Cambio Climático
Europa frente a la batalla del clima: ¿siempre nos quedará París?
¿Lograremos reducir un 45% las emisiones para 2030? Hablamos con cuatro eurodiputados presentes en la última Cumbre del Clima.
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Insuficientes. Ese vuelve a ser el adjetivo que define las medidas climáticas adoptadas por los distintos países para alcanzar lo pactado en el Acuerdo de París. Han transcurrido casi tres años desde aquella negociación histórica que acordó detener el incremento de la temperatura global por debajo de 2 ºC respecto a los niveles preindustriales (y hacer un esfuerzo, incluso, para contenerlo en 1,5 ºC) y que hoy se tambalea.
Las continuas advertencias del IPCC a lo largo de este periodo han puesto de manifiesto ese exiguo compromiso, una denuncia amplificada por los jóvenes de todo el mundo y sus Fridays for Future. Motivos sobrados para que el secretario general de la ONU, António Guterres, llamara a los líderes mundiales a Nueva York en una cumbre no programada el pasado 23 de septiembre. Esta reunión técnica tenía por objetivo evaluar las promesas y los planes de acción climática puestos en práctica por los Gobiernos desde 2015.
¿Llegaremos a tiempo de reducir en un 45% las emisiones de CO2 para 2030? ¿Cómo asegurar que esa transición sea justa? ¿Hasta dónde llega el poder de los negacionistas? ¿Marca el movimiento estudiantil un punto de inflexión? Se lo preguntamos a cuatro portavoces de distintos grupos parlamentarios europeos presentes en la Cumbre de Nueva York.
Soraya Rodríguez, Grupo Renew Europe
«El cambio de modelo debe atravesar transversalmente todos los sectores y enfocarse en todos los desafíos, desde la igualdad hasta la desforestación»
Incluir la Cumbre de Acción por el Clima dentro del marco de una Asamblea General de Naciones Unidas ha sido un llamamiento para todos los países: si no aceleramos nuestras actuaciones y lo hacemos de manera conjunta y combinada, no podremos detener el cambio climático. Porque hay que entender que el cambio climático no tiene fronteras, debemos aunar esfuerzos.
Como ya mencionó el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, antes de la convocatoria, «las declaraciones y las promesas ya las hemos hecho». Las hicimos en el Acuerdo de París y en las cumbres por la biodiversidad. Ahora debemos definir un plan con medidas concretas de descarbonización de la economía que vayan desde los sistemas productivos y de transporte a los modelos energéticos. Sin embargo, toda ambición política requiere de financiación, si no, los planes van a ser muy buenos sobre papel pero se quedarán cojos en la práctica.
El cambio de modelo debe atravesar transversalmente todos los sectores y enfocarse en todos los desafíos, desde la igualdad hasta la desforestación. Sin olvidar que esta transición tiene que ser justa y no puede dejar a nadie atrás. Ahora el problema es que, como en cualquier transformación, se está generando incertidumbre. Por eso es necesaria la implementación de medidas de descarbonización que vayan acompañada de programas de adaptación social. Solo de esa manera puedes garantizar que los ciudadanos que sientan temor ante el nuevo contexto vean que no están solos, que existen procesos que los alejan de las situaciones de vulnerabilidad.
Ernest Urtasun, Grupo de los Verdes
«Pedimos a la Unión Europea más ambición: que eleve de un 45% a un 55% la reducción de las emisiones»
Con las medidas actuales no llegaremos a cumplir el objetivo de alcanzar una economía neta en carbono en 2050. Por eso nosotros le pedimos a la Unión Europea que sea más ambiciosa; que en vez de intentar reducir el 45% de las emisiones para 2030 como marca el Acuerdo de París, las reduzca un 55%. También reclamamos la creación de un plan global europeo sobre cómo alcanzar esas metas, porque nos hemos presentado a esta cumbre sin un programa conjunto.
De la mano de la reducción de emisiones debe ir una transición que sea justa: hay que movilizar recursos para ayudar a los sectores que lo van a pasar mal cuando, por ejemplo, se cierren las centrales de carbón. Nosotros hemos propuesto al Banco Europeo de Inversiones la creación de un fondo específico para la transición justa que sirva como línea de apoyo. Además, hay que tener en mente un plan de refuerzo de las industrias, como por ejemplo la del automóvil, para que se adapten a los cambios que vienen. Eso solo es posible a través de una política industrial de reconversión fuerte, de financiación, de ayuda a las regiones desfavorables y de formación de trabajadores.
A estas alturas, negar la existencia del cambio climático es ir en contra de la evidencia científica y de la propia experiencia: ya estamos viendo fenómenos meteorológicos que no habíamos visto nunca. Contra los negacionistas, la única salida es la concienciación y la movilización. Por eso es tan importante que movimientos como el de los jóvenes de todo el mundo sepan que sus decisiones de salir a la calle están teniendo un impacto. No creo que el secretario general de la ONU hubiese convocado una cumbre extraordinaria si no es porque hay una movilización mundial.
Javi López, Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas
«El European Green Deal debería ser la palanca para garantizar una transición justa en Europa»
Las movilizaciones de jóvenes que se han sucedido en el último año explican, en buena parte, que hoy la acción climática esté en el centro de la conversación institucional. Desde que se firmara el Acuerdo de París en 2015, hemos tenido los cuatro años más calurosos de la historia. Es evidente que ha llegado el momento de pasar de la retórica a la acción y esta cumbre debería ser un punto clave para adquirir compromisos firmes para la próxima década.
Esta va a ser la transformación económica más importante que ha tenido el planeta en los últimos siglos. Va a cambiar la producción, distribución y consumo prácticamente en todas las áreas: transporte, energía, infraestructuras, construcción, impuestos, comercio internacional… Como cualquier cambio, tiene unos costes y unos perdedores. Por eso las instituciones tienen que ser capaces de movilizar los suficientes recursos para absorber el impacto de ese cambio en los sectores más vulnerables. Los dos grandes retos que aún están pendientes y que generan conflicto para cumplir los ODS son la lucha contra el cambio climático y contra la desigualdad. Que la transición ecológica sea justa debería permitir combinar ambas cuestiones. El European Green Deal debería ser la palanca para garantizar una transición justa en Europa.
Hoy no existe ninguna duda acerca del cambio climático. El escepticismo es solo una carcasa de la ignorancia. En un mundo cada vez más hostil, protagonizado por la competencia entre grandes poderes, se ha hecho mucho daño a la idea de multilateralismo, que fue clave en la construcción de Europa. Europa debe de ser capaz de liderar la acción climática internacional; es la manera más efectiva de defender su modelo. Además, mientras en otras carreras internacionales –como la digital o la tecnológica– Europa ha quedado relegada, en la lucha climática podríamos ejercer un liderazgo que también se traduciría en términos económicos.
Sira Rego, Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea
«No basta con poner límites a las emisiones o a los plásticos. Hay que cambiar las políticas económicas»
El hecho de que los jóvenes salgan a protestar a las calles es en sí mismo un punto de inflexión. Lo interesante será ver de qué manera se organiza todo este potencial: de la misma forma que el movimiento feminista ha tenido la capacidad de plantear un esquema organizativo que ha logrado poner el feminismo en la agenda política, habrá que ver qué alcance adquiere todo esto, que esperemos que sea mucho.
Si no cambia el sistema de forma estructural, será muy complicado alcanzar las metas. No se trata de que cada uno en casa vivamos o consumamos de otra manera –que sí es importante–, sino de transformar el esquema de producción, distribución y consumo a nivel global. No se trata solo de una crisis climática, sino de una crisis ecosocial con muchas más implicaciones que exigen cambios profundos. Ahí se encuentra la contradicción de Europa, porque está claro que no basta con poner límites a las emisiones o a la fabricación de plásticos. Las políticas que se están llevando a cabo en algunos países son cosméticas, porque no se están haciendo esfuerzos para cambiar las estructuras. La Unión Europea es parte del problema, porque no está dispuesta a tener los debates que se necesitan para cambiar nuestras políticas económicas. La transición justa exige cambiar el modelo de producción: no podemos seguir sosteniendo una economía de oferta, tenemos que movernos hacia una de demanda. Es decir, debemos empezar a producir en función de lo que se necesita y no de lo que dicten los mercados. Puede parecer una utopía, pero no lo es: cuando pones en el centro las necesidades de las comunidades y empiezas a generar un sistema productivo que se adapta a ellas, te das cuenta de que se pueden introducir criterios de circularidad y de cercanía, reutilizar recursos, plantear un modelo de soporte energético de la economía que produzca lo necesario y no genere excedentes…
Hay que recordar que los negacionistas climáticos no son solo eso: son negacionistas de los derechos humanos o de los derechos de las mujeres. Es un discurso en muchos casos neofascista que pretende rescatar en la agenda política unos temas que afortunadamente ya no estaban en ella. El negacionismo es un elemento más del itinerario ideológico de los grupos de extrema derecha, por eso hay que desenmascararlos y plantear que están completamente fuera de la realidad.
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