Derechos Humanos

«Un niño es un niño, venga de donde venga y tenga el color de piel que tenga»

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Unicef España
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12
abril
2024

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Unicef España

El nombre de José María Vera (Madrid, 1965) siempre ha estado vinculado al tercer sector y la cooperación internacional. Desde noviembre de 2021, centra su energía en el ámbito de la infancia como director ejecutivo de Unicef España. Licenciado en Química Industrial y máster en Cooperación Internacional, Chema Vera ha sido director de Oxfam Intermón, donde asumió en su última etapa la dirección ejecutiva de Oxfam Internacional.


Para hablar de infancia, empecemos por la infancia gazatí. ¿Habéis conseguido que llegue la ayuda humanitaria proporcionada desde Unicef? ¿Cómo estáis viviendo la situación en Gaza?

Desde que se abrió el paso de Rafah, hemos conseguido introducir ayuda humanitaria, y después también cuando se abrió el de Kerem Shalom. Hemos pasado más de 400 camiones solamente desde Unicef en todos estos meses, con suministros médicos, agua, suministro para potabilización y material contra el frío. Allí había ya un equipo Unicef y contamos con organizaciones locales con las que también podemos colaborar. Por lo tanto, ¿ha habido respuesta humanitaria? Sí. ¿Los equipos de Unicef han estado cerca de la infancia gazatí? Siguen estando, sí. ¿En la escala, con la calidad y con lo que exigen los estándares humanitarios y el Derecho Internacional Humanitario (DIH)? No, porque ha habido una imposibilidad para acceder con el volumen de ayuda humanitaria que haría falta. Hay un paso en el norte de Gaza que está a 10 minutos de la población que se está muriendo de hambre, literalmente muriéndose de hambre. Que no se abra ese paso es un sinsentido.

Por fin el Consejo de Seguridad de la ONU ha pedido un alto el fuego. ¿Tenéis cierta esperanza en que pueda mejorar la situación pronto?

Siempre tenemos esperanza y la reivindicación desde el primer día de alto el fuego humanitario: que cesen todas las hostilidades, que se liberen todos los rehenes y que se pueda acceder con ayuda humanitaria de forma masiva y segura, que es lo que exige el DIH en toda situación y máxime en una situación como esta, donde es una catástrofe, es una matanza de niños. Eso es lo que es Gaza ahora, se está convirtiendo en el mayor cementerio de niños del mundo.

«Gaza se está convirtiendo en el mayor cementerio de niños del mundo»

¿Cómo se gestiona esa frustración y al mismo tiempo se mantiene la esperanza? ¿La situación os da más fuerza y determinación para seguir trabajando?

Estamos muy llevados por el stay and deliver, «quedarse y responder», que es la máxima humanitaria y una máxima en Unicef. En los equipos, especialmente en los equipos humanitarios que están en los países en crisis, pero también en todos los demás que estamos haciendo soporte desde cualquier función, desde la comunicación y la captación de fondos, al apoyo logístico, o lo que toque hacer. La determinación crece en una situación de este tipo. Pero la indignación también. Y la frustración. Y todo es compatible. Ahora bien, no nos cansamos. Vamos a seguir insistiendo, exigiendo el alto el fuego y el acceso humanitario irrestricto, y vamos a seguir apoyando con la acción humanitaria en todo lo que nos dejen hacer.

Además de en Gaza, en Unicef seguís presentes en otros conflictos como Ucrania, Siria, Sudán y otros muchos fuera de la atención mediática. ¿Todas las guerras afectan igual a la infancia?

Desafortunadamente, sí, la guerra la sufren principalmente los niños. El impacto de un conflicto o de la violencia sobre una vulnerabilidad preexistente es siempre mayor. Hay unas capacidades, un desarrollo que dificulta el enfrentar una situación de bombardeo, de rotura, de huida. Afectan de una forma más especial esos traumas cuando se está en pleno desarrollo que cuando ya se es persona adulta. Estas guerras de las últimas décadas cada vez afectan más a la población civil. Cada vez son menos entre ejércitos, y cada vez se nos dificulta más la respuesta humanitaria y, por lo tanto, nuestra capacidad para acceder a la infancia y a la población civil vulnerable. Estamos bien viéndolo en Gaza. Pero, en Sudán, ejemplo de crisis fuera del del foco mediático, con casi 4 millones de niños desplazados, vemos la imposibilidad para acceder con acción humanitaria a las zonas más duras. Ahí no hay cámaras y apenas se habla de ello.

Hay muchos «conflictos olvidados». ¿Algo falla en nuestra sociedad o es que somos incapaces de tener siempre presentes todos los conflictos que hay en el mundo y confiamos en que ya estáis las organizaciones humanitarias?

Yo creo que es esto último. Hay una dificultad del ser humano para resistir tanta crisis tras crisis, porque incluso las crisis mediáticas pasan al olvido o al semiolvido. Gaza estaba en los medios de forma recurrente y continuada en las primeras ocho semanas y desde ahí empezó a caer. Cuando sale, la gente ya lo ha integrado y no quiere escucharlo más. Pasa con las crisis de Sudán, República Centroafricana, Afganistán o Yemen. Y, sin embargo, a las organizaciones humanitarias nos toca levantarlo, no solamente por deber de comunicación pública, también por el efecto que eso tiene para impulsar la agenda política.

«Los datos de pobreza infantil en España son de los peores de toda la Unión Europea»

Hablando de agenda política, se acercan las elecciones europeas de junio, ¿qué problemas enfrenta la infancia en la UE? ¿Qué está en juego para la infancia en estas elecciones?

Está en juego la política de solidaridad internacional, de acción humanitaria y de defensa del derecho internacional de la Comisión [Europea], que es el principal donante internacional by far. Pero, además, ha sido el principal garante del derecho internacional y del DIH. Claro que con inconsistencias, pero ha sido ese gran garante de todas las convenciones, pactos y convenios (de Ginebra, de los Derechos del Niño, de la OIT…) que es lo que nos ha permitido construir un sistema humano en el globo. Perfectible, necesitado de una revisión, pero que ha salvado millones de vidas en estas décadas desde la Segunda Guerra Mundial. Si esto se empieza a diluir –por el efecto migratorio, por un corrimiento hacia grupos políticos que tienen una vocación menor para defender ese derecho internacional, la Agenda 2030 o las convenciones internacionales sobre derechos humanos– va a sufrir la infancia de Gaza, de Yemen, de Sudán. Y estoy poniéndome así de trágico o de trascendente, porque creo que es clave. Se juega mucho la infancia no europea, que por supuesto también se juega mucho. Para empezar, la infancia que ha llegado a Europa. La infancia migrante o la que está encaminándose. Qué políticas migratorias haya, qué pactos haya con países de tránsito o de origen, cómo se establezcan rutas legales y rutas seguras puede acentuar más o menos el que más niños mueran en el mar. Y pueden facilitar más o menos el que haya una mejor integración y una protección según estándares internacionales de la infancia que llega a nuestras costas y a nuestras tierras. Y luego la infancia europea originaria, llegamos a ella y de una forma absolutamente clave.

El informe publicado por Unicef sobre el Estado de la Infancia en la Unión Europea 2024 sitúa a España como el país de la UE con mayor tasa de pobreza infantil. Y en otro de vuestros informes, Yo también vivo aquí, se pone el foco en el problema de la vivienda, más de medio millón de niñas y niños en España viven en una vivienda que sufre carencia severa. ¿Qué tiene que cambiar en las políticas públicas para reducir estas cifras?

Es cierto que en pobreza infantil estamos en una de las peores situaciones aquí en España, pues los datos son de los peores de toda la UE. La Comisión y el Parlamento Europeo tienen un rol que jugar y una estrategia europea que se llama la Garantía Infantil Europea. Desde Europa se pueden empujar estrategias, políticas y fondos para luchar contra la pobreza infantil, para mejorar la protección de la infancia frente a cualquier tipo de violencia, para proteger la salud mental, para establecer mejores protecciones en las redes sociales, para luchar contra las fake news, contra el ciberacoso, para mejorar en la ciberprotección… Aquí tienes mucho terreno legislativo europeo y es más importante el que enfrentemos esos retos todos los países a que lo enfrente cada Estado miembro. Ahora, si nos vamos a los Estados miembros, hablando de la pobreza infantil, el elemento de la protección social es absolutamente clave. España todavía protege poco y mal a su infancia en protección social.

¿Por qué no funciona bien esa protección?

Porque es pequeña, no es universal, no es rápida, es farragosa. Estamos esperando la Ley de Familias –que esperamos que se apruebe pronto en el Parlamento–. Abogamos por la garantía, por la prestación universal a la crianza a través de la renta. Que sea rápida, que no tenga el procedimiento de selección farragoso del ingreso mínimo vital, sino que se haga por la transferencia directa vía IRPF y que sea universal de 0 a 18 años. Como mínimo que empiece siendo universal de 0-3 años o de 0-6 años. La Ley de Familias es la principal petición sobre protección social. ¿Quiere eso decir que no hay que tener también fondos más focalizados que van dirigidos a colectivos específicos? No, es perfectamente complementario, pero hay mucho estudio científico que muestra cómo la prestación universal por crianza tiene un efecto sobre la reducción de la pobreza que es muy significativo.

«Si se pudo hacer con los ucranianos, ¿por qué no se puede hacer con los sudaneses, malienses o senegaleses?»

Sobre el sistema de protección, todavía hay en España unos 17.000 niños tutelados viviendo en instituciones…

Todavía. Son más de 50.000 en el sistema, pero efectivamente quedan unos 17.000 y pico en centros de protección. Hace falta avanzar en las estrategias de desinstitucionalización y que no haya ningún niño de 0 a 6 años que esté en un centro. Sacamos un muy buen informe de análisis de la respuesta de España –basado en la respuesta europea– a la crisis de los refugiados de Ucrania en términos de infancia y decíamos que, si se pudo hacer con los ucranianos, ¿por qué no se puede hacer con los sudaneses, malienses o senegaleses? Un niño es un niño sea de donde sea, venga de donde venga, tenga el color de piel que tenga y sea de la religión que sea. Es un niño antes que cualquier otra cosa y la respuesta tendría que ser igual.

Otro tema que también preocupa es la salud mental en las generaciones más jóvenes, ¿qué políticas se pueden promover para mejorarla?

Por un lado, estrictamente en salud mental hay que mejorar todo lo asistencial. Se han incrementado recursos, pero no a la velocidad y en la cantidad necesarias. La mayor desigualdad que ahora mismo hay en España en atención sanitaria es en salud mental. Si puedes pagar un psicólogo, tienes psicólogo. Si no, tienes dentro de seis meses y una sesión cada mes. Sin dejar el lado asistencial, desde Unicef, donde hacemos más énfasis es en la prevención, detección y atención temprana. Tenemos un proyecto con diez municipios, de prevención frente a la violencia contra la infancia, que precisamente lo que intenta es articular el sistema judicial, policial, educativo, sanitario, las familias y los servicios sociales para que estén atentos, con una coordinación muy estrecha y que establezcan estrategias conjuntas para la detección temprana de situaciones de violencia.

Las políticas de infancia vemos que tienen que ser transversales a todo lo demás. ¿Era necesario crear un Ministerio de Juventud e Infancia dedicado exclusivamente a esta población?

Sí, sí, sí. Es un hecho simbólico, pero como siempre a lo simbólico hay que dotarlo luego de lo real, pero hay muy buena intención, tanto de la ministra como de la Secretaría de Estado. Cuentan con unas Direcciones Generales con mucha experiencia y son un aliado clave para impulsar políticas. Hace falta que se pueda influir en otros ministerios, como el de Hacienda para la parte financiera o el de Política Territorial para el asunto migratorio.

«La humanidad, si quiere, puede salvar millones de vidas»

Invertir en infancia es invertir en futuro. Sin embargo, en los debates electorales se habla poco de infancia.

La infancia es el futuro, pero para nosotros la infancia es fundamentalmente presente. Son sujetos hoy, no adultos en formación, con derechos especiales, reconocidos por la Convención sobre los Derechos del Niño. Es clave que se les escuche. Unicef es muy fuerte en esto, en el apoyo a programas de participación infantil. Hay 400 y pico consejos de participación en ciudades españolas, 32.500 niños y niñas de entre 10 y 17 años que participan en esos consejos oficiales de los municipios. Apoyados por técnicos municipales, son órganos consultivos que se reúnen con el alcalde o con las concejalías y que plantean cosas muy aterrizadas y factibles, no se van por las ramas.

¿Cuáles son sus demandas?

Horarios de parque, rutas seguras para la escuela, descuentos en el autobús, espacios de ludoteca, mejoras de la ruta para llegar a las escuelas rurales… Y de ahí llegan a la política más elaborada. Una vez al año hay una sesión de representantes de estos consejos en el Parlamento con la Comisión de Juventud e Infancia, donde los chavales hacen sus propuestas sobre clima, educación, pobreza, discriminación… Se les debe escuchar, porque son ciudadanos ya y van a construir una ciudadanía activa en el futuro. Si hay una queja de desafección política, si no empiezas a cultivar la participación, a escuchar y a crear espacios cuando son más jóvenes, no esperes que luego a los 22 años vayan a estar cercanos a las instituciones. A los 18 años y un día no se crea el ciudadano políticamente interesado. Esto se va construyendo con el paso del tiempo.

Hace unas semanas anunciabais una buena noticia: la mortalidad infantil mundial (antes de cumplir 5 años) alcanza su mínimo histórico. ¿Qué demuestra este dato?

Muestra que, si queremos, podemos. Es una noticia positiva, fruto de la determinación, del desarrollo tecnológico, pero también de la cooperación internacional, del acceso a las vacunas hasta el último rincón. Y aquí sí reivindico a Unicef como el gran vacunador en el mundo entero, especialmente en los países frágiles. Lo que hemos demostrado en estas décadas es que la humanidad, si quiere, si se enfrenta a un reto en buena confluencia con un sector público fuerte, con contribuciones privadas desde la investigación y el desarrollo científico-tecnológico y la financiación con el rol que los actores de la cooperación internacional podemos jugar, puede tener como resultado estos millones de vidas que se salvan.

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