Kung fu, el arte marcial que nació en un monasterio
Los muros del monasterio Shaolin vieron nacer al kung fu, un arte que trasciende la lucha para convertirse en filosofía de vida. De las manos de Bodhidharma a los dojos modernos, esta disciplina ha sobrevivido a dinastías y revoluciones.
Artículo
Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).
COLABORA2025

Artículo
Entre las montañas Songshan, en la provincia china de Henan, el monasterio Shaolin se alza como guardián silencioso de una tradición que ha permanecido viva a lo largo de los siglos. Sus muros de piedra esconden el origen de una de las disciplinas más completas: el kung fu. Este arte marcial no nació simplemente como método de combate, sino como un sistema filosófico que busca la armonía entre cuerpo, mente y espíritu.
La historia del kung fu está indisolublemente ligada al budismo zen y a la figura del monje Bodhidharma. Según los testimonios de la época (que no todos los historiadores aceptan como verídicos), este maestro budista llegó a China desde la India alrededor del año 527 d.C., durante la dinastía Liang. Las crónicas del templo describen a Bodhidharma como un hombre de mirada penetrante y sabiduría profunda, cuya sola presencia imponía respeto. Al encontrar a los monjes de Shaolin debilitados por las largas horas de meditación estática, desarrolló una serie de 18 ejercicios conocidos como «Las 18 manos de Lohan», diseñados para fortalecer el cuerpo sin perder la conexión espiritual.
El desarrollo del kung fu en Shaolin no fue un proceso lineal. Durante los primeros siglos, los monjes combinaron estas técnicas con conocimientos médicos sobre puntos vitales (dim mak) y principios de energía vital (qi). Las dinastías Sui (581-618) y Tang (618-907) marcaron un punto de inflexión cuando un grupo de monjes ayudó al emperador Li Shimin a sofocar una rebelión. Como recompensa, el monasterio recibió permiso para entrenar oficialmente a monjes guerreros, dando origen formal a lo que hoy se conoce como kung fu Shaolin.
Tras ayudar a sofocar una rebelión, el monasterio obtuvo un permiso para entrenar oficialmente a monjes guerreros
La vida cotidiana en el monasterio era de una disciplina férrea. Las jornadas comenzaban antes del amanecer con una meditación, seguida de horas de entrenamiento físico. Los monjes practicaban en el Salón de los Mil Budas, donde las marcas en el suelo de piedra atestiguan siglos de movimientos repetidos incansablemente. El entrenamiento incluía no solo técnicas de combate, sino también estudio de filosofía, medicina tradicional y caligrafía.
Los estilos animales del kung fu surgieron como una genial síntesis entre observación de la naturaleza y aplicación marcial. El estilo del tigre, con sus poderosos golpes y posturas bajas, desarrollaba fuerza bruta y resistencia ósea. La grulla, con sus movimientos elegantes y equilibrios sobre una pierna, enseñaba precisión y control. La serpiente enfatizaba los ataques rápidos a puntos vitales, mientras que el estilo del mono desarrollaba agilidad y movimientos impredecibles. Cada animal representaba no solo técnicas de combate, sino cualidades espirituales que los monjes buscaban cultivar.
La filosofía del kung fu Shaolin se basa en cinco principios fundamentales: respeto, humildad, perseverancia, paciencia y compasión. Estos valores, grabados en las paredes del templo, se transmiten oralmente de maestro a discípulo en una cadena ininterrumpida que ya lleva quince siglos.
El siglo XVI marcó otro hito importante con la llegada del general Qi Jiguang, quien documentó y sistematizó muchas técnicas de Shaolin en su Nuevo Tratado sobre Eficiencia Militar. Este texto, conservado en la Biblioteca Nacional de China, detalla 32 formas de boxeo Shaolin y describe cómo los monjes podían enfrentarse a múltiples oponentes armados usando solo sus manos vacías. Fue en esta época cuando el monasterio alcanzó su máximo esplendor, albergando a más de 2.500 monjes guerreros.
Sin embargo, la historia de Shaolin no ha sido siempre gloriosa. En 1647, durante la transición entre las dinastías Ming y Qing, el monasterio fue arrasado por tropas manchúes que temían su influencia. Solo sobrevivieron 128 monjes, quienes dispersaron las enseñanzas por toda China. Este evento, aunque trágico, terminó difundiendo el kung fu más allá de los muros del templo. Durante el siglo XVIII, el estilo Shaolin se mezcló con otras tradiciones marciales locales, dando origen a cientos de estilos regionales.
El siglo XX vería el resurgir moderno del kung fu, gracias a la película El templo Shaolin, de 1982, protagonizada por el popular actor Jet Li. Este filme, visto por millones de personas en todo el mundo, despertó un interés global por el kung fu tradicional. Hoy, el monasterio recibe más de un millón de visitantes anuales y cuenta con una escuela moderna donde se entrena a nuevas generaciones de monjes.
El entrenamiento contemporáneo en Shaolin conserva muchas tradiciones antiguas, aunque adaptadas a los tiempos modernos. Los estudiantes aún practican formas clásicas como la Xiao Hong Quan (Pequeña Secuencia Roja) y la Da Hong Quan (Gran Secuencia Roja), que datan de la dinastía Ming. Sin embargo, también estudian inglés e informática, mostrando cómo el kung fu sigue evolucionando.
COMENTARIOS