Sociedad

La caca en la tradición popular

Hablar de la defecación –o de cagar– es un tabú en casi todos los ámbitos, pese a que muchas personas sufren problemas intestinales. Repasamos algunas curiosidades relacionadas con el oscuro mundo del retrete.

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19
septiembre
2024

Esto es una auténtica mierda. ¿Cuántas veces hemos escuchado esta expresión? Quizá cientos, o miles. Algo es asqueroso, malo, despreciable, una bazofia. Ocurre algo similar con muchas otras formas de hablar, donde los excrementos son la palabra clave, esa que explota en medio de la conversación. Y sin embargo, ahí es únicamente donde solemos permitirnos hablar de heces, al usar una frase hecha o un tópico. La hemos cagado, mandamos a alguien a cagar o algo es una cagada.

El verbo «cagar» es, precisamente, más viejo que él mismo –tiene raíces indoeuropeas y se remonta a 5.000 años atrás–. Sin embargo, pocas veces lo escuchamos en los diálogos cotidianos y nunca en la publicidad, aunque nos ofrezcan productos para mejorar la flora intestinal, y pese a que sean muchas las personas con problemas de estreñimiento. En los anuncios televisivos, la acción de defecar o de expulsar flatulencias –también llamadas pedos– se sustituye por «barrigas felices», «bienestar digestivo» o, directamente, se muestra en la forma metafórica de un globo soltando aire. ¿Qué ocurre? ¿Por qué con lo escatológico evacuamos nuestro vocabulario hacia términos políticamente más correctos? Las variantes eufemísticas nos invaden. Hasta la caca de Whatsapp la han creado simpática, no fuera a ser que un excremento provocara la huida de miles de personas. Al baño, por supuesto.

La Premio Nobel Alice Munro, fallecida recientemente, narraba en su cuento Los muebles de la familia lo natural de la conversación sobre la actividad del vientre entre los miembros de la familia: «Hablaban de sus propias digestiones, de cómo les funcionaban los riñones y los nervios. No parecía que mencionar cuestiones corporales íntimas estuviese fuera de lugar o fuese tan sospechoso como hablar de algo leído en una revista o de un tema de actualidad».

Pero lo importante es que el tema interesa, y mucho. Revistas y páginas de salud se aventuran a hablar de él, y hay quien se decide a escribir un libro entero. Se llama Escacalógico (Yorokobu) y es un diccionario enciclopédico de los distintos tipos de excrementos. «La caca es el sexo del siglo XXI», indica su autor, el ilustrador Juan Díaz-Faes. Y es que hemos superado el pudor con el sexo, pero la defecación le ha tomado el relevo.

«La caca es el sexo del siglo XXI», indica el ilustrador Juan Díaz-Faes

Hasta el espléndido Salvador Dalí escribió un ensayo escatológico sobre las ventosidades titulado El arte de tirarse pedos o Manual del artillero socarrón, incluido como apéndice en su Diario de un genio (Tusquets, 2004). En catalán, precisamente, existe el refrán «Qui mengi molt i cagui fort no ha de témer la mort» (Quien come mucho y caga fuerte, no debe temer a la muerte). Y también de Cataluña es el tradicional caganer navideño.

Florian Werner publicó en 2013 un atrevido ensayo, La materia oscura. Historia cultural de la mierda, donde hace un repaso por una sustancia cuyo control desde la infancia determina la educación y que está ca(r)gada de connotaciones morales y asociada con la impureza. «Nuestra concepción occidental de la civilización está vinculada de forma inseparable a la desintegración de la mierda, y su relativa visibilidad o invisibilidad es, por así decirlo, una escala para medir los niveles de desarrollo de un país». La postura de Werner parece clara –dentro y fuera del retrete–.

El mal olor que desprende quizá sea el motivo principal por el que nuestros cuerpos contemporáneos no se pueden permitir hablar de heces. Puede que el desarrollo de la personalidad moderna y cosmopolita, la persecución de unas siluetas perfectas que dejan rastro de lavanda, vainilla y coco allá por donde pasan, no nos permita relajarnos por si acaso pareciéramos seres vulgares y mundanos con necesidades demasiado básicas. «Llamadlo tranquilamente deyección, deposición, caca, mierda, cagajón, excreción, materia fecal, excremento, plasta, cagarruta, purín, egagrópila, pedacito de mierda, chorizo y cagarrutillas. Yo creo que es azafrán de Hibernia», escribió el literato renacentista François Rabelais. Llamémoslo como queramos, pero la acción no deja de ser la misma. Que la vergüenza, el pudor o la decencia nunca nos impidan hablar de cagar. Y, aún menos, ponernos a ello.

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