Medio Ambiente

Embalses, generadores de exilio y desarraigo

España cuenta con más de 1200 represas, lo que la sitúa como el primer país de Europa y quinto del mundo en cuanto a cantidad de estas estructuras. Sin embargo, miles de personas han sido expulsadas de sus pueblos desde que empezaron a construirse.

Fotografía original

Diego Delso
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27
diciembre
2024

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Diego Delso

Se trata de una tendencia que asoló multitud de territorios con la fuerza del agua voraz. A principios del siglo XX y hasta casi nuestros días, la construcción de embalses y presas artificiales se convirtió en una práctica que respondía, teóricamente, a razones de crecimiento demográfico y a la necesidad de un sector industrial que precisaba de ingentes cantidades de agua para poder desarrollar su actividad. Por ello, se desplegó toda una red de obras hidráulicas de norte a sur del país. Lo que no se tuvo tan en cuenta fue que estas construcciones artificiales suponían enormes consecuencias ambientales, sociales y económicas para miles de personas.

España cuenta con más de 1200 represas de al menos 15 metros de altura, lo que la sitúa como el primer país de Europa y el quinto del mundo en número de presas, solo por detrás de gigantes como Estados Unidos, China o India. Su época de mayor expansión fue durante el régimen franquista. Municipios de Zaragoza, Lleida, Cáceres o León sufrieron las consecuencias de estas obras y sus habitantes no tuvieron más opción que emigrar, dejando atrás sus raíces, sus recuerdos y sus medios de vida. Se estima que más de 500 pueblos fueron sepultados por embalses.

Se estima que más de 500 pueblos fueron sepultados por embalses

Con el objetivo de rescatar parte de esta memoria individual y colectiva, los periodistas Mª Ángeles Fernández y Jairo Marcos han llevado a cabo durante años una investigación que ha desembocado en el libro Memorias ahogadas (Pepitas de Calabaza, 2024). «La construcción de las represas en España se remonta al siglo I de la era común, con las romanas Proserpina y Cornalvo, en las inmediaciones de Mérida. Pero fue la Comisión de Caminos y Canales de 1820 la que sentó las bases del paradigma hidráulico, consolidado en 1902 por el Plan Gasset, que establecía la creación de una imbricada red de estructuras con la que ampliar las extensiones de regadío y, a la postre, generar riqueza para los hunos y no para los hotros. Más de mil doscientas grandes presas después, España es uno de los países más embalsados del mundo. Nombres como los del regeneracionista Juan Costa y los de los ingenieros Manuel Lorenzo Pardo y Juan Benet ejemplifican esa visión. La República primero, el franquismo después y la democracia en la época más reciente han perpetuado el plan establecido», explican la autora y el autor.

El trabajo recoge numerosos testimonios de vidas cosidas a través de territorios dispares y conectados: Cáceres, Guadalajara, León, Huesca, Burgos, Palencia. Una búsqueda de esos recuerdos que, aunque no configuren relatos heroicos, sí constituyen la memoria colectiva de muchos pueblos de España. Todos esos parajes a modo de manto blanco que alberga a las personas que expulsadas y sus familiares son los pueblos de colonización.

Para evitar el olvido, en las últimas décadas también se han creado asociaciones que luchan para la conservación de sus territorios, como la Asociación pro reconstrucción de Escó, un pueblo inundado por el embalse de Yesa, en Zaragoza, hacia 1960. Descendientes de quienes tuvieron que sumarse al exilio forzoso constituyeron este colectivo en 1999, con unos fines muy claros, tal y como se indica en su web: «La recuperación y reconstrucción de Escó, respetando la actual ubicación y estructura arquitectónica de los antiguos edificios, guardando consonancia con el paraje de alrededor; rescatar e impulsar las costumbres y tradiciones que había antes de la construcción del embalse; y preservar la actividad agrícola y ganadera en el lugar en las formas tradicionales».

Hay ejemplos de embalses en los que el caudal del río fue sobredimensionado y no puede cumplir las expectativas de agua acumulada

En su informe Grandes fracasos hidráulicos, de 2018, Ecologistas en Acción muestra el impacto de la construcción de embalses que, tras suponer una gran inversión económica, no cumplieron la función para la que se construyeron: «En la mayoría de los casos, han resultado infraestructuras inútiles por la falta de estudios previos adecuados del terreno, por cambios en las necesidades del territorio, incluso hay ejemplos de embalses en los que el caudal del río fue sobredimensionado y no puede cumplir las expectativas de agua acumulada», apuntan.

Dejando a un lado algunos bulos relacionados con la destrucción de presas y pantanos, después de lo sucedido en Valencia tras la DANA parece necesario cuestionar de qué manera se pueden configurar y reconfigurar ciertos territorios y cómo se ha de devolver a la naturaleza el lugar que le corresponde. Porque los elementos artificiales y las construcciones forzadas suelen desembocar, a largo plazo, en desastres naturales o, como poco, sociales y culturales.

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