. Recogemos las recomendaciones de la OMS y el Consejo General de Colegios Farmacéuticos para saber qué podemos hacer a nivel individual.

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02
septiembre
2020

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España se abre poco a poco a una mal llamada «nueva normalidad». La situación que estamos viviendo ni es normal, ni es nueva, porque en todo caso significa dar unos cuantos pasos hacia atrás en todo lo que habíamos construido hasta ahora en convivencia y prosperidad y, en definitiva, lo que nos convirtió hace tiempo en un Estado del bienestar con todas las letras.

Pero somos conscientes de que este es un episodio por el que debemos pasar y de que, si lo hacemos de una manera responsable, tendrá final feliz. No va a ser un camino fácil. La apertura de nuestras actividades más o menos habituales coincide con la época estival, la que anima el turismo, uno de los pilares de nuestra economía, que supone en torno al 15% del PIB. Eso, y que los españoles somos acogedores por naturaleza, ha provocado infinidad de desplazamientos poblacionales tras el confinamiento, de gente que ansiaba unas merecidas vacaciones.

Comunidades como Cataluña, Aragón, Galicia y Euskadi viven ahora sumidas en la preocupación de tener que volver al sistema de fases anterior ante la escalada de contagios. Y lo cierto es que ninguna parte de nuestra geografía está libre de esa situación: las playas, las piscinas, las terrazas, los restaurantes, los hoteles y, en general, las calles de nuestras ciudades, vuelven poco a poco a llenarse de vida, pero al mismo tiempo aproximan los contactos entre personas y el riesgo de que se expanda el virus de la COVID-19.

Pero no hay que caer en alarmismos inútiles. El punto en que estamos era del todo previsible. Mientras no tengamos una vacuna eficaz, o un tratamiento que reduzca su gravedad a la de una gripe habitual, debemos asumir que la pandemia se seguirá expandiendo. La clave está en impedir que lo haga con la virulencia de marzo y abril, que llevó al colapso de nuestro sistema sanitario.

Mientras no tengamos una vacuna eficaz, o un tratamiento que reduzca su gravedad a la de una gripe habitual, debemos asumir que la pandemia se seguirá expandiendo.

«La Farmacia mantiene activas todas las alertas y todos los protocolos ante los rebrotes que se están produciendo. Los ciudadanos pueden tener la seguridad de que estamos preparados para cualquier escenario. Los farmacéuticos no tenemos limitaciones geográficas porque prestamos la misma atención a todos los ciudadanos y en todos los puntos de España. Por eso vamos seguir como siempre al pie del cañón, con una red de farmacias preparada para lo que pueda venir, siempre al lado de los pacientes», ha subrayado el presidente del Consejo General de Farmacéuticos, Jesús Aguilar.

Hay varios factores que juegan a nuestro favor, y que distancian mucho nuestra situación actual de la de aquellos dos fatídicos meses. Para empezar, la vertiente clínica de nuestra situación actual. Según los últimos datos del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), de los nuevos infectados, uno de cada cuatro es menor de 30 años y más de la mitad son asintomáticos. La media de edad ha bajado en los últimos tres meses de 60 a 48 años, y por tanto, son muchos menos los susceptibles de tener que ingresar en un hospital y acabar en una UCI.

El colapso de nuestro sistema sanitario está, por tanto, muy lejos, en un escenario que poco tiene que ver con al anterior. Hay una segunda novedad: «La sociedad está mucho más concienciada, tiene más información y sabe lo que hay que hacer para minimizar el riesgo de contagio», remarca Jesús Casado, especialista en medicina interna del Hospital de Getafe, uno de los más afectados por la avalancha de pacientes con coronavirus durante el estado de alarma.

Esa es la parte individual, que nos llevará a un éxito colectivo. Y estos son los diez puntos básicos que hemos recopilado de las recomendaciones del Consejo General de Colegios Farmacéuticos (contenidas en su plataforma web Portalfarma) y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que debemos seguir si no queremos sufrir un rebrote que no podamos gestionar.

1. Estar bien informados

Parece una obviedad, pero no lo es: la COVID-19 nos ha pillado a trasmano a todos, incluida la comunidad científica que, aún hoy, admite no saberlo todo de este virus. «El conocimiento sobre la transmisión y otras características de la COVID-19 se acumula todos los días», aseguran desde la Organización Mundial de la Salud.

Esta afirmación no es baladí. Desde la propia organización han advertido de que la desinformación puede llevar a que nos relajemos cuando deberíamos estar alerta. Debemos tener presente, por ejemplo, que las «altas temperaturas no previenen la enfermedad por coronavirus», ni «beber alcohol», «desinfectar la piel con lámparas de luz ultravioleta» o «enjuagarse la nariz con solución salina».

2. Mantener la distancia de seguridad… y tocar lo menos posible

«Según la evidencia actual, sabemos que se transmite principalmente entre las personas a través de gotículas respiratorias, lo que ocurre cuando una persona está en contacto cercano (dentro de un metro). Por ejemplo, al toser, estornudar o un contacto personal muy cercano que resulta en la inoculación de partículas víricas a través de vías de entrada como la boca, nariz o los ojos», explican desde la OMS, e insisten, por eso, en la necesidad de mantener, en la medida de lo posible, la distancia de seguridad de mínimo dos metros con las personas de nuestro entorno en lugares públicos.

Desde la organización advierten, no obstante, de que no siempre es necesario que se den estas circunstancias. «La transmisión del virus de la COVID-19 puede ocurrir directamente por contacto con infectados, o indirectamente por contacto con superficies en el entorno inmediato o con objetos utilizados sobre o por la persona infectada». Este caso sería a través de los llamados fómites, micropartículas u objetos inanimados que están en nuestro entorno, y pueden transmitir un virus si después de tocarlos nos llevamos la mano a la boca, los ojos o a la nariz, un gesto mucho más habitual de lo que pensamos.

3. Realizarse la prueba si es necesario

En caso de presentar síntomas sospechosos de coronavirus será tu propio médico de cabecera el que te prescriba una prueba que confirme o desmienta si has sido contagiado. También es conveniente hacérselas en un laboratorio privado aunque no se presenten síntomas, si se va a estar en contacto con alguna persona de riesgo (ancianos y diabéticos, por ejemplo) y recientemente se ha estado en algún entorno con una elevada exposición viral, por ejemplo, en un país que aún no haya aplanado su curva de contagios.

Tal y como explican desde el Consejo General de Colegios Farmacéuticos, existen tres tipos de prueba: por un lado, la PCR y los test de antígeno, que requieren la  toma de muestras de tracto respiratorio superior, y son las más óptimas en los primeros días de la infección. Por otro lado, los test  de detección de anticuerpos, bien a través de ELISA, CLIA o técnicas inmunocromatográficas, por medio de la extracción de vía venosa o la punción digital, esta última solo para técnicas rápidas.

4. Usar mascarillas… pero no de cualquier manera

Ya las hemos interiorizado como parte de nuestro «vestuario» habitual pero, desgraciadamente, en muchos casos aún no les damos el uso adecuado. Desde el Consejo General de Colegios Farmacéuticos explican que no solo deben ponérselas quienes tengan síntomas de coronavirus o tengan bajo su cuidado a una persona infectada, sino también todos aquellos que, sin presentar síntomas, «no les sea posible mantener las medidas de distanciamiento social de al menos metro y medio en la vía pública, en espacios al aire libre y en cualquier espacio cerrado de uso público o que se encuentre abierto al público». Básicamente, todo el que aspire a tener una vida medianamente normal. Algunas CCAA están obligando, incluso, a usar mascarilla a pesar incluso de que se pueda mantener la distancia de seguridad. Por supuesto, la mascarilla siempre debe tapar la boca y los orificios nasales, y para quitársela o ponérsela, debemos sujetarla por los cordeles de sujeción desde detrás de las orejas o la nuca. Nunca debe tocarse su superficie delantera.

5. Saber elegir la mascarilla

Por otro lado, hay que tener claro que las mascarillas higiénicas y quirúrgicas no le protegen a uno mismo, sino a los demás o, dicho de otra manera, evitan la propagación del virus. Las únicas que proporcionan una protección contra el contagio de la COVID-19 al individuo que la porta son las autofiltrantes, que suelen ser las adecuadas para personal sanitario que vaya a estar en contacto con el virus.  Lo mejor, en este caso, es preguntar al farmacéutico cuál es la mascarilla idónea para cada caso.

6. Evitar ciertos espacios cerrados

Como decíamos al principio, la OMS admite la posible transmisión del coronavirus por medio de las gotículas de secreciones respiratorias. Y en una nota informativa de primeros de julio, recomendó encarecidamente evitar espacios públicos cerrados (como restaurantes, discotecas u oficinas) en los que no se pudiera garantizar una buena ventilación o el espacio suficiente para mantener la distancia de seguridad. Esto implica que, antes de entrar a uno de estos recintos, debemos comprobar siempre antes que cumplen con las medidas necesarias.

7. La importancia de ese acto tan cotidiano de lavarse las manos

Como hemos remarcado, es posible contagiarse de coronavirus si se tiene contacto con una superficie o fómite que antes ha sido tocada por una persona infectada. Por eso desde la OMS insisten en la importancia de lavarse las manos con un desinfectante a base de alcohol (soluciones o geles hidroalcohólicos). Hay que tener en cuenta de que estas soluciones son las que nos permiten hacerlo más a menudo, puesto que no requiere un enjuague posterior. Pero en casa, lavarse con agua y jabón es igual de efectivo para matar el virus. Y tu piel te lo agradecerá.

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8. Por fin abren las playas… pero comprueba que podrás cumplir las medidas de seguridad

Desde el Consejo General de Colegios Farmacéuticos, en colaboración con la Sociedad Española de Sanidad Ambiental, recogen, basándose en información del Ministerio de Sanidad y el CSIC, los requisitos mínimos que debe cumplir un día de playa para no exponerse a un posible contagio. «El aforo máximo será de una persona cada cuatro metros cuadrados de superficie de playa. Y se deberá respetar la distancia interpersonal de al menos dos metros entre bañistas, para lo que se podrán establecer diversas medidas como limitaciones de acceso y de tiempos de permanencia». Asimismo, apuntan que se puede llevar a cabo la práctica de actividades deportivas, profesionales o de recreo, «siempre que se puedan desarrollar individualmente y sin contacto físico, y que se mantenga una distancia mínima de dos metros entre los participantes».

9. Un chapuzón seguro en una piscina también es posible

La misma información recogida anteriormente se refiere a las piscinas. Deberán someterse a un control exhaustivo y frecuente de desinfectante residual y pH. El aforo máximo es del 30% de la capacidad de la instalación, siempre que sea posible respetar la distancia de seguridad de dos metros entre usuarios. Y se deberán reforzar las medidas de limpieza y desinfección adecuadas de las instalaciones, así como a las superficies de contacto más frecuente.

10. Sigue usando tus lentes de contacto, pero extrema las precauciones

Como ya hemos dicho, las tres puertas de entrada más importantes de la COVID-19 son los ojos, la nariz y la boca. La duda de quienes tienen algún problema de vista, ante esta circunstancia, es clara: ¿pueden seguir usando lentes de contacto? Desde el Consejo General de Colegios Farmacéuticos responde con un rotundo «sí, es seguro, siempre y cuando se extremen las medidas de higiene». Para ello, recomiendan no usarlas más de ocho o diez horas al día, lavarse las manos siempre antes y después de ponérselas, guardarlas siempre en su portalentillas (que deberá ser cambiado con frecuencia) y lavarlas con la solución de limpieza recomendada por el óptico-optometrista.

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