«La cultura es a la empresa lo que el carácter a la persona»
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COLABORA2024
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La filosofía y el mundo empresarial comparten la búsqueda de propósito, así como la necesidad de abordar cuestiones éticas y humanas en la toma de decisiones. Así lo cree la filósofa Fátima Álvarez, autora del libro ‘Por qué tomarse la empresa con filosofía’ (Plataforma Editorial, 2024), en el que defiende que ambas disciplinas pueden complementarse para promover el pensamiento crítico y la reflexión y, así, crear un impacto positivo en la sociedad.
¿Qué te inspiró a aplicar la filosofía al mundo empresarial?
Para ser sincera, comenzó de una manera inesperada. Mi acercamiento al mundo empresarial fue a través de las personas que, por otra parte, es lo más bonito que puede ocurrir. En el año 2020 me hice una cuenta en la red social LinkedIn y me encontré con que la mayoría de sus miembros eran del mundo de la empresa. Yo vengo de la educación, que es mi campo base. Pasé de estar desubicada a descubrir personas que hablaban de temas que podían resonarme. Desperté entonces mi mirada. Comencé a ver puntos de encuentro entre el mundo de los negocios y mi disciplina, la filosofía, en los que nunca me había fijado. Me emocionó darme cuenta de que había muchas más conexiones de las que esperaba.
«La filosofía siempre ha estado en la empresa, aunque sus miembros no fueran conscientes de ello»
Por tu experiencia, ¿cuáles son los mayores obstáculos que enfrentan las empresas al intentar implementar principios filosóficos en su gestión?
A veces digo que la filosofía siempre ha estado en la empresa, aunque sus miembros no fueran conscientes de ello. Hay muchos temas que tienen una clara raíz filosófica. No solo cuestiones de valores o códigos éticos, también planteamientos como el propósito, la sostenibilidad, la ética de la IA y, en consecuencia, la transformación digital de las empresas… Aunque se habla mucho de estos conceptos, me doy cuenta de que muchas veces no se logran aplicar en la práctica. La filosofía puede ayudar a aterrizar estos discursos a través del trabajo interdisciplinar, que considero fundamental. Hemos llegado a un grado de complejidad que es conveniente abarcar estas cuestiones a través de equipos interdisciplinares con profesionales de distintos ámbitos que confluyen y tienen un objetivo en común. El principal obstáculo es que no estamos habituados a trabajar de forma interdisciplinar. Para ello se necesita un cambio de actitud, romper las paredes de nuestros silos. Dejarse de esa distinción entre lo que es útil y lo que no. Porque la empresa es un mundo operativo con un rédito claro. El beneficio de las humanidades, sin embargo, no es tan inmediato porque construyen quiénes somos; forjan el carácter. Decía Heráclito que tu carácter crea tu destino. Y la cultura es a la empresa lo que el carácter a la persona. Según seas, harás. Y según hagas, te vas haciendo.
Fijémonos en el liderazgo. ¿Cómo crees que la formación en filosofía puede contribuir al desarrollo de habilidades de liderazgo más efectivas?
El papel del líder es un tema omnipresente, por no decir el tema. Se hace un gran hincapié en todas las cualidades que ha de tener el líder, en auténticos listados que pueden resultar apabullantes. Sin duda es una persona en un rol de gran responsabilidad; pero ante todo es una persona, con la vulnerabilidad que todos compartimos. Si ponemos tanto peso en la individualidad del líder no le invitamos a abrirse a las aportaciones de la comunidad que, a fin de cuentas, es con quien trabaja y para quien trabaja. Esa vulnerabilidad común de nuestra interdependencia no se combate con la fuerza, sino activando una inteligencia colectiva, colaborativa y ética. De ahí la importancia de que el líder cultive su sentido ético y rompa su soledad abriéndose al diálogo con su equipo. Ahí entramos en otra cuestión: la de crear ambientes psicológicamente seguros, dar valor al disenso respetuoso y argumentado, para aprovechar esa inteligencia colectiva.
«Hacer felices a los empleados no es un objetivo real de la empresa, sino dar un trato digno y unas condiciones justas»
Has mencionado la importancia de un contexto laboral seguro. ¿Qué enfoque filosófico propones para abordar el bienestar de los empleados?
Actualmente confluye el discurso sobre empresas felices con un aumento de los problemas de salud mental. Algo no cuadra. La felicidad es un concepto complejo, especialmente en el ámbito laboral. A menudo, escuchamos hablar de la importancia de «hacer felices a los empleados», pero creo que esto debe ser reinterpretado. Por eso afirmo que la felicidad individual es subjetiva y la felicidad pública se mueve en el terreno de la justicia. Hacer felices a los empleados no es un objetivo real de la empresa, sino dar un trato digno y unas condiciones justas. Todo se engloba, a su vez, en el contexto de nuestras sociedades individualistas, con poco sentido de lo común, de la comunidad. Hay que abandonar ese narcisismo, ser conscientes de nuestra interdependencia, de que somos vulnerables y nos necesitamos, de entendernos contextualizados en un entorno, en relación con otros y con el exterior. Ello no nos da crédito para hablar de responsabilizarse de algo tan complejo como es la felicidad de otros. Vayamos al plano de la justicia. En una cultura empresarial más justa, todos somos conscientes de nuestra vulnerabilidad y de nuestra relación con los demás. No podemos responsabilizarnos de algo tan complejo como la felicidad de otros, pero sí podemos crear las condiciones necesarias para que cada individuo encuentre un equilibrio y un propósito en su entorno de trabajo.
¿Qué papel puede jugar la ética filosófica en la toma de decisiones empresariales?
Sobre la importancia de la ética de la empresa ya hay camino recorrido. Es decir, camino sobre su importancia. En la práctica hay todavía mucho que hacer. El papel de la ética en la toma de decisiones empresariales es primordial. Conecta con lo que comentaba antes: la importancia de ese sentido de lo común, de que juntos cocreamos el mundo. De hecho, hay, afortunadamente, una progresiva sensibilización hacia tener un auténtico propósito empresarial que sea faro de las acciones y aporte un legado positivo a la sociedad. Pero aún queda mucho terreno por labrar. Me parece fundamental que las personas que toman las decisiones tengan una formación base en ética para poder calibrar los principios que les mueven, la importancia de saber los criterios por los que deciden, la justificación de sus decisiones, la valoración de las consecuencias… Ya habría que empezar por que en todas las carreras universitarias estuviese presente y con calidad una ética de las profesiones. Todo esto se hace aún más relevante ahora con los desafíos éticos que nos plantea la IA y su aplicación en el contexto empresarial.
«Es fundamental que las personas que toman las decisiones tengan una formación base en ética»
Pensando en el futuro, ¿la filosofía puede contribuir a la creación de estrategias empresariales que no solo sean rentables, sino también éticas y sostenibles?
Por supuesto que puede contribuir. Por las vías que hemos venido comentando: creando espacios de colaboración, para lo cual el diálogo que aporta la filosofía es un catalizador; cultivando la orientación ética de la empresa a partir de la formación de las personas y su sensibilización; trabajando el pensamiento crítico para la identificación de problemas, el buen establecimiento de criterios en la toma de decisiones y la evaluación de las consecuencias… Todas estas son herramientas que aporta la filosofía y que contribuyen a crear estrategias no solo rentables, sino también sostenibles. Es un proceso continuo, pero cada pequeña acción cuenta y contribuye a un futuro más responsable y sostenible.
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