Las oportunidades de la economía de la longevidad
La población mundial ha entrado en una fase de envejecimiento que aparenta ser imparable, lo cual plantea numerosos retos sociales. Pero la «economía de la longevidad» puede ser también una oportunidad para lograr una sociedad más cohesionada.
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Según un informe del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (UNDESA), se prevé que el número de personas mayores de 65 años se duplique en 2050, llegando a superar los 1,6 billones en todo el planeta. El impacto sobre la economía y la calidad de vida del progresivo envejecimiento de la población y la drástica caída de la natalidad es evidente, y plantea una serie de retos globales que urge afrontar. Pero estamos en condiciones de lograr que las personas vivan no solo más tiempo sino con una mejor calidad. Para ello, es imprescindible garantizar la seguridad financiera de esta franja poblacional y asegurar la sostenibilidad de los sistemas de seguridad social que protegen a las generaciones más jóvenes. La «economía de la longevidad», derivada del incremento de la esperanza de vida, forma ya parte de nuestro presente y cobrará mayor importancia en nuestro futuro inmediato.
El Foro Económico Mundial estableció el pasado año los que considera seis principios básicos de la economía de la longevidad para asegurar un futuro financiero y vital saludable para la sociedad en general. El primero de estos principios se centra en el fomento de la resiliencia financiera. Este implica la colaboración del sector público y privado para evitar que las personas de mayor edad caigan en la pobreza. Incorporar nuevos instrumentos financieros y productos de ahorro, y asegurar un acceso asequible a la vivienda, es fundamental para que las personas alcancen una longevidad verdaderamente saludable.
Se prevé que el número de personas mayores de 65 años se duplique para 2050
Igualmente imprescindible es la colaboración entre el sector público y privado, junto con la sociedad civil, para garantizar una correcta alfabetización financiera que contribuya a paliar las desigualdades tanto económicas como de esperanza de vida. La prevención es, también, vital a la hora de mejorar la calidad de vida de las personas de más edad. Se impone una ampliación en las coberturas de los seguros y en el acceso a servicios y educación sanitaria de calidad. Se insta, también, a desarrollar políticas que permitan a empresas y trabajadores evolucionar más allá de las edades de jubilación tradicionales, y que los empleadores puedan aprovechar las habilidades de las personas mayores para seguir contribuyendo al crecimiento.
La sociedad civil tiene un peso importante a la hora fomentar las necesarias relaciones entre generaciones. Desde ella, además de los sectores público y privado, debe abordarse el aislamiento social que sufren muchas personas mayores implicándolas en actividades comunitarias. Por último, es imprescindible combatir la desigualdad, para ello es necesario invertir en recursos educativos y herramientas que promuevan la inclusión.
Si nos ceñimos a estos principios, comprenderemos que la «economía de la longevidad» se convierte en una poderosa oportunidad para el crecimiento. Esto, por supuesto, favorecerá que se puedan asegurar los diversos sistemas de pensiones que permiten a las personas mayores contar con una economía adecuada.
Japón, la nación que más rápido envejece, está demostrando que la «economía de la longevidad», bien enfocada, se convierte en un vivero de nuevas oportunidades de negocio. Pequeñas ideas como la de proporcionar gafas graduadas a las personas mayores en bancos, hoteles u oficinas de correo, o cambios estructurales como los que han permitido colocar en los semáforos botones cuya presión proporciona tiempo extra para cruzar una calle, están favoreciendo un nuevo crecimiento económico.
No debemos olvidar que el cada vez más amplio grupo poblacional de edad avanzada, si se mantiene saludable, es eminentemente consumidor. Las personas, a medida que tienen vidas más largas y saludables, se convierten en un importante activo financiero para la sociedad. El turismo, antaño vetado a estas personas, se adapta para proporcionarles viajes confortables, a medida, y los centros de ocio comienzan a reestructurarse para dar cabida a actividades en que las personas mayores puedan socializar y divertirse.
El desarrollo de la tecnología también se convierte en un activo cuando atiende a la mejoría de la salud de las personas. Se hace evidente en numerosas empresas de la industria manufacturera que están adaptando diversos trabajos fabriles para que puedan ser realizados de manera cómoda por los trabajadores de mayor edad.
Es evidente que una adecuada adaptación al desafío que supone el aumento de la longevidad poblacional, nos permitirá maximizar los beneficios que esta tiene para la sociedad en general.
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