Opinión

Algunas claves en torno a la inversión sostenible

¿Qué buscan un inversor socialmente responsable a la hora de invertir? ¿Qué hace que las inversiones sean de verdad sostenibles? Gonzalo Rengifo, director general de Pictet de España, desgrana algunas claves.

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01
mayo
2013

Sentirse bien con tus inversiones puede tener un coste, como pone de manifiesto la menor rentabilidad de las empresas socialmente responsables del índice FTSE4GOOD, en relación con el índice mundial FTSE de noviembre de 2001 a 2012. Sin embargo ‘invertir en el mal’ puede en ocasiones ser más rentable, como en el caso del conocido ‘fondo del vicio’ (‘Vice Fund’ en inglés), en un periodo similar respecto a un índice mundial.

Pero los inversores socialmente responsables, además de rentabilidad financiera, están interesados en el menor riesgo asociado a la sostenibilidad (factores medioambiental, social y de gobierno corporativo). De hecho, las compañías con mejor calificación en estos factores resultan ser más resistentes y atractivas a largo plazo.

En el caso de Europa, a partir del índice MSCI Europe, es posible llevar a cabo una evaluación de estos factores para cada sector (generalmente huella de CO2 y creación neta de empleos) y excluir a las empresas que no alcancen mínimos o que estén involucradas en actividades controvertidas que representen más del 5% de la facturación.

Para que la inversión sea verdaderamente sostenible, hay que incluir factores de sostenibilidad financiera. Estos, en contraste con el análisis financiero convencional a corto plazo, están relacionados con la supervivencia a largo plazo de la empresa, por lo tanto pueden contribuir a la estabilidad de los mercados y a que la economía esté mejor capacitada para resistir choques. Es el caso de la estabilidad en el crecimiento, bajo nivel de endeudamiento y escaso riesgo de mercado.

Hay que tener en cuenta que un mayor endeudamiento hace más volátiles los beneficios y las cotizaciones (especialmente en un entorno de recesión) e incrementan la posibilidad de bancarrota. Así, de 1991-2011 las empresas con mayor deuda/recursos propios se comportaron peor. Además, la rentabilidad anual fue 11% en el grupo de empresas con mayor estabilidad en el crecimiento de activos, frente a 6,5% del grupo con menor estabilidad, y las empresas con mayor riesgo de mercado generaron menos rentabilidad que sus pares más defensivos.

Las empresas financieramente insostenibles no sobreviven a las crisis o lo hacen con enormes costes financieros o estratégicos, a diferencia de las financieramente sostenibles. Estas aprovechan las oportunidades a largo plazo y se comportan mejor como grupo. Tienen balances más pequeños y crecen orgánicamente de manera constante, no mediante adquisiciones (que pueden conducir a recortes de empleos y a ocupar tiempo y capacidad de gestión). Además contratan personal gradualmente y se abstienen de actividades de alto riesgo, pues sus accionistas están informados y son activos.

Estas empresas, incluidas en nuestra cartera europea sostenible, en comparación con las del índice MSCI Europe, emiten menos CO2, consumen menos materias primas, usan menos agua y están menos multadas por asuntos ambientales. Cuentan con mayor proporción de mujeres directivas, menos accidentes mortales, menor rotación de empleados y menos anuncios de despidos.

Además, atraen talento; personal más motivado y productivo, con menor rotación. Disponen de altos estándares éticos y buena reputación, clave para acceder a nuevos mercados. Su buena gobernabilidad reduce riesgos, asegura el cumplimiento legal y facilita una financiación adecuada en los mercados de capitales. En materia de gobernanza, han firmado el acuerdo de sostenibilidad Global Compact de Naciones Unidas y sus accionistas tienen derecho a votar sobre remuneración de directivos; tienen menores gastos por litigios.

En suma, son más competitivas, resistentes y eficientes y tienen mejores márgenes. Las empresas de mejor sostenibilidad representan actividades económicas que pueden satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de satisfacer sus propias necesidades a las generaciones futuras.

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