Opinión

Ética en el Periodismo

Las escuchas ilegales de News of the World son otro ejemplo de los límites que la ética humana es capaz de superar.

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20
marzo
2011

La crisis económica ha tenido su vertiente positiva. No todo es malo, aunque sí casi todo. Algo bueno ha dejado. Ha servido para demostrar que la crisis no sólo era económica. Era mucho más profunda. En verdad, es una «crisis de valores». Al primero que escuché utilizar esta expresión para definir la magnitud de la tragedia económica casi le tachan de loco, oportunista, exagerado y demagogo. Corrían los tiempos en los que algunos se empeñaban en negar la evidencia del agujero económico en el que nos estábamos metiendo. Empezábamos a descubrir, con Lehman Brothers o Bernie Madoff, que la crisis era en realidad el estallido de una burbuja financiera. Algunos banqueros e inversores bursátiles habían levantado grandes fortunas con toda clase de mentiras y engaños. Aquella realidad había permanecido escondida, como una alfombra de lujo y ostentación que tapaba un agujero que ha tambaleado los cimientos del sistema capitalista. Nadie tiene dudas de esto. Los últimos incrédulos pueden abrir definitivamente los ojos con el documental Inside Job.

La ausencia de escrúpulos, la violación de los principios deontológicos y el asesinato de la moral provocaron los escándalos financieros. La crisis económica era en verdad una crisis de valores. Sus tentáculos aparecen a diario en todas las facetas de la vida. El último caso ha salpicado de lleno al Periodismo, tan habituado a dar lecciones de comportamiento a los demás estamentos sociales. Las escuchas ilegales de News of the World son otro ejemplo de los límites que la ética humana es capaz de superar cuando la ambición desmedida y el ansia de poder se alzan en el primer valor de las personas. Los responsables de la revista fueron capaces de saltarse la intimidad de las víctimas de los atentados terroristas del 2005 en Londres. Espiaron sus conversaciones telefónicas para conseguir detalles escabrosos de la tragedia que luego poder publicar. Era el máximo encumbramiento del fin por encima de los medios. Cualquier método servía con tal de conseguir una exclusiva. No robaban dinero como Madoff. Pero sí hurtaban secretos personales para enriquecerse con las ventas.

Igual que los indignados del Movimiento 15-M y Real Democracia Ya reclaman un comportamiento ético a los bancos y los políticos, los periodistas debemos exigirnos unos mínimos morales. Todos, sin excepción. Somos especialistas en, como dice el refrán, ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio. Somos maestros en repartir lecciones que rara vez nos aplicamos a nosotros mismos. Hace falta más coherencia en la profesión, más respeto a la deontología, mayor respeto a los principios morales y mayor castigo para quienes emplean toda clase de atajos inmorales para triunfar. Hay que acabar en las redacciones con los interesados, los trepas, los individualistas, los mentirosos, los insolidarios… El éxito debe ser siempre un camino definido por la rectitud de obras e ideales. Debemos rescatar la ética en la información, el respeto a la fuente, el derecho al honor, la obligación de confirmar, la precisión en la palabra y tantos dogmas del Periodismo clásico que han acabado de rodillas ante el ansia de fama, dinero y poder. El Periodismo también está en crisis. Crisis económica y crisis de valores.

Artículo cedido para su publicación en Ethic por LaSemana.es

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