Siglo XXI

Favorecer la autonomía y la responsabilidad de los trabajadores nos protege de los líderes tóxicos

El liderazgo poco ético puede limitar la capacidad de las empresas para ser competitivas al reducir sus posibilidades de atraer y retener talento, tener una imagen positiva ante clientes y socios, y lograr lo máximo de sus trabajadores.

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07
agosto
2024

Un líder tóxico y abusivo recurre a tácticas intimidatorias (gritos, insultos o humillaciones) y utiliza el miedo como herramienta para mantener el control y obtener resultados.

Estos líderes suelen mostrar poco interés por el bienestar de sus empleados y carecen de empatía hacia sus necesidades personales o profesionales, culpando incluso a otros del trabajo mal realizado por ellos mismos.

En general, provocan un clima de trabajo estresante que puede generar problemas de depresión, ansiedad y estrés crónico en los empleados afectados, reduciendo su capacidad de crecimiento personal, compromiso con la empresa y productividad.

Riesgos del liderazgo poco ético

Los liderazgos de este tipo pueden limitar la capacidad de las empresas para ser competitivas al reducir sus posibilidades de atraer y retener talento, tener una imagen positiva ante clientes y socios, y lograr lo máximo de sus trabajadores.

Todos esos factores hacen necesario no solo contar con herramientas para detectar los liderazgos negativos, sino también diseñar políticas y programas que permitan reducir sus efectos sobre los empleados.

De ahí que nos hayamos preguntado qué factores podrían ayudar a reducir o neutralizar los efectos negativos de un líder poco ético sobre el crecimiento personal y la intención de permanecer en la empresa de los trabajadores.

Un clima laboral de responsabilidad y autonomía fomenta la satisfacción de los trabajadores en términos de crecimiento, reto y sensación de logro

Los resultados nos muestran que, si bien tener un supervisor poco ético es negativo para el crecimiento personal de los empleados y para su intención de permanecer en la empresa, cuando perciben que en su organización existe un clima de trabajo orientado a fomentar la autonomía y la responsabilidad de cada uno por hacer un trabajo bien hecho, dichos efectos negativos se reducen.

Liderazgo y ética

Dado que el liderazgo en una organización empresarial es, básicamente, el proceso mediante el cual una persona (el jefe) ejerce una influencia intencional sobre otras (los trabajadores) para guiar, estructurar y facilitar las actividades y relaciones dentro de la organización empresarial, el intento de los líderes de influir en los trabajadores tiene implicaciones importantes en su respuesta laboral.

Para apreciar plenamente el impacto negativo del liderazgo poco ético es útil considerar el papel beneficioso del liderazgo ético, basado en principios morales racionales en los que se trata a los subordinados de forma honesta y justa. Este tipo de liderazgo enfatiza la responsabilidad ética con la comunidad, la organización y los subordinados.

En contraposición, las prácticas de liderazgo poco éticas (por ejemplo, mentir, degradar a los subordinados, promover la discordia) fomentan ambientes de trabajo negativos. Ejemplos de liderazgo negativo son el liderazgo abusivo, con actitudes verbales y no verbales hostiles pero sin daño físico; el liderazgo tóxico, por el que comportamientos destructivos de los líderes degradan la moral, la motivación y la autoestima de los trabajadores, y el liderazgo destructivo, que se aleja de los objetivos de la organización y socava su eficacia y la motivación, el bienestar y la satisfacción laboral de los trabajadores.

Autónomos y responsables

La existencia de un clima laboral de responsabilidad y autonomía fomenta la satisfacción de los trabajadores en términos de crecimiento, reto y sensación de logro. De hecho, el grado en que los empleados se sienten responsables de su propio trabajo y tienen autoridad para resolver sus problemas sin necesidad de consultar a sus supervisores podría debilitar el impacto de un liderazgo poco ético en la intención de permanencia del empleado.

La alta dirección de las empresas tiene, pues, la responsabilidad de fomentar un ambiente laboral que fomente la sensación de responsabilidad, de tal forma que los empleados perciban que tienen una libertad y un control sustanciales para gestionar y tomar decisiones sobre cómo programar sus propias tareas laborales, y además perciban que tienen poca necesidad de interactuar con sus supervisores o depender de ellos.

Esto permitirá que, aún cuando de manera inconsciente haya supervisores poco éticos en la organización, los efectos negativos de estos sobre el crecimiento personal y la intención de permanecer en la empresa se vea reducida. No obstante, dado que tener un supervisor tóxico genera problemas considerables en el entorno de trabajo y en la satisfacción de los empleados, la alta dirección de las empresas podría considerar también como estrategia la identificación de tales supervisores para tratar de reconducir su estilo de liderazgo o incluso permanencia en la empresa.


Pablo Ruiz Palomino, catedrático, área de Organización de Empresas, Universidad de Castilla-La Mancha. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

The Conversation

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