«¿Te imaginas cuánto talento se está desperdiciando a causa del perfeccionismo?»
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«La perfección es muerte; la imperfección es arte», dice Manuel Vicent. «No temas a la perfección, nunca la alcanzarás», sostenía Salvador Dalí. «Nadie es perfecto», afirma la sabiduría popular. Pero la cantidad de frases célebres sobre lo inalcanzable –e infértil– que puede llegar a ser la búsqueda de la perfección no parecen haber hecho mella: el perfeccionismo está más presente que nunca en la competitiva e hiperexigente sociedad contemporánea. Paradójicamente, aprender a gestionarlo podría contribuir no solo a una mejora significativa de la salud mental sino también a aumentar las probabilidades de éxito. Así lo afirma el doctor en Psicología Andrew P. Hill, quien actualmente dirige un grupo de investigación que examina las consecuencias del perfeccionismo en el rendimiento en la York St. John University, en Inglaterra.
¿Por qué parece existir esta obsesión moderna por ser perfectos? ¿Cree que el modelo laboral y económico (además de la comparación constante a través de las redes sociales) están contribuyendo a un círculo vicioso de perfeccionismo y ‘burnout’?
Es que, como sociedad, parecemos estar obsesionados con la perfección: cómo nos vemos, cómo nos vestimos, qué trabajo tenemos… Quizás esto surja en respuesta a circunstancias laborales y económicas más desafiantes y competitivas. Aunque también podría deberse a expectativas sociales y materialistas que han ido cambiando. Vemos lo que otros tienen y eso nos dice que nosotros también deberíamos tener esas cosas, sin importar cuán poco realista sea el ideal. Al final puede acabar siendo una existencia estresante y agotadora.
«Buscar la perfección es la raíz de una vida insatisfactoria»
¿Cuáles son las principales causas para que un niño se convierta en perfeccionista?
Los comportamientos de los padres son el factor principal que estudiamos a la hora de comprender las causas del perfeccionismo. Modelamos el comportamiento de nuestros padres y respondemos a sus demandas y a sus ansiedades. Obviamente, este fenómeno tiene lugar en el contexto de presiones sociales mucho más amplias (por ejemplo, los mensajes de las instituciones educativas y de los propios compañeros), pero los padres son vistos como los principales conductos para que un niño se convierta en perfeccionista. Además, hay un componente genético, como en otras características de la personalidad, por lo que también puedes darles las gracias a tus padres por ello.
A nivel psicológico, ¿cuánto daño causa el perfeccionismo?
Creo que el perfeccionismo puede ser extremadamente dañino para nosotros y también para quienes nos rodean. Incluso para algunas personas puede resultar un peso insoportable. Existe una cantidad sustancial de investigaciones que dan fe de sus efectos nocivos; el perfeccionismo se relaciona constantemente con síntomas de ansiedad, de depresión y con tendencias suicidas. La verdad es que la vida de la mayoría de las personas sería mejor si pudieran ser un poco menos perfeccionistas.
«La vida de la mayoría de las personas sería mejor si pudieran ser un poco menos perfeccionistas»
Una paradoja: ¿la búsqueda de la perfección puede –en vez de impulsar al perfeccionista hacia la cima– terminar resultando paralizante? En otras palabras, al contrario de lo que pueda creerse a priori, ¿el perfeccionismo es un obstáculo para el éxito?
Debido a que las personas perfeccionistas apuestan tanto por su éxito, este puede ser energizante y conducir a un compromiso casi obsesivo. El éxito puede venir gracias a ello; en cierta medida, incluso puede considerarse un efecto secundario involuntario. Pero, por cada persona exitosa que aparentemente encaja en el arquetipo de ser perfeccionista, ¿te imaginas cuánto talento se está desperdiciando a causa del perfeccionismo? Se debe a su alto coste. Los perfeccionistas no se quedan en una situación cuando las cosas se ponen difíciles: es demasiado doloroso, no les gusta correr riesgos y fracasar. Esta no es una receta para desarrollar el talento y el alto desempeño a largo plazo. En mi opinión, la mayoría de las personas que creemos que han tenido éxito gracias a su perfeccionismo probablemente lo han tenido a pesar de él.
«Si hay un antídoto contra el perfeccionismo es aprender sencillamente que somos suficiente»
El poeta Juan Ramón Jiménez escribió un aforismo que dice: «Era casi perfecta; su mayor encanto estaba en el casi». ¿Por qué es tan importante abrazar ese «casi» –ese good enough («suficientemente bueno»)– en nuestras vidas, tanto para nuestro bienestar como para nuestra salud mental?
Nada ni nadie es perfecto. Errar es humano, ¿verdad? En el fondo, buscar la perfección no solo es poco realista e irracional, sino que también es innecesario, agotador y la raíz de una vida insatisfactoria. Basándome en nuestro trabajo sobre el perfeccionismo, he llegado a la conclusión de que no me gusta el «bueno» en «suficientemente bueno». Si hay un antídoto contra el perfeccionismo es aprender sencillamente que somos «suficiente» tal como somos. No necesitamos tener éxito para ser valiosos o merecedores (ni siquiera necesitamos intentar tener éxito). Necesitamos aceptar nuestros defectos y ser amables con nosotros mismos y con los demás mientras nos tropezamos. Hay que perseguir nuestras pasiones y objetivos por placer, por un sentido de desafío personal y simplemente para ver si somos capaces de lograrlo.
Por otro lado, hay quienes afirman que el perfeccionismo adaptativo podría ser beneficioso para la vida. Este suele definirse como la capacidad que tiene una persona para establecer metas elevadas y esforzarse por sus objetivos a la vez que es autocompasiva y es capaz de ver los errores como aprendizajes. Para usted, ¿cómo se ve el «perfeccionismo saludable», si es que existe?
Los investigadores han luchado con esa idea del «perfeccionismo saludable» durante mucho tiempo. Si bien algunas personas todavía usan el término, la mayoría encuentra que la etiqueta es inútil y evita usarla. En mi opinión, el perfeccionismo no tiene nada de saludable. No creo que exista el perfeccionismo sano. La línea entre querer hacer las cosas perfectamente y querer ser perfecto se difumina rápidamente. Ninguna de las dos cosas es útil, pero la segunda es particularmente dañina.
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