¿Cuántos residuos generamos al día?
La acumulación de basura es un problema global que no solo incumbe a los estados, sino a los propios ciudadanos en sus acciones diarias.
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Entre 2.100 y 2.300 millones de toneladas. Esa es la cantidad de residuos sólidos que genera el ser humano al año en todo el mundo, entre envases, papel, plásticos, alimentos, ropa, aparatos electrónicos y demás productos. Unas cifras que, lejos de menguar, mantienen su tendencia al alza, instigadas por unas modalidades de producción y consumo que desde Naciones Unidas definen como «insostenibles». En boca de su secretario general, António Guterres, «el consumo excesivo nos está matando».
En un mundo donde impera la tendencia del usar y tirar, los desperdicios están por todas partes y cada vez resulta más complicado darles salida. La ONU estima que de los millones de toneladas de desechos sólidos que se generan anualmente en las ciudades, solo entre el 61 y 62% se gestiona como corresponde en instalaciones controladas. La basura que se acumula en nuestro planeta es un fenómeno fundamentalmente urbano, con cuatro veces más basura generada en las grandes ciudades que en las zonas rurales. El informe del Banco Mundial What a Waste 2.0: A Global Snapshot of Solid Waste Management to 2050 alude a tres factores determinantes que inciden en esta realidad: la rápida urbanización de los núcleos urbanos, el crecimiento de la población y el desarrollo económico basado en la cultura del consumo rápido. El organismo prevé que la generación de residuos aumentará de los millones de toneladas actuales hasta alcanzar los 3.400 millones en el año 2050.
Los residuos plásticos (que no son biodegradables) continúan siendo uno de los principales desafíos en cuanto a lograr reducir la contaminación que producen, especialmente los de un solo uso. Su desperdicio y falta de gestión eficaz se asocia con importantes efectos adversos sobre la salud humana, debido, entre otros factores, a la infiltración de los micro plásticos en los alimentos y los torrentes de agua potable, así como a los gases tóxicos y cenizas que se originan durante su incineración inapropiada. Se calcula que, cada año, se tiran 52 millones de toneladas de estos desechos, con la India como principal generador (9,3 millones de toneladas).
Cada año, entre 4,8 y 12,7 millones de toneladas de plásticos van a parar al mar
El medio ambiente también se resiente, con los océanos y mares reconvertidos en los grandes vertederos de plástico del planeta. Ahí van a parar cada año entre 4,8 y 12,7 millones de toneladas. Organizaciones como Greenpeace alertan de que, en la actualidad, los océanos contienen 150 millones de toneladas de plásticos que no se degradan. En cambio, se desintegran en partículas cada vez más pequeñas que acaban por incorporarse a la cadena alimentaria de la fauna marina, en primera instancia, y, por último, a la del ser humano.
Los retos para disminuir este tipo de residuos son inmensos, pero no imposibles. Organizaciones de medio mundo llevan años trasladando recomendaciones a los ciudadanos para limitar el uso de productos plásticos con el objetivo de alcanzar el ideal de cero residuos. Como apuntan desde Ecoembes, lo primero es conocer qué y cuánto desechamos para, una vez se tiene claro, sustituir estos productos por otros de larga duración. Por ejemplo, las bolsas y botellas de plástico por unas de tela u otros materiales reutilizables o reciclables, respectivamente. La misma sugerencia sirve para los pañuelos de papel o ciertos útiles de limpieza personal, como los discos de algodón para desmaquillarse o las toallitas de un solo uso.
Los desechos textiles son otra pieza de la problemática, con cada vez mayor presencia en el cómputo global de residuos generados por el ser humano a raíz del fenómeno de la moda rápida. Solo en los Estados miembros de la Unión Europea, se consume una media de cerca de 26 kilogramos de ropa al año por individuo, de los cuales se tiran 11 kilogramos. De estos, solo el 1% se recicla. Montañas y montañas de prendas que se descartan y acumulan ahí donde nadie los usa, en los vertederos. Esto sin contar el sobreconsumo de recursos naturales y la contaminación del agua en la que incurre la industria textil para fabricar cada prenda. De acuerdo con un informe del Parlamento Europeo, se necesitan 2.700 litros de agua dulce para producir una sola camiseta de algodón.
Para contrarrestar los efectos de la moda de usar y tirar, surge la slow fashion o moda sostenible. Una alternativa que integra a marcas que apuestan por la durabilidad de sus productos, los principios de un consumo responsable y el uso de materiales respetuosos con el medio ambiente. Como consumidor, el primer paso para integrarse en este movimiento es reducir la compra de ropa que no se necesita, señalan desde Ayuda en Acción. Otra de las recomendaciones es dar a las prendas una segunda vida, ya sea reutilizando las que se tienen o poniéndolas a disposición de una tienda de segunda mano para que otros las vistan.
El primer paso para reducir los residuos es reducir la compra de ropa o aparatos tecnológicos que no necesitamos
En cuanto a los residuos electrónicos, como televisores, teléfonos móviles o consolas de videojuegos, las cifras tampoco se quedan atrás. El último cálculo establece en 62 millones de toneladas la basura que anualmente genera el ser humano en esta parcela. Si continúa la tendencia, en 2030 se alcanzarán los 82 millones de toneladas, lo que equivale a un incremento del 33% respecto.
La principal recomendación para reducir el despilfarro de este tipo de basura pasa por no ceder a las presiones del mercado y no remplazar los aparatos tecnológicos en cuanto sale un modelo nuevo. Si reutilizar o reparar, en caso de rotura, no es una opción, se debe acudir al punto de reciclaje específico donde el objeto en cuestión será tratado y reciclado correctamente. Una premisa que sirve para el conjunto de desperdicios que generamos, sin importar la procedencia o material con el que estén fabricados.
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