Cultura

Günther Anders, el filósofo que predijo el desastre

El pensador de origen judío, que escapó con Hannah Arendt de la persecución nazi, centró su investigación filosófica en la degeneración ética del ser humano.

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19
septiembre
2024

Llevaba un tiempo visitando a aquel hombre, demacrado, obsesionado con aquel día. Claude Eatherly, exoficial de la fuerza aérea de Estados Unidos, había sido el piloto responsable de proporcionar la información necesaria a su escuadrón para el lanzamiento de la primera bomba atómica de la historia el 6 de agosto de 1945 sobre Hiroshima. Su conciencia quedó quebrada desde que tuvo noticia del alcance de la destrucción: más de ochenta mil civiles muertos y todo el perímetro urbano arrasado o incendiado durante horas. Mientras tanto, la sociedad civil y el Estado norteamericano le consideraban un héroe. Eatherly necesitó unificar la imagen de sí mismo que albergaba en su conciencia, la de un criminal, con la mirada heroica que la sociedad proyectaba sobre él. Delinquió, fue internado en un psiquiátrico. Durante meses, el filósofo polaco Günther Anders fue recogiendo las conversaciones que tenía con él, que finalmente fueron publicadas en 1961 con el título de Burning Conscience.

La publicación de la correspondencia entre Anders y Eatherly fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de las autoridades del país de acogida del intelectual. Anders, nacido con el nombre de Günther Stern, dedicó todos sus esfuerzos a investigar la degeneración ética del ser humano y, en concreto, de la civilización occidental. Su continua crítica a la relación entre poder, violencia y tecnificación convirtieron al pensador en un tábano para las naciones vencedoras de la Segunda Guerra Mundial, que consideraban que las armas de destrucción masiva, como las nucleares, eran un instrumento necesario para preservar la paz mundial mediante la amenaza de la destrucción absoluta. Estados Unidos le terminó acusando de ser comunista, por lo que optó por abandonar el país.

Pero antes de estos acontecimientos, Anders fue un intelectual destacado en Alemania. Estudió Filosofía en la Universidad de Friburgo, fue alumno de Edmund Husserl, Martin Heidegger y Ernst Cassirer, además de esposo de Hannah Arendt durante ocho años. Desde su experiencia como soldado durante la Gran Guerra y ante la creciente inestabilidad de la República de Weimar, Anders centró su pensamiento en la relación entre poder y violencia.

Pero, en 1933, el partido nacionalsocialista alemán consiguió el poder. Anders, que tenía orígenes judíos, fue perseguido por los nazis junto con Arendt. Ese mismo año, y con el fin de escapar del horror que se avecinaba, el joven matrimonio escapó a Estados Unidos, donde se exiliaron. Ya en América, el filósofo escribió varias obras de ficción, como Las catacumbas molusias (1932) y Learsi. Mi judaísmo (1933), en las cuales describió con bastante acierto los horrores de una sociedad domesticada por un Estado violento, xenófobo y totalitario, y una serie de reflexiones sobre ser judío.

Sin embargo, una ver terminada la guerra, Günther Anders visitó el campo de concentración de Auschwitz en un recorrido que agitó su conciencia definitivamente. Era la demostración de que el ser humano, la vida en general, habían dejado de tener la menor importancia. Y él, que hubiera sido objeto del genocidio de haberse quedado en Europa, era responsable de sus circunstancias.

Uno de los mayores temores de Anders era que la tecnificación condujese a la destrucción de la humanidad

Fruto de esta experiencia, Anders comenzó a profundizar en el desarrollo de las ideas que, décadas antes, había comenzado a formular. En 1956 publicó la que fue su obra más conocida, La obsolescencia del hombre. En un emotivo fragmento escribió sobre su visita a Auschwitz: «Si se me pregunta en qué día me avergoncé absolutamente, responderé que en esta tarde de verano cuando en Auschwitz estuve ante los montones de anteojos, de zapatos, de dentaduras postizas, de manojos de cabellos humanos, de maletas sin dueño. Porque allí tendrían que haber estado también mis anteojos, mis dientes, mis zapatos, mi maleta. Y me sentí (ya que no había sido un preso en Auschwitz porque me había salvado por casualidad) sí, me sentí un desertor».

Técnica, violencia y destrucción

Tanto en La obsolescencia del hombre como en su obra ensayística, en sus artículos y entrevistas (con libros y recopilaciones de las que destacan Estado de necesidad y legítima defensa, Hombre sin mundo y Si estoy desesperado, ¿a mí que me importa?), Anders desarrolló la filosofía de la técnica. Bajo su análisis, el ser humano ha perdido cualquier esbozo de equilibrio entre el respeto a la condición humana y a la vida y su obcecación por la violencia y el poder (unificadas en el término alemán gewalt). El desarrollo técnico acelerado desde las revoluciones industriales está conduciendo a la humanidad a un desplazamiento irreversible de la gewalt hacia la técnica. Es decir, las futuras generaciones se van haciendo más dependientes de la tecnología, de su desarrollo y del contexto circunstancial que imponga su presencia.

Uno de los mayores temores de Anders fue que la imparable tecnificación condujese a la destrucción de la civilización o a la esclavitud universal de los seres humanos. Acérrimo pacifista, puso en relación el Holocausto con el empleo de las armas nucleares por parte de Estados Unidos como los elementos constitutivos de un totalitarismo que podría desencadenar en una destrucción de la humanidad. La tercera etapa de la relación del gewalt con la tecnificación es descrita por el pensador como una sociedad entregada al consumo de bienes que no necesita en absoluto, idólatra de los artilugios producidos por la ciencia y la técnica, irreflexiva y entregada a una peligrosa dicotomía: armas, poder y desarrollo para unos países, mientras otros son sumidos en el hambre, la debilidad armamentística y la dependencia de las grandes potencias. Este sería el comienzo del fin para Anders, cuando el ser humano haya entregado la gewalt al producto de su conocimiento tecnológico con efectos nocivos sobre el medio ambiente.

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