Opinión

¿Qué comen tus hijos en el colegio?

Más de 1,5 millones de niños realizan la comida más importante del día en la escuela, pero no existen datos oficiales sobre el gasto público y la calidad de los alimentos.

Autor

Andrés Muñoz Rico
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03
junio
2016

Autor

Andrés Muñoz Rico

La alimentación en los colegios de España afronta numerosos retos que debemos saber enfrentar desde un punto de vista ético, teniendo en cuenta sus impactos sociales, económicos y medioambientales. Para ello es importante que conozcamos la realidad sobre los comedores escolares, aunque por desgracia son pocos los datos que se conocen sobre la actividad de la restauración colectiva en los centros educativos de nuestro país.

En los colegios sólo el 8,8% de las verduras y el 2,4% de la fruta se adquiere de productores primarios, según la ONG ‘VSF’

Diariamente, 1.639.376 niños realizan la comida más importante del día en la escuela, lo que representa un 40% del total del alumnado, según el Ministerio de Educación. Pero nada se sabe sobre cuántos centros educativos elaboran la comida en sus propias cocinas ni cuántos se preparan en cocinas centrales, muchas a través de líneas frías de procesado de alimentos.

Otro dato general es que el sector de la restauración colectiva y catering facturó 3.255 millones de euros en 2015, un 3% más que en el año anterior, según el Observatorio Sectorial DBK de Informa D&B. La misma fuente afirma que la subcontratación del servicio de comida en sanidad y enseñanza facturó 2.750 millones de euros, un 3,2% más que en 2014. Pero, ¿cuánto se gastan las administraciones en compra pública de alimentos en los colegios españoles? Justicia Alimentaria Global VSF calcula -a falta de datos oficiales- que se destinan 1.780 millones euros al año.

En el ámbito empresarial, este sector está compuesto por 960 entidades que dan trabajo a 56.000 personas, siendo las cinco primeras quienes concentran el 39,7% del mercado. Pero no sabemos cuál es su margen de beneficio o cuáles son las condiciones laborales del personal de cocina y de los monitores de comedor.

También es un misterio cuánto gastan las empresas en la compra de materias primas, cuál es el precio que pagan a los productores. Aunque estudios como los de VSF Justicia Alimentaria Global dan a conocer su procedencia: tan sólo el 22,7% de la carne, el 8,8% de las verduras y hortalizas y el 2,4% fruta se adquiere a productores primarios, mientras que la compra a mayoristas es del 61,8%, 74,4% y del 78,2% respectivamente.

Nada sabemos tampoco de la calidad alimentaria de los menús que se confeccionan en los comedores escolares, más que por las denuncias que aparecen en los medios, que delatan el abuso de fritos, de productos azucarados, de conservas y de proteína animal. Los porcentajes dan una idea de la situación, pero no confirman la teoría: en España, la prevalencia de sobrepeso en menores de 17 años es del 18,26% y la de obesidad en menores es del 15,15%, según la Encuesta Nacional de Salud.

En cuanto a los impactos medioambientales, el sistema alimentario industrial sobre el que se sustenta es una de las grandes causas de la crisis climática, y es responsable de entre el 44 % y el 57 % de las emisiones globales de gases invernadero, según datos de GRAIN. En la restauración general, entre el 4 y el 10% de los alimentos comprados acaba en la basura. Pero pocas veces se habla de las alternativas que tenemos a nuestro alcance para apoyar y construir modelos de comedores escolares sostenibles. Estos centros afrontan dos demandas sociales que debemos saber analizar para medir bien los impactos sociales, económicos y medioambientales que tienen.

El gasto de las familias en alimentación ha descendido un 4,9% durante la crisis

Por un lado, en un contexto de crisis económica prolongada, en el que hay 2.982.272 niños que viven en situación de riesgo de pobreza o exclusión, según datos de Save the Children, y en el que el gasto en alimentación en las familias ha descendido en un 4,9% durante la crisis, según datos del INE, el comedor escolar se convierte en el único recurso alimentario para muchos niños y niñas. Es por ello que la calidad nutricional de lo que en ellos se sirve tiene una repercusión muy fuerte en una nutrición y desarrollo adecuado.

En segundo lugar, en un país donde la conciliación es un camino lleno de obstáculos, el comedor escolar es un recurso fundamental para cientos de miles de familias que necesitan alargar el horario escolar de sus hijos e hijas, para compatibilizarlo con sus obligaciones laborales. Es por tanto una obligación de las administraciones públicas ofrecer un servicio de calidad, ya que su financiación se cubre con impuestos que paga la ciudadanía.

Ante todos estos retos que afronta la alimentación escolar en España, y por la ausencia de tantos datos necesarios para adoptar una postura ética, en Del Campo al Cole nos hemos embarcado en una campaña de crowdfunding en Goteo para realizar una investigación sobre los comedores escolares en España. Queremos saber para poder decidir.

Andrés Muñoz Rico es responsable de ‘Del Campo al Cole’

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