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Cambio Climático

¿Podemos culpar al cambio climático de esta anómala primavera en Europa?

La primavera lluviosa de 2025 ha acabado, de forma rápida, con la sequía en varias regiones españolas. Ha devuelto a los campos resecos y a los ecosistemas con árboles y arbustos marchitos durante los últimos años un verdor y una humedad que hace años no se veía.

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28
mayo
2025

La primavera lluviosa de 2025 ha acabado, de forma rápida, con la sequía en varias regiones españolas. Ha devuelto a los campos resecos y a los ecosistemas con árboles y arbustos marchitos durante los últimos años un verdor y una humedad que hace años no se veía. Y ha situado las reservas de agua embalsada claramente por encima de los promedios de la última década. En contrapartida, la sequía ha tenido una notable presencia en países del centro y norte de Europa, poco acostumbrados a la escasez hídrica.

¿Se ha invertido la pluviometría en el viejo continente?

El patrón climático habitual en Europa

En general, llueve más y, sobre todo, hay más días lluviosos en el centro y norte de Europa que en sur del continente. Si nos centramos en la fachada atlántica, y por poner un ejemplo, Irlanda es más lluviosa que Andalucía occidental o el Algarve. Esto es cierto a grandes rasgos, porque en la región española existen enclaves muy lluviosos, como la sierra de Grazalema (Cádiz).

La explicación de una Europa mediterránea con cantidades de lluvia modestas y largos períodos de sequía, frente a una Europa al norte lluviosa, de paisajes verdes y húmedos, estriba en la circulación general atmosférica. Así, en las latitudes medias y altas de Europa la circulación atmosférica se caracteriza por vientos dominantes del oeste, atlánticos, por tanto, húmedos. A menudo van asociados a borrascas frontales, de las que penden frentes cálidos y fríos. Estas borrascas suelen desplazarse de suroeste a nordeste y con sus frentes aportan lluvias frecuentes y de intensidad moderada.

Al sur de la zona de los vientos dominantes del oeste, entramos en las latitudes mediterráneas, en las que la atmósfera está influida por las altas presiones en un número notable de días. Al menos en altura, hacia unos 5.500 m y más arriba, estas latitudes se corresponden con el límite septentrional de un gran cinturón de anticiclones subtropicales-tropicales que rodea el planeta.

El cinturón anticiclónico tiene su eje cerca de los 30º de latitud, en ambos hemisferios. Este cinturón tiene como reflejo climático los grandes desiertos tropicales del planeta, como el Sahara o el desierto de Arabia, en el hemisferio boreal, o el gran desierto australiano, en el hemisferio sur.

La sequía ha tenido una notable presencia en países del centro y norte de Europa, poco acostumbrados a la escasez hídrica

El anticiclón de las Azores, cuasipermanente en los mapas del tiempo cerca del archipiélago homónimo, es uno de los eslabones del citado cinturón. Es una barrera efectiva ante las borrascas atlánticas, que no suelen alcanzar buena parte de la península ibérica con la frecuencia que lo hacen en países situados más al norte. Es típico el caso de una dorsal o prolongación del anticiclón de las Azores abrazando la península ibérica. El tiempo entonces es muy estable, sin lluvias, exceptuando la franja cantábrica, donde pueden producirse algunas lloviznas.

¿Qué ha ocurrido esta primavera?

El patrón descrito a veces se invierte, con bajas presiones al suroeste de Europa, por ejemplo, con una borrasca o una DANA (siglas de depresión aislada en niveles altos) hacia el golfo de Cádiz (en España) y un anticiclón en el norte o centro del continente, como en las islas británicas, los países escandinavos o Centroeuropa.

Este anticiclón en latitudes más septentrionales que las de España y Portugal se denomina anticiclón de bloqueo, porque viene a impedir la circulación de los típicos vientos del oeste. Se producen entonces lluvias generosas y, en algunos casos, torrenciales en el suroeste de Europa y períodos sin precipitación en las localizaciones del anticiclón. Esta situación ha sido la predominante en la primavera de 2025, con lluvias muy abundantes en muchas regiones españolas y sequía en el norte de Europa.

Y surge de inmediato la pregunta: ¿esta primavera lluviosa es consecuencia del cambio climático, realidad, por otra parte, inequívoca? La respuesta es negativa, en un principio. De hecho, existen muchos ejemplos de primaveras pasadas también lluviosas y revueltas, como las de 2013 y 2018. Incluso el refranero meteorológico, que forma parte de la cultura popular, está lleno de refranes que aluden al carácter cambiante y lluvioso de la primavera: «En abril, aguas mil», «marzo ventoso y abril lluvioso, dejan a mayo florido y hermoso», etc.

Es verdad que la primavera de 2025 ha sido muy lluviosa en buena parte de España, especialmente en el mes de marzo. En este mes se recogió dos veces y media la cantidad de lluvia normal. La cuarta parte de los observatorios meteorológicos de la red principal de la Agencia Estatal de Meteorología registró el marzo más lluvioso desde 1961. El ejemplo de Madrid (Retiro), con 235,4 mm, que supone más del doble del promedio anual, es muy ilustrativo.

No es casual que, precisamente, algunas comarcas situadas entre Galicia y el País Vasco hayan sido la excepción, en cuanto a recibir valores de lluvia inferiores a los normales, por su situación septentrional en la península ibérica. Nunca llueve a gusto de todos.


Javier Martín Vide es catedrático de Geografía Física, Universitat de Barcelona. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

The Conversation

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