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Biotecnología azul: un océano de oportunidades

Con un enfoque en la protección del medio ambiente y el desarrollo económico, los recursos del océano ofrecen alternativas prometedoras en diferentes sectores para enfrentar los desafíos del cambio climático y la sostenibilidad global.

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Aunque el término «biotecnología» surgió en 1919 de la mano del ingeniero húngaro Károl Ereki, su esencia es mucho más antigua: aprovechar la vida misma para resolver problemas. Lo que comenzó con la fermentación de alimentos ha evolucionado hasta el desarrollo de tecnologías capaces de mejorar nuestra salud, proteger el planeta y redefinir industrias. Ahora, con la mirada puesta en los océanos, la biotecnología azul, que se refiere a las aplicaciones biotecnológicas en entornos marinos y acuáticos, promete revolucionar nuestra forma de vivir y producir. Con un campo de acción cada vez más amplio está emergiendo como una fuente inagotable de oportunidades.

Los océanos cubren más del 70% de la superficie terrestre y albergan una biodiversidad que supera con creces la de los ecosistemas terrestres. Esta riqueza biológica ofrece un vasto campo para la biotecnología azul, permitiendo el descubrimiento de nuevos compuestos y organismos con aplicaciones potenciales. A través, por ejemplo, del uso de microorganismos marinos, algas y otras especies marinas, se están desarrollando soluciones para mitigar los efectos del cambio climático, como el secuestro de carbono marino y la producción de biocombustibles a partir de algas. Además, en la industria farmacéutica, los compuestos derivados de organismos marinos tienen el potencial de revolucionar los tratamientos para enfermedades como el cáncer o las infecciones resistentes a los antibióticos.

​Históricamente, el océano ha sido un motor clave del crecimiento global, generando empleo, impulsando el desarrollo y garantizando la seguridad alimentaria de millones de personas. El informe de la OCDE «La Economía Oceánica hasta 2050» estima que si se considerara toda la superficie marina como un país, su Producto Interior Bruto (PIB) la situaría como la quinta economía mundial. Sin embargo, desafíos como el cambio climático, la degradación ambiental y una transformación digital lenta amenazan su potencial.

Los océanos cubren más del 70% de la superficie terrestre y albergan una biodiversidad que supera con creces la de los ecosistemas terrestres

La economía oceánica no solo impulsa el crecimiento global, sino que también está estrechamente vinculada con el campo emergente de la biotecnología azul. Esta disciplina, que aprovecha los recursos marinos para desarrollar productos y procesos innovadores, es crucial para abordar muchos de los desafíos actuales de la economía oceánica. La biotecnología azul se posiciona como uno de los sectores emergentes de la denominada como Economía Azul, elemento clave de la Comisión Europea para alcanzar metas como las contempladas en el Pacto Verde Europeo.

Tal y como señala Frans Timmermans, vicepresidente ejecutivo para el Pacto Verde Europeo: «La salud de los océanos es una condición previa para una economía azul próspera. La contaminación, la sobrepesca y la destrucción de los hábitats, unidas a los efectos de la crisis climática, suponen una amenaza para la riqueza de la biodiversidad marina de la que depende la economía azul. Hemos de cambiar de rumbo y desarrollar una economía azul sostenible en la que la protección del medio ambiente y la actividad económica vayan de la mano».

Innovación azul

La combinación de innovación tecnológica y biotecnología azul está permitiendo aprovechar de manera más eficiente los recursos marinos no solo para promover el crecimiento económico de sectores tradicionales como el turismo o la pesca, sino también para impulsar nuevas industrias de alto valor añadido.

Uno de los campos más prometedores de la biotecnología azul es el sector farmacéutico. Los organismos marinos han sido fuente de compuestos bioactivos con propiedades antibióticas, antivirales y anticancerígenas. Por ejemplo, un compuesto llamado arabinosa nucleósida, que se obtiene de una esponja marina, ayudó a crear medicamentos que se utilizan para tratar el herpes. Además, se han encontrado otras sustancias en organismos marinos que tienen el potencial de combatir células cancerígenas, lo que abre nuevas posibilidades para tratamientos contra el cáncer.

Los organismos marinos han sido fuente de compuestos bioactivos con propiedades antibióticas, antivirales y anticancerígenas

En España, diversas instituciones y empresas están explorando el potencial de los recursos marinos en la medicina. Es el caso de Pharmamar, empresa que nació con el objetivo de buscar en el mar los recursos para fabricar medicamentos contra el cáncer. Tal y como explica Javier Jiménez, su Chief Medical Officer, desde su creación la compañía basa su investigación oncológica en el potencial del medio marino. A través de expediciones y un enfoque innovador, ha logrado desarrollar tres fármacos aprobados para tratar cuatro tipos de cáncer: sarcoma de tejidos blandos, cáncer de ovario, mieloma múltiple y cáncer de pulmón de célula pequeña. Su tasa de éxito en este campo alcanza el 37%, muy por encima del 11% promedio de la industria farmacéutica, lo que confirma el valor de explorar el océano en la búsqueda de nuevas terapias.

Otra de las líneas de innovación pasa por ver cómo la vegetación submarina puede ayudar a la vegetación terrestre. AlgaEnergy es una empresa especializada en el desarrollo y producción de soluciones innovadoras a base de microalgas. Durante más de 50 años, ha investigado y aplicado el potencial de estos microorganismos en sectores como la agricultura, la alimentación y la cosmética. Las microalgas, gracias a su capacidad de capturar CO₂ mediante la fotosíntesis, pueden desempeñar también un papel clave en la lucha contra el calentamiento global como saben en Biorizon Biotech, una compañía especializada en el desarrollo de soluciones biotecnológicas basadas en microalgas para la agricultura. Como señala Joaquín Pozo Dengra, director de I+D, el sector agrícola está en plena transición hacia prácticas más sostenibles y el uso de bioestimulantes y bioplaguicidas derivados de microalgas es un ejemplo claro de cómo la biotecnología puede impulsar este cambio. Además, el desarrollo de estos productos permite reducir el uso de químicos sintéticos, mejorar la calidad de los cultivos y contribuir a la regeneración del suelo.

 Las algas marinas se utilizan para producir fibras textiles sostenibles y biodegradables

Pero sin duda una de las más importantes líneas de investigación en la que se está centrando la biotecnología azul es la búsqueda de fuentes de energía sostenibles, explorando las posibilidades que ofrecen las algas como materia prima para la producción de biocombustibles. Las microalgas, en particular, tienen una alta eficiencia fotosintética y pueden acumular grandes cantidades de lípidos, que pueden transformarse en biodiésel. Además, su cultivo no compite con tierras agrícolas destinadas a la producción de alimentos y puede realizarse en aguas no aptas para el consumo humano. Aunque varias empresas están investigando este campo, todavía no se cuenta con la tecnología para producir biodiésel con algas a gran escala.

La economía circular también puede verse beneficiada con productos desarrollados a partir de recursos marinos. B’Zeos es una empresa de tecnología azul que está revolucionando el envasado con alternativas sostenibles a base de algas marinas. Su objetivo es sustituir los envases derivados de combustibles fósiles por soluciones biodegradables y compostables a gran escala, que no requieren tierras de cultivo ni agua dulce para su producción y no liberan microplásticos. Adriana Ruiz Kyvik, SeaTO y co-founder de la compañía, explica que su mayor problema a nivel técnico ha sido la integración con procesos industriales ya existentes: «Para desarrollar materiales de embalaje a partir de algas marinas, uno de los mayores desafíos técnicos que hemos superado es el poder procesar nuestros materiales con máquinas que ya se usan en la industria del plástico, como procesos de extrusión de lámina plana o inyección. Esto significa que nuestros materiales son completamente compatibles con procesos industriales y por lo tanto ofrecemos una solución ‘plug and play’».

También la industria textil está avanzando en la aplicación de la biotecnología azul. Las algas marinas se utilizan para producir fibras textiles sostenibles y biodegradables que no solo reducen la dependencia de materiales sintéticos derivados del petróleo, sino que también ofrecen propiedades beneficiosas, como la suavidad y la capacidad de absorber humedad. ​La más conocida es SeaCell, una fibra textil desarrollada por la empresa alemana Smartfiber AG, que combina celulosa con algas marinas orgánicas, creando un material ecológico y biodegradable y en cuyo proceso de producción no se liberan productos químicos -como desechos- debido a un sistema de circuito cerrado.

A medida que la ciencia avanza y la tecnología mejora, la biotecnología marina jugará un papel clave en la transición hacia un futuro más sostenible. Garantizar que la biotecnología azul contribuye a una economía oceánica sostenible pasa por asegurar una explotación responsable y sostenible de los recursos marinos.

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