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Analía Plaza

«Los salarios llevan estancados muchos años, algo que combina con la vivienda»

Fotografía

Alba Vigaray
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26
noviembre
2025

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Alba Vigaray

Según la periodista y escritora Analía Plaza, los ‘boomers’, aquellas personas nacidas entre los 50 y los 70, son una generación que, ya superados los 55, están empezando a disfrutar de la vida: muchos jubilados o prejubilados, con la casa pagada y los hijos crecidos, tienen dinero para invertirlo en comer fuera, irse de viajes al extranjero y llenar la despensa sin mirar mucho los precios. Una realidad a la que han llegado porque en su época, al revés que ahora, era más sencillo que el trabajo rindiera o acceder a una vivienda. Unos contrastes que están suponiendo que se abran brechas generacionales. En su ensayo ‘La vida cañón’ (Temas de Hoy) habla de todo esto recorriendo la historia de esta generación a través del ocio, el trabajo, la vivienda, las pensiones o la familia, entre otros.


¿Cuál es esa vida cañón que se están pegando los boomers?

Una vida de salir a comer mucho fuera, de irse de viajes al extranjero, de no mirar mucho los precios al llenar la despensa… Una vida que se están pegando después de haber trabajado mucho, criado a sus hijos y de tener la casa pagada.

¿Cómo han llegado hasta esa vida?

Ellos crecen en un momento que España se enriquece mucho. Es vedad que en los 80 hay una crisis y comienza el neoliberalismo, pero algunos ya habían entrado antes en su puesto fijo; otros se hacen funcionarios porque se crea el estado de las autonomías y hay muchas plazas; y otros, tras tres o cuatro trabajillos, consiguen su contrato indefinido. Habrá de todo porque son 14 millones de personas, pero la sensación de progreso existía: da igual dónde trabajaran, ya que se fueron consiguiendo mejoras salariales. Aparte del empleo, está el tema de la vivienda. Si se compró en los 80 se hizo de una forma más fácil que ahora. Unas viviendas que ahora se han revalorizado mucho. También en esa época hubo mucha vivienda protegida. Todo esto hace que sean el grupo con más riqueza de España.

«La vivienda es un conflicto enorme porque se ha dejado en manos del mercado»

Una vida que en el libro contrastas con la de las generaciones posteriores. Unas personas que, en general, no han vivido mejor que sus padres. ¿De dónde nace esa desigualdad?

Después de la crisis de 2008 todo eso se derrumbó. Cuando salías al mercado laboral unos años después, todo estaba destrozado y era muy habitual trabajar sin cobrar o incluso apuntarse a másters para poder hacerlo, lo que ha llevado a que cueste mucho estabilizarse. Aparte de eso, el progreso salarial es mucho menor: los salarios llevan estancados muchos años. Algo que combina con la vivienda. A principios de 2008, en todo el mundo, no solo en España, se crea el concepto de Generation Rent porque ya no se puede acceder a la compra de vivienda. Además, en nuestro país, que en esos años tenía unas tasas de propiedad altísimas, las condiciones se endurecen mucho. Entre otros puntos, se pone el 20% de entrada para que la gente no se endeude demasiado. Aparte de esto, el alquiler empieza a subir muchísimo, por lo que los sueldos bajos se van al alquiler y no permiten capacidad de ahorro. Por todo ello, a día de hoy las siguientes generaciones tienen un nivel económico mucho menor que el de sus padres.

Aun así, hay boomers que su vida, de cañón, tiene poco.

El perfil de boomer que no tiene vida cañón, sobre todo, es el de las mujeres divorciadas que renunciaron a sus carreras laborales y que al separarse, aunque más libres, económicamente se quedaron tiesas. Entiendo que también puede existir en personas que perdieron su trabajo en la crisis y que fueron parados de larga duración, aunque no es muchísima gente. Y personas enfermas. Pero las cifras de esperanza de vida te dicen que los boomers están bastante bien de salud.

«[Los ‘boomers’] llevan el concepto de esfuerzo por bandera, pero no son conscientes de que las condiciones en las que han vivido les han permitido que les rinda mucho más»

Esos contrastes generacionales hacen que se hayan creado distintas disputas por conceptos. ¿Qué ha sucedido con el esfuerzo, palabra que los boomers creen que no aparece en el diccionario de las siguientes generaciones?

Ellos llevan el concepto de esfuerzo por bandera, pero no son conscientes de que las condiciones en las que han vivido les han permitido que les rinda mucho más. Y, sobre todo, a mí me fastidia que acusen a las siguientes de no hacerlo. Cuando has trabajado sin cobrar o incluso has pagado por ello, cuando no te has podido ir de casa de sus padres hasta los 30 y pico… ¿Cómo es posible que nos digan que no nos esforzamos ni luchamos por nuestros derechos?

¿Qué pasa con los trabajos para toda la vida y las luchas sindicales? ¿Cómo ha cambiado el panorama para que sea más complicado conseguir estabilidad?

El panorama laboral ha cambiado muchísimo. Por ejemplo, cuento en el libro la historia de los prejubilados de Telefónica. A muchos trabajadores mayores se les prejubiló en muy buenas condiciones porque los sindicatos les protegieron. Pero a partir de ahí se empezaron a externalizar los trabajos. El tema sindical sigue esta línea: en muchas empresas eran miles y miles de empleados, por lo que era muy fácil dirigir esa lucha. ¿Pero qué pasa cuando trabajas para una subcontrata? Todo eso se diluye mucho. Y aun así, mucho han conseguido las Kellys o los riders, que eran autónomos. ¿Les vas a decir a esta gente que no se ha esforzado?

Otra palabra que causa mucho conflicto es el de la vivienda. ¿Por qué?

La vivienda es un conflicto enorme porque se ha dejado en manos del mercado. Cuando se montó el estado de bienestar, se hizo sobre la sanidad y educación públicas. Los boomers son una generación que accedió a la vivienda y muchos de ellos se han enriquecido con ella. O por lo menos lo han visto en otros de su edad. Por ello es muy difícil cambiar esa concepción de que la vivienda no sea un activo. La cartera financiera del boomer es el piso. Cuando hay una nueva generación que no está pudiendo acceder a la vivienda en propiedad y se está dejando todo en el alquiler, entra en conflicto. Además, ellos defienden que la vivienda hay que ganársela. Cuando esto se tiene tan arraigado, es muy complicado cambiarlo.

«La cartera financiera del ‘boomer’ es el piso»

Respecto a la vivienda, hay otros muchos actores que hacen que se encuentre en conflicto. También están los fondos de inversión, la turistificación de las ciudades y los pueblos…

La entrada de estos actores ha supuesto mucho. Pero el problema es que las políticas públicas han ido orientadas a proteger al pequeño propietario. Esto ha sido fundamental para que no se tomen medidas más radicales. El sociólogo Carlos Delclós hizo un estudio con las condiciones de vida para plantearse quiénes son los caseros en España. Descubrió que el porcentaje es muy pequeño, en torno al 10% de los hogares. Son una minoría acaudalada y que no ganan tanto con esto. Plantea cómo es posible que personas que ganan unos 300 euros más al mes, y otras que ni siquiera lo ganan, se alienen con los intereses de los grandes fondos y tenedores de vivienda. Hay una inercia para proteger a un grupo que no son tantos y que son más ricos que la media de los hogares. Y sobre todo más ricos que los inquilinos.

¿Está haciendo todo esto que se dé una guerra generacional?

En España yo creo que ha sido más ruido mediático que otra cosa. En otros países sí que son más salvajes, como en EE. UU.

¿Crees que esto puede suponer que se abran debates como el de las pensiones o las ayudas a los mayores?

Entender cómo funciona el sistema no puede ser malo. Por ejemplo, saber que en 2050 casi uno 1 de cada 2 euros de gasto público vaya a ir a las pensiones. Yo lo explico en términos generacionales porque todos querremos cobrar una pensión un día; las consecuencias en el reparto de la riqueza existen. Las razones para abrir el debate están. Yo intentaba comprender de dónde sale el dinero y si queremos reducirlo. A lo mejor no queremos y buscamos financiación por otro lado. Cuando tú escribes algo tienes que ser libre. Aun así, mi libro no creo que sea un ataque a los boomers.

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