Sociedad

El futuro era esto

El mundo tras la pandemia no debería ser algo que no podamos ahora esbozar: ya tenemos pistas sobre cómo será la nueva normalidad.

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04
junio
2020

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La humanidad avanza a saltos, pero también a golpes. Guerras, pestes, atentados o amenazas tecnológicas han traído como consecuencia fuertes crisis sociales, económicas o culturales que, a su vez, han producido modificaciones en la moral colectiva. En las últimas décadas, la entrada en la era digital, los atentados yihadistas, la crisis financiera y, ahora, la crisis del COVID-19 han sido las espoletas que han determinado grandes transformaciones globales. En la mayoría de los casos, los cambios ya se estaban gestando, y los que esos hechos indeseados provocaron fue una anticipación o aceleración de sus efectos. También es incuestionable que no todos los cambios se consolidan: algunos surgen como reacción a las circunstancias, pero desaparecen al poco tiempo.

En el caso de la crisis sanitaria que estamos viviendo, el rol acelerador es patente. Por tanto, el mundo tras la pandemia no debería ser algo que no podamos ahora esbozar, pues en su mayor parte activará o precipitará dinámicas que ya existen y están en marcha.

«Debemos reflexionar sobre lo que es verdaderamente importante para alcanzar la igualdad y el bienestar social»

Esta crisis nos llega en un momento en el que debemos reflexionar sobre lo que es verdaderamente importante para alcanzar la igualdad y el bienestar social. Sabemos que estamos en una sociedad en la que impera el egoísmo, la codicia, la búsqueda del dinero, el afán de poder o la falta de solidaridad. Ahora tenemos la oportunidad de alcanzar un punto de inflexión que modifique la mentalidad de las personas, el trabajo, nuestra concepción de las ciudades o el proceso de destrucción de la naturaleza. Pasemos lista a algunos de los cambios que ya podemos confirmar que se están produciendo o que van a suceder a muy corto plazo.

Tecnología, comunicaciones, digitalización, ciberseguridad

El confinamiento y las consecuencias de la crisis sanitaria han acelerado extraordinariamente el proceso de digitalización de las empresas, de la Administración pública, de la educación básica y superior y hasta de los ciudadanos particulares. Desde el ya establecido comercio electrónico, hemos pasado a las tramitaciones y gestiones remotas en servicios y en el sector público, la atención al cliente mediante bots, la implementación masiva de la robótica, el big data o la inteligencia artificial. Como consecuencia de todo ello y, en paralelo, las comunicaciones y la ciberseguridad experimentarán un desarrollo exponencial.

Teletrabajo, oficinas, viajes y adaptación de hogares

La experiencia del uso generalizado del teletrabajo, con sus indudables ventajas respecto a cuestiones como la mejora en la conciliación de la vida familiar, la eliminación de desplazamientos –y el consiguiente descenso de la contaminación– o la flexibilidad horaria, traerá como resultado la reducción del espacio de las oficinas y la consecuente disminución de los precios de venta y alquiler por la caída de la demanda. Pero también el descenso del número de viajes laborales y, por tanto, del uso de medios de transporte como aviones o trenes, y el acondicionamiento de los hogares para el trabajo en casa.

Desglobalización

La crisis sanitaria ha desvelado importantes carencias en la fabricación y el suministro de productos sanitarios en algunos países desarrollados, fundamentalmente en Europa. Las estrategias empresariales basadas en la instalación de sus fábricas a miles de kilómetros, convirtiendo nuestras empresas en meras ensambladoras o distribuidoras, se han puesto en cuestión. Europa debe volver a producir, y hacerlo con energías limpias y sostenibles, sin caer en la tentación de un proteccionismo excesivo que dañe a los mercados.

«Tenemos la oportunidad de alcanzar un punto de inflexión que modifique las ciudades»

Relaciones laborales

La posibilidad de contratar profesionales ubicados en cualquier lugar del mundo, y que estos trabajen en equipo, provocará un incremento de trabajadores freelance, del trabajo colaborativo y de los contratos para tareas puntuales. Ello traerá como consecuencia la necesidad de modificar la legislación laboral para adaptarla a este nuevo entorno.

Éxodo de las ciudades

La confirmación del teletrabajo como posibilidad real y efectiva, la mejora en las redes de comunicación, el incremento del tráfico rodado o la contaminación galopante van a originar que muchas personas –que se lo puedan permitir por las características de su trabajo– se trasladen de las grandes ciudades a entornos rurales, a segundas residencias o a ciudades más pequeñas.

Transporte urbano

La movilidad de las ciudades experimentará importantes cambios. La reducción de los desplazamientos o el uso de transporte limpio, como bicicletas o automóviles eléctricos, mejorará el tráfico y reducirá la contaminación urbana.

Ocio y turismo

Los cambios serán numerosos y de gran calado. Aumentará el turismo rural, el uso del coche particular o de autocaravanas. Además, se evitarán aglomeraciones, se propiciará un turismo más sostenible y con altas medidas de seguridad e higiene. Pero también se accederá a productos culturales online, se desarrollarán los eSports, se producirá una mayor implantación de máquinas de vending, se harán cambios en la configuración de los hoteles y en sus servicios de restauración y un largo etcétera de modificaciones estructurales en el sector.

«Europa debe volver a producir, y hacerlo con energías limpias y sostenibles»

Marketing digital, venta online y redes sociales

Hasta ahora el marketing digital se encontraba muy focalizado en el comercio de productos. En el nuevo escenario, la venta online de servicios ha empezado a adquirir gran protagonismo. Y como canal de venta, se han consolidado las redes sociales.

Desaparición del dinero físico

Los Gobiernos y los bancos centrales de varios países, en concreto los nórdicos y algunos de Asia oriental, venían dando pasos decididos para la retirada definitiva del dinero en metálico. La crisis sanitaria ha acelerado este proceso, de forma que en poco tiempo los pagos se realizarán exclusivamente con tarjetas o con nuestros dispositivos móviles.

La formación del futuro

La base del cambio está en la formación. Vivimos en la era del conocimiento, y quizás es el momento de las llamadas softskills, con mucha mayor trascendencia en el ámbito social. Además, vamos a evolucionar hacia la ruptura con el modelo tradicional formación-trabajo-jubilación. El aprendizaje será recurrente durante la vida de las personas, para lo cual el protagonismo de la enseñanza online será indiscutible.

Salud. Alimentación. Medicina. Investigación

Nos hemos dado cuenta de que la salud del planeta determinará la salud de las personas. Por tanto, debemos centrar esfuerzos y recursos en la mejora de los sistemas sanitarios y de higiene, el desarrollo de la telemedicina, la lucha contra el cambio climático, la transformación del modelo energético y la resolución de los problemas alimentarios y de escasez de agua. Por otra parte, ahora somos más conscientes de que la ciencia y la investigación son imprescindibles para nuestro futuro como especie y, por tanto, no podemos escatimar un ápice a la hora de dotarlas con todos los medios necesarios.

«La salud del planeta determinará la salud de las personas»

Privacidad vs. salud

La controversia entre seguridad y salud frente a privacidad es ya un hecho. Cámaras en las calles o en cualquier establecimiento, control de redes sociales, medidas de seguridad en edificios, aeropuertos o en cualquier lugar público permiten la vulneración de nuestra intimidad. Parece que en este aspecto se protegerán más los intereses globales que los individuales.

Empresas con propósito social

Necesitamos un nuevo paradigma que busque la igualdad, la sostenibilidad y la capacidad de resiliencia. Hemos tomado conciencia de que tenemos un sistema económico endeble y vulnerable, que se ha desplomado en unas semanas por el efecto de un agente microscópico. Aquellas empresas que entiendan este nuevo capitalismo social y sean conscientes de que maximizar el beneficio no puede ser el único objetivo, serán las que lideren los sectores a medio y largo plazo. Valores como la integridad, la transparencia o el compromiso social han llegado para quedarse, y aquellos que no estén alineados con esta nueva estrategia perderán su reputación y serán expulsados del mercado.

Geopolítica

Desde hace unos años, la geopolítica mundial va adquiriendo una dimensión bipolar. El mundo del Atlántico y el del Pacífico asiático han tomado el liderazgo mundial, del que Europa se ha descolgado. La gestión de la pandemia de la mayoría de los países asiáticos les ha colocado en cierta ventaja.

 El peso del Estado

Esta pandemia nos ha servido para concienciarnos de que los servicios públicos son esenciales para la comunidad y, por tanto, de la gran importancia del Estado para gestionar los sistemas de salud, en la movilización de recursos o a la hora de imponer una autoridad democrática. La acción público-privada se revela como un instrumento fundamental para lograr la eficiencia en la gestión de muchas de las necesidades de los ciudadanos.

Gobernanza global

Hemos constatado que esta pandemia no entiende de fronteras, y los retos a los que nos enfrentamos –cambio climático, salud global, cambios demográficos o migraciones–, tampoco. En consecuencia, necesitamos una gobernanza de todo el planeta, es decir, global. Ahora sabemos que las decisiones individuales de cada Estado no son la solución a los problemas universales. Por otra parte, también es necesaria una poligobernanza en la que, además de los poderes públicos, participen las empresas y la sociedad civil.


Mario Alonso Ayala es presidente de Auren.

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