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Evitar las ‘tecnoferencias’ en familia y fortalecer los vínculos afectivos, las claves de la crianza digital

Hoy, ser padres responsables nos obliga a comprender el entorno digital en el que nuestros hijos crecen, para guiarles con criterio y no desde la ignorancia.

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09
octubre
2025

En un mundo donde lo digital es omnipresente –desde la educación hasta el entretenimiento– no podemos acompañar a nuestros hijos sin sumergirnos con ellos en su universo virtual. Hoy, ser padres responsables nos obliga a comprender el entorno digital en el que nuestros hijos crecen, para guiarles con criterio y no desde la ignorancia. Exige también hablar con ellos, conocerles y que sepan acudir a nosotros.

Por eso, quedarse tranquilo una vez instalado un control parental en los dispositivos que usan es engañarse. El 60 % de los menores sabe cómo saltárselo y más de la mitad cree que no deberían tenerlo. El control parental puede ser útil, pero nunca la herramienta principal.

Nuestra propuesta: hacer nosotros mismos un buen uso, responsable y ético, de las tecnologías para que los jóvenes aprendan con nuestro ejemplo. Además de ello, debemos promover el vínculo afectivo y proteger la privacidad.

Uso responsable de las tecnologías

En un amplio estudio en Estados Unidos de 2020, el 68% de los padres reconocía sentirse distraído por su teléfono mientras pasa tiempo con sus hijos, y un 73% admitía haberlo usado en restaurantes durante momentos compartidos en familia.

Estos datos muestran cómo los dispositivos están ganando terreno en espacios que deberían ser de encuentro, diálogo y afecto. Los niños aprenden observando, por lo que su manera de interactuar con pantallas y redes está directamente influida por lo que ven en casa. ¿Podemos esperar que nuestros hijos no vivan pegados a una pantalla… si nosotros no somos capaces de vivir fuera de ella?

Los niños aprenden observando, por lo que su manera de interactuar con pantallas y redes está directamente influida por lo que ven en casa

Mostrarles que podemos estar sin mirar el móvil y sabemos aburrirnos puede servirles a ellos para tolerar mejor el aburrimiento. Bien encauzado, es catalizador de cambio y motor de la creatividad en adultos y también en niños.

Otro aspecto en el que es importante dar un buen ejemplo es evitando el sharenting, la práctica de compartir fotos o datos de menores en redes sociales. Es importante considerar los aspectos legales y éticos de esta práctica, y pedir permiso a los hijos antes de publicar contenido. Pero si preguntamos a nuestros hijos qué opinan sobre que publiquemos fotos suyas, la mayoría dirá que les incomoda, les avergüenza y les frustra.

Promover el vínculo afectivo

En la era de las pantallas, surge un fenómeno preocupante: la tecnoferencia parental. Se refiere a situaciones en las que los dispositivos tecnológicos interrumpen o interfieren en las interacciones entre padres e hijos, afectando su relación.

Esta situación es común: nuestros hijos se acercan a contarnos algo y no les escuchamos porque estamos mirando una pantalla. Si ocurre de manera esporádica o mientras estamos trabajando desde casa, los niños suelen comprender que existe una responsabilidad que atender y que no siempre es posible responder de inmediato. Sin embargo, cuando esto sucede de forma repetida en momentos de ocio o de tiempo en familia, el mensaje que reciben es diferente: pueden interpretar que la pantalla tiene más importancia que lo que desean compartir.

Llevado al extremo, cuando los dispositivos interrumpen constantemente la relación, podemos estar dificultando el desarrollo de un apego seguro e incluso provocando un sentimiento de soledad en nuestros hijos. Frente a este sentimiento de soledad, nuestros hijos pueden intentar «anestesiarlo» acudiendo a su teléfono y las redes sociales.

Compartir tiempo diariamente sin pantallas, por ejemplo durante las comidas, o unas horas antes de dormir, previene su uso problemático, reduce el estrés de toda la familia y fomenta una relación familiar de calidad.

Protección de la privacidad

La educación a través del buen ejemplo es imprescindible, pero debe apoyarse también en un control técnico (como el uso del control parental) y la mediación activa: dialogar abiertamente sobre los riesgos y oportunidades de internet así como las normas de uso. Este enfoque fomenta la confianza, fortalece el pensamiento crítico y ayuda a los jóvenes a proteger su privacidad.

En España, por ejemplo, casi el 70% de los jóvenes cumplen lo pactado con sus padres, al contrario de lo que ocurre si simplemente imponemos el uso del control parental. Además, algunos estudios observan que este enfoque ayuda a los niños y adolescentes a ser más conscientes de los peligros de internet y a desarrollar habilidades críticas, tan necesarias en nuestra era de la desinformación.

La propuesta es sencilla: nuestros hijos deben saber que pueden contar con nosotros para lo que necesiten. Acompañarles en la era digital con confianza y sin miedo requiere retrasar la entrega del teléfono móvil, combinar el control parental con ser adultos modelo. Apagar el teléfono para escucharles y mirarles a los ojos es el primer paso para que aprendan a usar la tecnología de forma crítica, responsable y ética. Porque educar en lo digital no es solo vigilar: es acompañar.


Pablo Tabuenca Agramonte es doctorando. Atención de enfermería en la infancia y adolescencia, Universidad de Navarra; Maider Belintxon Martín es profesora de la Facultad de Enfermería. Directora del Departamento de Enfermería Comunitaria y Materno Infantil. Área de conocimiento: materno-infantil, Universidad de Navarra y Paola Alexandria Pinto de Magalhães es investigador – Facultad de Enfermería – Desarrollo Positivo de Niños y Adolescentes, Universidad de Navarra. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

The Conversation

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