Salud
«La regla es como un no tema, algo de lo que no sabes cómo seguir hablando»
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Todos los meses, la mitad de la población global empieza a sangrar y todavía esto sigue siendo un misterio. Así empezaba el reportaje que Antonio Villarreal y María Zuil Navarro publicaron el año pasado en El Confidencial, un reportaje que se hizo viral y que demostró que se quería leer más sobre la menstruación. Ahora, firman a cuatro manos ‘La mitad que sangra’, un ensayo –publicado por Libros del K.O.– que profundiza en la cuestión. Gracias a una encuesta, en la que participaron 915 personas, han tomado el pulso a cómo se vive y cómo se ve ahora mismo la regla en España.
La regla ha sido uno de esos tabús casi eternos, aunque en el libro contáis que está empezando a desaparecer. ¿Vamos a hablar todavía más de la regla en el futuro?
Antonio Villarreal (AV): Sí, nadie intenta que no se hable, pero en el día a día encuentras muchos problemas para que la gente lo comunique. Si tienes una gripe o alguna enfermedad, puedes encontrar más comprensión, incluso si hablas con un compañero de trabajo, con un amigo. Pero con la regla la gente no sabe cómo seguir la conversación, qué decirte. Es como un no tema, como algo de lo que no sabes cómo seguir hablando de ello.
En lugares como el trabajo, aún seguimos dándonos los tampones o las compresas como si fuese contrabando.
María Zuil Navarro (ZN): Sí, aunque hemos avanzado mucho, todavía hay un punto de pudor que nos condiciona a la hora de hablar de la regla. Si eres mujer te cuesta hablar más con hombres que con otras mujeres. Cuesta decirlo en alto, cuesta nombrarlo. Creo que tiene que ver con que siempre se ha visto como algo que es de la esfera íntima, que hay que llevar con discreción y que hay que ocultar.
¿Y por qué no hemos hablado de la regla tanto como deberíamos haber hecho? ¿Por lo mismo que no hemos hablado a lo largo de los siglos de tantas cosas que les pasan a las mujeres?
ZN: Si hay algo que se ha visto como propio de las mujeres es la menstruación y eso ha hecho que históricamente haya más silencio. También porque era algo que no se sabía por qué pasaba. Pasó como ocurre con lo que no se conoce, que buscaron respuestas un tanto mágicas, o religiosas, o que nada tienen que ver con la biología. Sí ha permanecido ese poso de lo esotérico, del misterio, durante mucho tiempo, a la vez que se iban intentando buscar respuestas.
«Ha permanecido ese poso de lo esotérico, del misterio, durante mucho tiempo, a la vez que se iban intentando buscar respuestas»
Comparáis en el libro la mínima presencia de la menstruación en la hemeroteca del siglo XX del New York Times con la presencia más habitual de este siglo. ¿Cómo ha llegado el tema a los medios? ¿Por qué hablamos más ahora de esto?
ZN: Tiene mucho que ver con esta ola de feminismo que estamos viviendo. Hay muchas mujeres que han empezado a reivindicarla y a exigir mejores respuestas. Esto es algo que ya empezó a pasar con la ola de los años 60-70 y que ahora está recuperándose. Los medios se están haciendo eco de ese interés de la gente.
AV: Desde un punto de vista capitalista, cuando había una parte de las mujeres que estaba en casa, que no trabajaba, la regla se quedaba recluida en el hogar. La mujer es la mitad de la población estudiantil y trabajadora. Está muy conectado con la productividad. El dinero se está dando cuenta y está empezando a decir «oye, esto es un factor importante en el bienestar de la mitad de los trabajadores». Por eso está empezando a tener en cuenta las bajas menstruales, la medición por aplicaciones…
ZN: También pasó con las guerras mundiales y la industria de los productos menstruales. Se fue rompiendo un poco el tabú porque la propia industria vio necesario empezar a hablar de compresas y de métodos para recoger la sangre cuando las mujeres hacían falta en el mercado productivo.
Una de las cosas que mencionáis en el libro –ya mismo en la portada– es que el dolor no es normal. Es interesante que asumamos que sí, algo que tiene mucho que ver con todo lo que hemos estado hablando.
ZN: Al final si a una mujer le duele la regla y la única referencia que tiene son su madre y su abuela, a quienes también les ha dolido, lo ves como algo normal. Si vas al médico y la respuesta sigue siendo «es normal», dejas de buscar respuestas. Como hay muchas más mujeres en el mundo de la ciencia y la medicina, estos temas se están estudiando más. Ya no vale que el dolor sea normal. Se sabe que hay ciertos factores que hacen que duela y hay que buscar una solución.
«Ya no vale que el dolor sea normal. Se sabe que hay ciertos factores que hacen que duela y hay que buscar una solución»
Otro dato que impacta al leer La mitad que sangra es la conexión entre los efectos colaterales de la regla y la histeria, que hasta finales del siglo XX se pensaba que los cólicos de la regla eran psicosomáticos.
AV: Cuando hay una falta de investigación, siempre se busca la explicación más sencilla y esotérica. La salud mental era como un camino de salida para explicar cosas que de otra forma no podías explicar. La histeria –pero también la depresión relacionada con el síndrome premenstrual o los cambios de humor– se ha tendido [a pensar] a que era que la mujer es volátil, tiene estos cambios de humor o es presa de sus hormonas. Durante mucho tiempo a la ciencia le ha servido con eso, algo que no tenía una base científica, pero parecía satisfacer la necesidad de conocimiento que había entonces.
En cuanto a la parte histórica, tengo que preguntaros por Juan Comas Camps y su investigación a principios del siglo XX sobre la regla de las mujeres españolas. ¿Cómo llegasteis hasta él?
AV: Fue investigando la menarquia y cómo cada vez la regla se presenta antes. Ahora en España hay algún registro sobre principios de este siglo, pero necesitas algo para compararlo. Ahí fue donde lo encontramos en el Archivo Histórico de la Universidad Complutense. Era una tesis. Claro, no había máquina de escribir, todo se hacía a mano, en unas cuartillas super ordenadas en tinta azul. Y allí la teníamos guardada. La usamos para obtener datos y comparar cómo se registraba, a qué edad estaba viniendo en 1918, cómo se veía que en el norte de España ya venía un poco más tarde que en el sur. Fue una experiencia.
Es como un registro fascinante y un poco olvidado. Otras investigaciones están más presentes en los medios, las clásicas historias que nos encantan para reportajes.
AV: Creo que esa España es un poco desconocida. Porque solemos mirar el pasado de antes de la democracia y lo identificamos con el franquismo, cuando había poca ciencia y no estaba encaminada a vislumbrar los misterios de la mujer. Antes de eso hubo una época, y particularmente los años 20, en la que la ciencia que se hacía era muy diferente. Era una España que soñaba, que empezaba a tener las instituciones científicas. Había mujeres que estudiaban Medicina.
Hablando de mujeres y ciencia, en el libro habláis de dos investigadoras españolas, mucho más recientes, que son las grandes expertas en este tema. También de un centro en Canadá vinculado a una investigadora. ¿Por qué la menstruación depende tanto de investigadoras que hacen de esto un poco su obsesión? ¿Y creéis que esto va a cambiar? ¿Que no va a ser tan raro encontrarse una cátedra menstrual a 20 años vista?
ZN: Pienso que sí, que es algo que está cambiando. Sobre por qué interesa a las mujeres, es porque es un tema que les afecta directamente. Ellas lo viven también. En la dictadura si casi todos los científicos eran hombres, no se van a preocupar de un tema que les pilla tan lejano. Eso es la parte fundamental. Ahora, sí creo que está habiendo un cambio. En la presentación del libro se nos acercó una chica que está haciendo una tesis sobre la menstruación y sé que hay jóvenes que están poniendo el ojo ahí. Ha habido una gran brecha, pero a medida que las mujeres están ocupando puestos de decisión –porque investigar también requiere decidir– está empezando a haber más investigación y más discusión.
«La regla se ha invisibilizado tanto, que todo el mundo la ve como lo más normal del mundo y se cree que no es necesario investigar nada más. Al contrario»
AV: Al final lo que hace falta es el dinero. Porque creo que hay muchas investigadoras dispuestas, que tienen la voluntad, pero es más fácil todavía pedir financiación para un proyecto para una enfermedad rara, o para cosas de vida o muerte. La regla se ha invisibilizado tanto, que todo el mundo la ve como lo más normal del mundo y se cree que no es necesario investigar nada más. Al contrario.
Y volvemos a los sesgos de género. En el libro comparáis el número de investigaciones sobre la dismenorrea y la calvicie…
ZN: Es normal que la investigación se centre en los temas que salvan vidas, tiene que ser así. Pero es verdad que, si lo comparas con otras investigaciones que no salvan vidas, que un tema como la dismenorrea o el dólar menstrual vaya por detrás de otros que no son de vida o muerte, en esos momentos se cae.
En cuanto a la baja menstrual y toda la polémica que ha generado, ¿hablar más de estas cosas ayuda a comprenderlas mejor y a tener una visión más amplia de medidas como estas?
ZN: Sí. El debate o esas reticencias que hubo cuando surgió el tema tienen mucho que ver con que no se sabe realmente lo que supone trabajar con una regla dolorosa. Y hay un prejuicio, el de pensar que todas las mujeres ahora de repente están deseando dejar de trabajar dos días al mes con la excusa de que están sangrando. Que es un error, un prejuicio que no se da en otros casos. Imagínate: es como decir que toda la gente que tiene espalda no va a trabajar por dolor de espalda. No por tener útero te vas a coger una baja de dolor menstrual. Además, no es tan abiertamente como se ha dicho. Tiene que haber un diagnóstico detrás, un seguimiento médico. Y no es para siempre. Una baja menstrual debería estar pensada como una solución mientras se encuentra un diagnóstico y se soluciona ese dolor que te incapacita unos días al mes.
«El debate que hubo cuando surgió el tema [de la baja menstrual] tienen mucho que ver con que no se sabe realmente lo que supone trabajar con una regla dolorosa»
Al final ninguna persona quiere tener un dolor que te incapacita un par de días al mes…
AV: … que genera problemas en tu trabajo, que no te permite ascender al nivel de tus compañeros… Nadie quiere estar en esa situación. De todas formas, yo creo que se ha generado polémica, pero está bien que por primera vez se hable de este tipo de temas.
ZN: Y ahí algo que descubrimos en la encuesta es que muchas mujeres con reglas dolorosas no es que quieran cogerse la baja. Se sentían a gusto tan solo con que les permitiesen teletrabajar. En aquellos puestos en los que se puede, no tiene que ser una cosa de blanco o negro.
Vuestra encuesta también muestra que falta mucho en educación menstrual, que todavía mucha gente joven no sabe del todo qué es esto y que no se lo enseñaron en el colegio. ¿Cómo hemos llegado a esto?
ZN: Todavía hace falta dar pasos hacia una educación que incluya la menstruación más allá del ciclo reproductivo, que es como se sigue orientando hoy en día la formación, y que lo aborde como lo que es, un fenómeno biológico. Es algo que no debería enseñarse solo a las niñas, también a los niños. No como se ha hecho alguna vez de sacar a los niños para que no escuchen sobre el tema. Sabiendo ellos lo que pasa, estos debates –como con la baja menstrual– surgen desde otro lugar.
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