Derechos Humanos

El desafío del agua

Ángel Simón, presidente de Fundación Aquae, reflexiona sobre la urgencia de desarrollar un modelo sostenible que garantice el acceso universal al agua potable.

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02
septiembre
2014

El agua es un elemento básico del desarrollo sostenible. Sin ella difícilmente podemos dar respuesta a la mayoría de los desafíos mundiales recogidos en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de Naciones Unidas: erradicar la pobreza, reducir la mortalidad infantil, alcanzar la equidad entre mujeres y hombres o preservar el medio ambiente… En cada uno de estos objetivos, el agua juega un papel fundamental y determina en gran medida los avances que se están realizando.

Además de ser un elemento transversal, los ODM reconocen la importancia del agua como factor clave del desarrollo humano al conferirle unameta específica: reducir a la mitad, para 2015, la proporción de personas sin acceso al agua potable y sin acceso a servicios básicos de saneamiento. Este protagonismo del agua no es baladí: el desarrollo en los ámbitos económico, social o medioambiental pasa, entre otros factores, por una planificación que tenga en cuenta un aprovechamiento y una distribución eficiente de los recursos hídricos. Una planificación, por tanto, que traspase fronteras y países y que sea capaz de aunar diferencias políticas en favor de este derecho universal. Solo así podremos hablar, efectivamente, de un desarrollo sostenible que permita hacer avanzar a la humanidad en el siglo XXI y lograr una mayor cohesión social internacional.

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A las puertas del fin de plazo para los ODM, el año 2015, y a pesar de los avances realizados, todavía 800 millones de personas en todo el mundo no tienen acceso al agua potable y otros 2.600 no tienen acceso a los servicios básicos de saneamiento. Más allá de los datos globales, un análisis detallado del mapa del acceso al agua muestra cómo las desigualdades en este ámbito se entrelazan con otras desigualdades sociales, y pone sobre la mesa la necesidad y la urgencia de abordar los retos del agua si queremos lograr una sociedad más justa. Por ejemplo, los habitantes de las zonas urbanas constituyen las tres cuartas partes de quienes tienen acceso a un suministro de agua corriente en el hogar. En la otra cara de la moneda, las comunidades rurales representan el 83% de la población mundial sin acceso a fuentes renovadas de abastecimiento de agua potable y el 71% por ciento de las personas que viven sin sistemas de saneamiento.

No podemos ser autocomplacientes con los resultados, aunque efectivamente la proporción de personas en el mundo sin agua se haya reducido a la mitad desde 1990. Todavía queda mucho camino por recorrer y debemos ser  exigentes también en la extensión de los servicios de saneamiento, básicos para luchar contra la mortalidad infantil y mejorar la situación sanitaria general. La apuesta por el desarrollo sostenible requiere lograr que el agua sea un bien universal y no sólo un privilegio del mundo desarrollado. El agua debe volver a ser protagonista en la próxima hoja de ruta universal, esos Objetivos de Desarrollo Sostenible que pretenden dar continuidad a los ODM. Ya han surgido voces que reclaman que el acceso universal al agua sea una realidad en el año 2025, como muy tarde, y que se logre además con garantías de calidad, de forma que el agua sea verdaderamente segura en todos los rincones del planeta.

La gestión del agua es una de las asignaturas más importantes y trascendentales para nuestro futuro inmediato. Las necesidades de agua para consumo humano irán creciendo a medida que la población siga aumentando, según las previsiones, hasta los 9.000 millones a mediados de este siglo. El panorama que este crecimiento configura un horizonte, como poco, desafiante: se considera que para el 2030 se necesitará aproximadamente un 50% más de energía y alimentos, y un 30% más de agua que lo que se consume actualmente.Todo esto, sin olvidar los impactos que el cambio climático está teniendo sobre los recursos hídricos y que suponen un reto añadido nada desdeñable.

Hoy más que nunca es necesario que adoptemos medidas para hacer frente a inundaciones, sequías y escasez de agua para mantener el equilibrio entre suministro y demanda. Debemos incluir los recursos hídricos no convencionales y lograr inversiones para construir las infraestructuras necesarias de suministro y saneamiento. Es de suma importancia, también, reducir la contaminación del agua y aumentar su calidad, mejorar el tratamiento de las aguas residuales a la par que se sensibiliza sobre su potencial de uso, y conseguir que el uso eficiente de los recursos hídricos sea una realidad en cualquier parte del mundo. Esto significa dos cosas, innovar y cooperar: hallar las mejores soluciones de aprovechamiento y gestión de los estos recursos y compartir el conocimiento mediante alianzas y acuerdos que permitan dar, para cada lugar, las respuestas apropiadas.

desafio agua

El gran desafío radica en armonizar el desarrollo con la sostenibilidad. Lograr un modelo viable que nos permita avanzar lo más rápidamente posible en el acceso universal al agua potable sin desviarnos ni un ápice de nuestra gran responsabilidad: la de gestionar un recurso de la naturaleza del que, generación tras generación, somos meros depositarios. El agua es un ingrediente básico de nuestro bienestar, pero no nos pertenece, es la herencia que recibimos del pasado y que legaremos a las generaciones venideras. Este es, sin duda, nuestro principal compromiso con el futuro.

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