La muerte del dinero en efectivo
En varios lugares de Europa ya hay tiendas que solo dejan pagar con tarjeta. Actualmente, muchos países están moviéndose hacia una sociedad sin efectivo, pero el contexto geopolítico les está haciendo plantearse si es lo correcto.
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Cambiar divisas antes de empezar un viaje podría estar llamado a convertirse en un ritual turístico del pasado. En la oficina del banco recomiendan, justo antes de un viaje a Reino Unido desde España, que no se cambie mucho dinero. Incluso, podrías viajar sin dinero en efectivo, dicen. Una vez en el destino, gastar las libras cambiadas se vuelve cuesta arriba: muchos lugares ya no aceptan efectivo y, en los que sí, muchos solo lo hacen si se les da el dinero justo.
Los cálculos de UK Finance apuntan que solo el 12% de todos los pagos que se hicieron en el país en 2023 fueron con efectivo y se espera que sean ya solo el 6% en 2033. Y, aunque el uso de efectivo ha subido ligeramente en la comparativa interanual, en el plano general lleva cayendo desde 2014.
Las tiendas están en su derecho a rechazar pagos en efectivo. A principios de año, Emma Reynolds, la secretaria Económica del Tesoro británica, confirmaba que no se les obligaría a aceptar pagos con monedas y billetes, aunque apuntaba también que eso no iba a implicar necesariamente que el país fuese a convertirse en un país libre de cash.
Cada vez es más habitual pagar prácticamente todo con tarjeta o apps móviles en muchos países. Resulta cómodo, simple y, además, genera una trazabilidad más clara del pago. España misma puede ser un ejemplo. Antes de la pandemia, todavía era habitual encontrarse con comercios o bares que rechazaban el pago con tarjeta o que ponían cantidades mínimas. Ahora, la tarjeta está por todas partes. Hasta suele ser preferida a que se pague con un billete mediano o grande y se queden sin cambio.
La última estadística del Banco de España sobre la cuestión confirma que, aunque el efectivo sigue siendo en líneas generales el método de pago más habitual, su uso en el día a día está cayendo. Así, un 59% de la población paga (a cierre de 2024) con efectivo de forma habitual, frente al 30% con tarjeta y el 11% que lo hace con el móvil. Sin embargo, existen diferencias. Las mujeres pagan más con tarjeta que los hombres y las personas de más edad más con efectivo que los jóvenes, que usan el móvil. En el 92% de los comercios ya se puede pagar con tarjeta.
Lo cierto es que se lleva advirtiendo de la muerte del efectivo desde hace ya unos cuantos años y la mayor digitalización de la sociedad lo ha ido acercando. Para las generaciones más jóvenes, se convierte ya casi en un acto reflejo pagar con algún dispositivo. Lo raro es, justamente, que tengan dinero en la cartera.
Entre los beneficios están la eficiencia, la rapidez y la rendición de cuentas. Sin embargo, la transición hacia una sociedad libre de dinero tiene también sombras, como han demostrado ya un par de casos prácticos.
El kit de supervivencia de la Unión Europea recomienda tener efectivo en casa para una eventual emergencia
Uno es Suecia. El país es el ejemplo recurrente de una sociedad sin efectivo, tanto que uno de sus ministros llegó a pronosticar hace unos años que el dinero contante y sonante iba a desaparecer del país para 2025 (y no, no lo ha hecho). Muchas tiendas y servicios ya no aceptan efectivo en el país y los pagos vía tarjeta o aplicaciones son por defecto los preferidos. Tanto es así que desde que empezaron a propiciar el cambio en 2012 la cantidad de monedas y billetes en circulación se ha reducido a la mitad y el país llegó a convertirse en 2017 en el que menos efectivo usaba de Europa (ahora, ellos y Noruega son los que lideran ese ranking a nivel global). Solo una compra de cada 10 se paga hoy en efectivo. Pero esto ha tenido efectos directos sobre las brechas de pobreza, ya que el salto a una sociedad cashless dejó fuera a la población más vulnerable, que no tiene cuentas bancarias o que no sabe o no puede emplear estas tecnologías, ya sea porque son personas sin hogar o de muy bajos recursos. Una investigación señala que esto empeora su calidad de vida y las hace sentir como delincuentes.
Asimismo, el gran apagón que sucedió este abril en España les demostró a muchas personas que nunca tienen efectivo en la cartera qué puede pasar cuando se depende por completo de la tecnología y esta se apaga. Se puede tener todo el dinero del mundo en la cuenta bancaria, pero no se podrá comprar una barra de pan porque no se tiene la moneda de euro necesaria.
El kit de supervivencia de la Unión Europea recomienda, de hecho, tener efectivo en casa, guardado para una emergencia. Y los países que habían hecho grandes avances hacia la muerte del efectivo se plantean ahora si eso no los pone en una situación vulnerable en este nuevo escenario de potenciales amenazas.
Como recoge The Guardian, los planes de defensa civil de Suecia están incentivando que se vuelva al efectivo como medida de precaución. Noruega aprobó el año pasado una ley que penaliza que no se acepte esta forma de pago y, también, recomienda tener dinero de emergencia en casa.
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