Martha Nussbaum y la vulnerabilidad humana
Frente a la autosuficiencia que propugna el estoicismo actual, la filósofa estadounidense Martha Nussbaum propone el reconocer la vulnerabilidad humana como principio imprescindible para alcanzar la justicia social.
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El científico y filósofo griego Aristóteles (384 a.C.-322 a.C.) es reconocido como el padre de la lógica, entendida esta como herramienta imprescindible para adquirir conocimientos. Basándose en dicha lógica, dedicó gran parte de su obra a defender un modelo de ética basado en la búsqueda del bien por parte de las personas en cada una de sus acciones. Una búsqueda, al fin, de la felicidad, el mayor bien al que puede aspirar un ser humano y que, según el filósofo, radica en una sabiduría que además fortalece la justicia.
En su Ética a Nicómaco, el filósofo profundizaba en el concepto de justicia asegurando que, mientras que «el justo nos hace vivir conforme a las leyes y la equidad, el injusto nos lleva a la ilegalidad y la desigualdad». Proponía también una justicia de proporcionalidad distributiva que, repartiendo de forma equitativa los bienes sociales entre todos los miembros de una sociedad, pusiera fin a la vulnerabilidad de las personas en situación de desventaja.
Actualmente, cuando se multiplican las proclamas de un estoicismo basado en lograr la autosuficiencia que permita asumir los abusos del modelo socioeconómico imperante, recuperar las propuestas filosóficas de Aristóteles puede suponer un revulsivo para alcanzar la tan soñada justicia social. Martha Nussbaum es una de las más destacadas figuras en esta reivindicación de la ética aristotélica. Nacida en 1947 en Nueva York (Estados Unidos), esta filósofa cuenta con una aguda capacidad intelectual que le ha permitido detectar numerosas injusticias, que no eran consideradas como tales, y proponer soluciones. Tanto su extensa obra de carácter humanista como las muchas causas contra la discriminación que ha defendido le han valido numerosos galardones, entre ellos, el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2012.
En profunda oposición al pensamiento estoico, Nussbaum, al igual que Aristóteles, afirma que el ser humano es vulnerable y está expuesto a numerosos golpes de infortunio. Por tanto, es inevitable que, como el filósofo griego, considere la ética indisociable de la política, siendo su práctica óptima la única capaz de lograr la justicia social.
Nussbaum considera que la ética es indisociable de la política
En 1986, Nussbaum alcanzó un reconocimiento internacional con la publicación de La fragilidad del bien: la fortuna y la ética en la tragedia y la filosofía griega, cuya principal razón de ser es la de mostrar la vulnerabilidad de la vida y la felicidad humanas, expuestas como están a lo externo, bien sea el entorno natural o bien las propias personas que nos rodean.
Tomando como ejemplo a los clásicos griegos, la intelectual plantea una serie de cuestiones que nos conducen a razonar para alcanzar la felicidad sin permanecer expuestos a las contingencias de la fortuna. Una razón que no se limita a sí misma, como pretendía Platón. Al contrario, esta razón debe ser consciente, como afirmaba Aristóteles, de que somos seres complejos hechos de pasiones y deseos, apetitos y frustraciones, valor y cobardía y un largo etcétera de sentimientos contrapuestos que guían nuestro proceder.
La razón debe ser consciente, como afirmaba Aristóteles, de que somos seres complejos hechos de pasiones y deseos
Todos los seres humanos somos vulnerables, porque vivimos amenazados por las distintas necesidades de bienes externos impuestas por el devenir social. Según la filósofa estadounidense, la única forma de superar esta situación de constante amenaza es la política. Por ello propone recuperar la ética aristotélica para unirla a la práctica política y combatir, así, la vulnerabilidad humana.
Para lograrlo, identifica diez capacidades clave intrínsecas a cada persona que deben servir como base para «una teoría de los derechos básicos que deben ser respetados y aplicados por los gobiernos de todos los países». Lo considera requisito mínimo para, atendiendo a la vulnerabilidad humana, lograr el respeto a su dignidad que permita el desarrollo de la justicia social. Así, un sistema político orientado a tal fin debe tener en cuenta la capacidad de las personas para vivir una vida digna, gozar de buena salud, moverse, pensar y utilizar los sentidos libremente, reflexionar de forma crítica, mostrar interés por el resto de personas, relacionarse de forma sana con el entorno natural, disfrutar del ocio y controlar el propio entorno vital.
Nussbaum defiende la toma de medidas políticas que puedan minimizar la vulnerabilidad
La misma Nussbaum reconoce lo voluble de estas capacidades, pero confirma que, partiendo de unos mínimos, las políticas internas de cada sociedad pueden ser capaces de especificar o matizar su «sistema de capacidades».
Frente a la autosuficiencia que promueve el estoicismo para sobreponerse al devenir de los acontecimientos, Nussbaum defiende la toma de medidas políticas que puedan minimizar la vulnerabilidad del ser humano frente a agentes externos.
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