La revolución del turismo azul
¿Es posible mantener los ritmos del turismo actual a la vez que promovemos la conservación del territorio? El Turismo Azul ha varado en las costas españolas para beneficiar a visitantes y a locales.
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El turismo es un gran invento, o eso aseguraba el título de la película de Pedro Lazaga de 1968 protagonizada por Paco Martínez Soria. La cinta parodiaba el boom del turismo de sol y playa en la costa mediterránea española durante los años 60 y 70, ese de los hoteles gigantescos a escasos metros del mar, el marisco y las chicas en bikini. Este modelo turístico, que nos legó paisajes cuanto menos curiosos como el hotel El Algarrobico (Carboneras, Almería), con el tiempo dejó de ser símbolo de prosperidad para representar la falta de respeto por el medioambiente y el rechazo a una serie de valores que hoy en día es impensable no tener en cuenta cuando hablamos de economía turística.
El turismo de mar supone alrededor del 50% del turismo total global, con España en una de las primeras posiciones del ranking. En nuestro país, el sector turístico representa un 17% del PIB, con más de 93 millones de turistas recibidos en 2024, según datos del INE. El turismo costero y marino, concretamente, es muy popular en España: los kilómetros y kilómetros de costas, playas y horas de sol de la península y las islas convierten nuestras costas en un destino ideal para turismo tanto exterior como interior.
Destino: norte de España
El informe del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo Estrategia de sostenibilidad turística en destinos, al hablar de turismo de sol y playa, subdivide este tipo de turismo en dos categorías, «destino de sol y playa muy internacionalizado» y «destino de sol y playa mixto/residencial». En la segunda categoría se ubican algunas de las ciudades que, por el cambio climático y otros cambios socioeconómicos, han experimentado en un corto periodo de tiempo un aumento considerable de la afluencia de turistas no solo en los meses de verano, sino todo el año. Aunque la región mediterránea es uno de los destinos preferidos por viajeros de todo el mundo, «muy internacionalizado», como dice el informe, en los últimos años, especialmente a partir del aumento de las temperaturas, se ha popularizado la costa cantábrica como destino vacacional, entre otros motivos, por sus temperaturas moderadas en los meses de verano –de donde se origina la expresión «refugio climático»– y también por la menor masificación turística. Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco están de moda.
En este contexto de crecimiento vertiginoso, es importante detenernos un momento y analizar cuál es la perspectiva a corto, medio y largo plazo, sobre todo cuando el ejemplo de la costa mediterránea nos ha demostrado lo dañino que puede ser para el entorno, tanto terrestre como marítimo, un turismo no consciente. En línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y las bases de la Economía Azul, nace en la costa un nuevo tipo de experiencia viajera: el Turismo Azul.
La economía azul, el camino del futuro
Pero ¿qué es eso de Economía Azul? Se trata de un modelo económico que engloba todas las actividades relacionadas con el agua, incluido el turismo. «El objetivo de la economía azul», explican los profesores Eduardo A. del Valle Tuero y Elena Ceniceros González de la Cátedra Milla del Conocimiento: Xixón sostenibilidad, de la Universidad de Oviedo, «es la implementación de políticas de desarrollo sostenible en los ecosistemas basados en el agua. Se trata de reorientar los modelos hacia el desarrollo sostenible y la recuperación y conservación de los recursos».
Del Valle y Ceniceros: «El turismo azul no es sostenible en sí mismo: su sostenibilidad dependerá de la escala, la gestión, el comportamiento del visitante y su regulación»
Para diferenciar el Turismo Azul del turismo convencional, es necesario entender primero a qué nos referimos con «convencional». Los expertos de la Universidad de Oviedo explican que, dentro del turismo costero, marítimo y de aguas interiores, al hablar en estos términos solemos pensar en el turismo de mar y masas. «Entendemos que, al hablar de turismo convencional y turismo sostenible, se suele buscar la diferencia con el turismo de sol y playa «convencional y tradicional», término que ha sido estigmatizado desde la perspectiva de la masificación y degradación de los espacios, así como la sobreexplotación, estacionalidad, y vinculado al mar y al espacio costero, tanto en playas como en puertos o costa», aclaran.
El Turismo Azul, como decíamos más arriba, es por el contrario parte de esa Economía Azul que fomenta un desarrollo «sostenible y recupera espacios y ecosistemas marítimos y fluviales más saludables, sin menoscabar a las comunidades locales y su economía», afirman desde la cátedra. Crear experiencias respetuosas con el entorno para el turista, desarrollar reglamentos que protejan el espacio, controlar que se cumplan y educar tanto al visitante como a la población local son algunas de las acciones clave para garantizar que las actividades turísticas se desarrollen de manera equilibrada, con un enfoque integral y ponderado que debe tener más peso cuanto más importante sea esta actividad en la economía del territorio. La promoción y el respeto por la cultura y las comunidades locales, así como un uso consciente de los recursos naturales y la conservación de los ecosistemas, también son claves fundamentales para este turismo adaptado a nuestros tiempos.
Conservar el paraíso entre todos
Entonces, ¿cuál es la hoja de ruta? ¿Cómo pasar del turismo de grandes hoteles a pie de playa y exceso costero a uno más responsable y que garantice el bienestar de los habitantes locales y de sus ecosistemas? ¿Podemos contemplar como solución la regulación o incluso la prohibición del turismo en determinadas zonas masificadas, si es que eso es posible? Según los expertos de la cátedra de la Universidad de Oviedo, «si se están haciendo campañas continuamente para atraer turismo, no se entiende la idea de acabar con la masificación; intentar lograr una menor masificación a la vez que se promociona un destino son, en cierto modo, actuaciones incompatibles. Y si uno de los ejes fundamentales de la Economía Azul es el desarrollo del Turismo Azul (y se entiende desarrollo como incremento), la clave es que el aumento de visitantes sea acorde a criterios de capacidad y desarrollo sostenible del espacio socioeconómico-ambiental que lo acoge».
El turismo de mar supone alrededor del 50% del turismo total global, con España en una de las primeras posiciones del ranking
Los beneficios, si se hace bien, pueden ser muchos. Según el resumen ejecutivo del informe «Hacia un turismo azul sostenible: situación actual y vías de actuación» de Blue Tourism Initiative, «los efectos económicos del turismo en las comunidades costeras pueden ser positivos, como la creación de empleo o el desarrollo comunitario (empresas locales, infraestructuras), entre otros, y negativos, como la estacionalidad y la distribución desigual de los ingresos turísticos». Para paliar los efectos negativos, Blue Tourism Initiative propone promover la participación ciudadana y de las partes interesadas en la economía costera a la hora de tomar decisiones, impulsar una investigación orientada a desarrollar tecnologías sostenibles o mejorar la gestión de los visitantes en las zonas más sensibles. Un ejemplo de esta práctica es el sistema de entrada de la Playa de las Catedrales, en Galicia, donde es necesario reservar la visita durante las temporadas de mayor afluencia de visitantes.
Por otro lado, y más allá de las políticas implementadas desde las instituciones, el comportamiento del visitante resulta imprescindible si queremos garantizar el éxito de este tipo de turismo, según advierten los profesores Del Valle y Ceniceros: «El Turismo Azul no es sostenible en sí mismo: su sostenibilidad dependerá de la escala, la gestión, el comportamiento del visitante y la regulación del mismo».
Mucho ha llovido desde el lanzamiento del icónico diseño de Arcadi Moradell para el lema «Asturias, paraíso natural». Hoy por hoy, la conservación y continuidad de ese «paraíso natural» está en nuestras manos y pasa exclusivamente por un enfoque sostenible del turismo que permita a asturianos y «foriatos» –la palabra asturiana para «foráneos»– disfrutar durante muchos años más de las aguas del Cantábrico.
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