Innovación

Movilidad sostenible y economía compartida

Un conductor privado emite en Madrid hasta 20 veces más CO2 que uno que comparte coche. Las modelos disruptivos irrumpen con fuerza en el mercado con un modelo basado en compartir los vehículos.

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13
noviembre
2014

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La economía de uso compartido cobra cada vez más fuerza en la sociedad. Aunque solo sea la punta del iceberg, parece que la gente toma conciencia del uso desmedido de recursos que ha ido creciendo exponencialmente en las últimas décadas, y que repercute negativamente en el medio ambiente…. Y en sus bolsillos.

Basta con echar un vistazo a una industria, cada vez más pujante, basada sencillamente en aprovechar más y mejor lo que ya tenemos. “Hasta hace pocos años éramos unos auténticos desconocidos, un negocio muy pequeñito; pero el éxito de webs de alquiler compartido de viviendas, como Airbnb, han concienciado a la sociedad de que hay otras vías, y eso se ha extendido a otros sectores”. Lo dice Sócrates Domínguez, portavoz de Blue Move. Su empresa parte de una idea muy sencilla: si uno usa el coche de vez en cuando, ¿por qué debería pagar él solo la astronómica cifra de uno nuevo, el seguro anual, las revisiones, el impuesto de circulación, el seguro, averías y un interminable etcétera? Las iniciativas como la suya se llaman ‘car sharing’ o, en román paladino: compartir coche. Blue Move empezó hace menos de 10 años con cuatro coches. Hoy tiene 150.

Emisiones de CO2 hasta 20 veces por debajo de la media

Dentro de las empresas de ‘car sharing’ entran las que se atienen al concepto más básico, como las redes sociales Bla Bla Car o Amovens: usuarios privados comparten los gastos de un viaje. Un planteamiento matizable en el caso de la primera, que ha empezado a cobrar comisión por cada transacción entre particulares aunque, como aseguran desde la misma empresa, se llevan una comisión “por el servicio de la propia transacción, no del transporte, que queda en algo entre particulares”.

El caso de Blue Move o Respiro es algo más sofisticado. Los coches no son de particulares, sino flotas de la propia firma. Su diferencia fundamental respecto a una empresa de alquiler al uso es que están enfocadas al uso por horas. Eso implica simplificar el proceso de adquisición para que sea más rápido y, sobre todo, tener siempre un vehículo a mano. ¿La clave? Prescindir de oficinas e intermediarios. Para ello, estas empresas emplean los parkings públicos diseminados por toda la ciudad en lugar de sedes propias, y el conductor solo debe acercar su tarjeta de socio al coche para que se abra como por arte de magia y le espere con la llave metida en el contacto y el depósito lleno de combustible.

carsharing

“Un mismo coche puede ser utilizado por cuatro o cinco personas al día”, afirma Domínguez. Desde Respiro, por su parte, aseguran que “por cada coche de ‘car sharing’ se reduce el número de coches en propiedad entre 15 y 20”. Un Estudio de la Unión Europea asegura, además, que esta práctica supone una disminución de 1.900 kilómetros anuales recorridos por persona ¿Una amenaza para la industria del automóvil? “No hay que verlo así”, responde Domínguez, “empresas como la nuestra complementamos lo que ya hay, somos el eslabón que faltaba entre el transporte público y el privado”. Para apoyar su afirmación recuerda que Kia es ‘partner’ actual de Blue Move, y que “un fabricante tan importante apueste desde ya por el coche compartido significa que la industria está asumiendo una tendencia imparable, que solo va a ir a más”.

Y es que, a los ojos cada vez mas críticos de la opinión pública cuando se trata de medio ambiente, las marcas de automóviles no tienen más remedio que apoyar las iniciativas enfocadas a reducir las emisiones que sus propios modelo provocan. A falta de un estudio oficial, las empresas de ‘car sharing’ empiezan a alumbrar datos que, sin bien no pueden considerarse imparciales, resultan del todo verosímiles. HelloByeCars (con un funcionamiento similar a Blue Move o Respiro) publicó el año pasado su memoria de actividades, en la que aseguran que cada persona que practica ‘car sharing’ produjo durante ese año una media 0,24 toneladas de dióxido de carbono. Para que se hagan una idea: la media por conductor privado en Madrid es de 4,6 toneladas, o lo que es lo mismo, 20 veces más. Organizaciones como Greenpeace, además, suelen sacar a menudo los colores a la industria; para muestra un botón: en el Salón del Automóvil de Madrid de 2010, que para esa edición se etiquetó como “ecológico y sostenible”, una gran cantidad de modelos de las principales marcas emitía muy por encima de los 200 gramos de CO2 por kilómetro. “Un claro ejemplo de la poca seriedad de los fabricantes, cuando dentro de nada el estándar de la Unión Europea se va a establecer en 130 gramos, casi la mitad”, aseguran desde la ONG.

Creatividad para una movilidad aún más sostenible

El ‘car sharing’ como concepto es sencillo, y da lugar por tanto a un gran número de iniciativas heterogéneas cuyo fin, en definitiva, es el mismo: compartir vehículo para consumir y emitir menos. El Ayuntamiento de las localidades madrileñas de El Boalo, Cerceda y Mataelpino ha lanzado este año un proyecto que se remite al germen auténtico del ‘car sharing’: hacer autostop. Una práctica que ha disminuido en las últimas décadas por el aumento de la peligrosidad de viajar con desconocidos, algo que el consistorio resuelve con el siguiente sistema: quienes quieran adherirse deben acercarse a uno de los Centros Administrativos del municipio con el DNI y el permiso de circulación del vehículo o la tarjeta de inspección técnica y registrarse. Automáticamente se les da un adhesivo distintivo para que lo pongan en su coche, bien visible. Quien haga autostop, solo tiene que fijarse si el vehículo lleva la pegatina verde para subirse con total confianza. “Hacer autostop es una forma económica, ecológica y rápida de desplazarse. Además, al ser una actividad basada en la confianza y la solidaridad, ayuda a mejorar y estrechar las relaciones entre la población, facilitando la convivencia”, aseguran desde el Ayuntamiento. Un sistema que lleva medio año funcionando para mover de un lado a otro a los poco más de 7.000 habitantes de estas tres localidades de una forma eficiente. Y por supuesto, sin tener que pagar por ello.

Hay firmas de ‘car sharing’ en Europa que afianzan su apuesta por el cuidado del medio ambiente ofertando solo coches eléctricos. En España, la empresa Ozone Drive pretende que este tipo de propulsión destierre definitivamente a los vehículos de combustibles fósiles. Su primer proyecto consiste en implantar centros de alquiler de coches eléctricos en los principales destinos turísticos de España, principalmente en las islas. Gracias a una serie de acuerdos con las cadenas hoteleras, el principal problema de este tipo de vehículos, la escasa autonomía, se resuelve de un plumazo: muchos hoteles tienen puestos de carga eléctrica el sus aparcamientos. De momento el proyecto está en fase embrionaria, pero todo apunta a que su aceptación será más que notable. Su fundador y director, Ángel López Samartino, explicaba hace poco en Radio Nacional: “La gente aún tiene cierto recelo a usar el coche eléctrico, pero es algo que siempre pasa con las nuevas tecnologías. Hace poco más de 10 años tener muchos rehusaban tener teléfono móvil, y ahora no concebimos la vida sin él”. Igual que la práctica del ‘car sharing’, hasta hace bien poco marginal, pero hoy “una tendencia imparable que cambiará nuestra forma de movernos”, como afirma Domínguez, de Blue Move.

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