Sociedad
Las dos caras del narcisismo
Desde su origen mitológico hasta su variante clínica, el narcisismo es un concepto que requiere algunos matices para comprender su impacto real en la sociedad contemporánea.
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Narciso era joven, guapo y griego. Casi todos los hombres y mujeres que lo conocían se enamoraban de él, pero Narciso, que era demasiado vanidoso, los rechazaba a todos. Una de sus víctimas fue Eco, una ninfa que acabó consumida por el dolor en las intimidades del bosque. Por este motivo, la diosa de la venganza, Némesis, quiso que Narciso conociera también el sufrimiento por desamor. Entonces, le lanzó una maldición que se cumplió el día que él fue a tomar agua al río. Al agacharse, vio su propia cara reflejada en el agua, e inmediatamente, se enamoró de esa imagen. Sin embargo, no podía tocarla, ni abrazarla, ni siquiera verla del todo bien, y aun así Narciso no podía alejarse, pues si lo hacía, la imagen de su rostro desaparecía. El joven griego murió de inanición tras varios días admirándose a sí mismo.
Con esta historia llegó a nuestro vocabulario el término narcisista, adjetivo que describe a una persona que cuida en exceso su aspecto (o que tiene un alto concepto de sí misma) y que se utiliza en las sobremesas para despotricar de quienes no están cerca. Ahora bien, no todos los que tienen una personalidad narcisista muestran los mismos comportamientos: múltiples estudios sugieren que el narcisismo como tal no es un concepto unitario, sino que existen varios tipos, y los dos principales son el narcisismo grandioso y el narcicismo vulnerable.
Narcisismo grandioso y narcisismo vulnerable
El grandioso está asociado con la agresividad, la dominación, la autoestima por las nubes y la tendencia a sobrevalorar las propias capacidades. Quienes poseen este tipo de narcisismo, además de ser extrovertidos, fantasean con la omnipotencia, y por eso pueden comportarse como tiranos explotadores con las personas que tienen cerca.
Por el contrario, el narcicismo vulnerable se caracteriza por la elevada sensibilidad emocional, la actitud defensiva y evitativa, la inseguridad y la hipersensibilidad en las relaciones interpersonales. Son personas siempre pendientes de las críticas, por eso necesitan el reconocimiento constante de las personas cercanas, que les ayuda a reforzar su autoestima. Asimismo, suelen tener una visión fatalista del mundo, y cuando se sienten infravalorados pueden ser pasivos, introvertidos y desagradables con los demás.
Una investigación de la Universidad de Nueva York subraya que los narcisistas no son tan grandiosos como dicen serlo, sino que están llenos de inseguridades
Tradicionalmente, la grandiosidad y sus componentes han recibido más atención que la vulnerabilidad, pero una investigación de la Universidad de Nueva York subraya que los narcisistas no son tan grandiosos como dicen serlo, sino que están llenos de inseguridades, y su conducta es su forma de hacerles frente. Sugiere también que el narcisismo se entiende mejor como mecanismo de adaptación para encubrir su baja autoestima, y de este modo, cuando el narcisista se comporta inadecuadamente, genera un rechazo que agrava todavía más sus inseguridades, lo que le arrastra a un círculo vicioso que puede provocar secuelas psicológicas. Dicho lo cual, las dos dimensiones de narcisismo comparten características (aunque parezcan opuestas) como el egocentrismo, el sentido exagerado de la importancia que tienen en el mundo, la grosería y la tendencia a interactuar con los demás de forma antagónica.
¿Carácter o trastorno?
Todas estas etiquetas, que a menudo pueden ser constructos válidos para identificar patrones psicológicos y por ende encontrar soluciones, también pueden generar un estigma innecesario hacia personas con un talante diferente al propio. Así, hablar de grandiosidad o vulnerabilidad hace referencia al narcisismo como componente de la personalidad, es decir, entendido como conductas relativamente comunes en la sociedad y probablemente no patológicas. No obstante, desde el punto de vista psiquiátrico, el narcisismo cobra un punto más de seriedad, ya que puede hacer referencia a un problema de salud mental caracterizado por sentimientos de grandeza, necesidad de adulación y falta de empatía, y que afecta a entre el uno y el 5% de las personas. Algunos de los criterios clínicos según el manual de diagnóstico estadístico de los trastornos mentales (DSM-5), un narcisista debe, para ser clasificado como tal, tener una preocupación constante por fantasías de logros ilimitadas, influencia, poder, inteligencia, belleza o amor perfecto; la creencia de que son especiales y que solo deben asociarse con personas del más alto nivel; o la necesidad de ser admirado incondicionalmente. Además, los síntomas deben haber comenzado en la edad adulta temprana.
Más del 10% de los veinteañeros tienen narcisismo subclínico, que no es un trastorno
En este sentido, es importantísimo diferenciar en las conversaciones de sobremesa cuando se habla de un narcisista «de calle» y un narcisista de manual, ya que la ambigüedad del término puede generar un entendimiento impreciso del concepto de narcisismo. Indudablemente, el narcisista de calle puede cumplir con los criterios de diagnóstico del trastorno de personalidad narcisista, pero no todos los narcisistas en personalidad sufren un trastorno psicológico, ni mucho menos. De hecho, cuando un titular clickbait anuncia que el narcisismo está creciendo entre los jóvenes, el narcisismo del que se habla es la variante subclínica, la cotidiana, que está mucho más presente en la población general. En este caso, se especula que más del diez por ciento de los veinteañeros tienen narcisismo subclínico, que no es un trastorno, aunque en la minoría de casos puede ser lo suficientemente grave como para comprometer sus relaciones interpersonales. Afortunadamente, los años acaban alejándolos de su propio reflejo, algo que no le ocurrió a cierto seductor griego.
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