TENDENCIAS
Advertisement
Sociedad

¿Qué es un centennial?

Son jóvenes, digitales, diversos y escépticos ante los discursos dominantes. La Generación Z redefine los valores sociales, laborales y emocionales de las próximas décadas.

¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
22
julio
2025

Nacidos entre 1995 y 2010, los centennials —también llamados miembros de la Generación Z— constituyen la primera generación que no ha conocido el mundo sin internet. A diferencia de los millennials, que vivieron la transición del mundo analógico al digital, los centennials nacieron con un teléfono celular cerca, una conexión inalámbrica como paisaje habitual y un algoritmo guiando buena parte de sus decisiones cotidianas. Esta hiperconectividad ha moldeado sus hábitos, pero también su percepción del tiempo, del conocimiento y de las relaciones.

A menudo descritos como nativos digitales, los centennials no solo manejan con soltura las herramientas tecnológicas: piensan y sienten a través de ellas. Sus vínculos afectivos, su activismo, su consumo cultural y hasta su autopercepción pasan, en muchos casos, por las redes sociales. Pero la conexión constante también ha tenido un coste: esta es la generación que más sufre de ansiedad, depresión e insomnio, según múltiples estudios. La American Psychological Association alertó en 2018 que los niveles de estrés reportados por los miembros de la Generación Z superaban los de cualquier otra cohorte etaria, en buena parte por el impacto de las redes sociales y la incertidumbre global.

Sin embargo, sería un error reducir a los centennials a usuarios compulsivos de TikTok. Es, también, una generación crítica que ha crecido en medio de crisis múltiples —económica, climática, sanitaria, institucional— que han generado una desconfianza generalizada hacia las promesas del progreso lineal. No creen automáticamente en las instituciones ni en el relato meritocrático del esfuerzo individual. Tampoco en las marcas ni en los discursos vacíos. Su desconfianza no es cinismo: es el resultado de haber observado las fracturas del mundo adulto desde muy temprano.

Es la generación que más sufre de ansiedad, depresión e insomnio, según múltiples estudios

Este escepticismo se traduce en nuevas formas de activismo. Lejos del modelo tradicional de militancia, la Generación Z apuesta por causas concretas, identidades fluidas y valores transversales como la sostenibilidad, la diversidad y la salud mental. Según un estudio global de Deloitte en 2023, los centennials son más propensos que generaciones anteriores a rechazar empleos o consumir productos que contradigan sus valores éticos o ambientales.

En el plano de las relaciones, apuestan por modelos más horizontales. La jerarquía impuesta les incomoda. Se comunican a través de códigos propios, a menudo visuales y fugaces, y valoran la autenticidad por encima de la corrección formal. Quieren espacios seguros para expresarse, pero también son conscientes de las dinámicas de poder, género y raza. Han crecido con discursos inclusivos, pero también con el agotamiento de tener que posicionarse ante todo.

Los centennials no encajan fácilmente en los moldes heredados. Su visión del trabajo, por ejemplo, rompe con las lógicas tradicionales. No priorizan necesariamente la estabilidad ni la promoción vertical. Valoran más el equilibrio emocional, la flexibilidad horaria y el propósito de lo que hacen. Muchos sueñan con emprendimientos propios, con trabajos híbridos o directamente con profesiones que aún no existen. Pero también arrastran una creciente precariedad: acceso limitado a la vivienda, dificultad para insertarse en el mercado laboral y un horizonte económico marcado por la incertidumbre. Son, paradójicamente, una generación formada pero más empobrecida.

En términos de identidad, la Generación Z ha roto con etiquetas rígidas. La sexualidad, el género, la religión o la ideología ya no se viven como absolutos, se viven como procesos o estructuras en constante evolución. Esta fluidez no es superficial, también refleja una conciencia aguda de la complejidad del mundo. Sin embargo, esta misma flexibilidad, a su vez, puede generar una presión constante por definirse y mostrarse al mundo de forma coherente y atractiva.

La Generación Z ha roto con las etiquetas rígidas en materia de sexualidad, género e ideología

Muchos centennials viven con una sobreexposición permanente que combina la visibilidad con la vulnerabilidad. El entorno digital amplifica sus voces y, por tanto, sus errores. La cultura de la cancelación, la vigilancia social y el juicio constante generan un clima de ansiedad. Según la Organización Mundial de la Salud, los problemas de salud mental entre adolescentes y jóvenes adultos se han disparado en los últimos años, especialmente tras la pandemia de covid-19.

Pese a estas dificultades, hay señales de una generación resiliente. Se trata de jóvenes que han aprendido a pedir ayuda, a hablar de sus emociones, a cuestionar el mandato del éxito rápido. Buscan relaciones más auténticas, estructuras más horizontales, narrativas más diversas. Y en ese proceso también están transformando el lenguaje, el trabajo, la cultura y la política.

Precisamente, en materia política, y en dirección contraria, existe entre los jóvenes (especialmente los hombres) una tendencia cada vez más creciente y preocupante: la radicalización hacia posturas de extrema derecha. En distintos países occidentales, una parte significativa de los centennials muestra simpatía por discursos ultraconservadores, autoritarios e incluso abiertamente reaccionarios. Este giro se alimenta en gran medida de su ecosistema digital, donde proliferan mensajes simplistas, contenidos provocadores y referentes políticos que apelan a una supuesta recuperación del orden perdido.

Así, mientras una parte de esta generación defiende la inclusión y la sostenibilidad, otra abraza un discurso excluyente como supuesta respuesta identitaria a la complejidad del mundo actual.

La Generación Z no es homogénea ni está exenta de contradicciones. Pero su mirada hacia el futuro, lejos de ser ingenua, está cargada de preguntas incómodas. ¿Cómo convivir en un mundo incierto? ¿Cómo trabajar sin agotarse? ¿Cómo cuidar el planeta sin resignarse? ¿Cómo amar sin poseer? Entender la perspectiva centennial es, en última instancia, una forma de repensar nuestro presente. Porque sus dudas, sus valores y sus tensiones no son solo generacionales, son también síntomas de un cambio más profundo que afecta a toda la sociedad.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME