Siglo XXI

Tecnopatías, las enfermedades 3.0

El uso generalizado de dispositivos ha llevado a la aparición de las llamadas «enfermedades del siglo XXI»: patologías, síndromes o molestias relacionados específicamente con la ubicuidad de las redes sociales y el hiperpresentismo en línea. ¿Cuáles son?

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Eugenia Loli
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29
noviembre
2023

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Eugenia Loli

Brian Vigneault tenía 35 años y tres hijos cuando murió tras una maratón de 22 horas seguidas de videojuegos transmitiendo en la red Twitch. Simplemente no fue capaz de parar. El año pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó la nueva Clasificación Internacional de Enfermedades CIE-11, en la que catalogó la adicción a los videojuegos como un trastorno mental, del comportamiento y del neurodesarrollo, y, específicamente, como un trastorno del control de impulsos.

Pero esta no es la única enfermedad relacionada con el uso –y abuso– de teléfonos móviles, computadoras, tablets y consolas. Aunque en su mayoría no están tipificadas como patologías o trastornos conductuales, la ubicuidad de la tecnología ha traído consigo la aparición de «tecnopatías», también llamadas «enfermedades del siglo XXI» o «enfermedades 3.0». Se trata de dolencias o afecciones que van desde molestias físicas e insomnio hasta síndromes, apneas y fobias.

Y es que, actualmente, la cantidad de horas que pasa una persona conectada a internet llega a más de 6 horas y media diarias en promedio en el mundo. Y los datos cambian según el país: mientras en Estados Unidos, el promedio de tiempo en pantalla llega a las 7 horas al día, en Brasil es de 9,32 horas y en Sudáfrica es de 9,38.

En España, el usuario medio pasa 6 horas al día conectado a internet

En España, se prevé que en 2024 el porcentaje de usuarios de internet supere el 91,7%, en comparación con el 77,2% de 2018, de acuerdo con Statista. Según el Informe Digital de We Are Social y Hootsuite de 2023, 45 millones de españoles son usuarios de internet, cerca del 85% son activos en redes sociales y el usuario medio pasa 6 horas al día conectado a la red.

Sin duda, el homeoffice o teletrabajo ha jugado su parte en la ansiedad tecnológica. En la Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de Información y Comunicación en los Hogares del Instituto Nacional de Estadística, el 60,8% y el 47% de las personas encuestadas, respectivamente, dijeron que las desventajas del teletrabajo han sido la falta de desconexión y la sobrecarga laboral.

Fobias e -itis

Pero, ¿qué pasa cuando eres tú quien no se quiere desconectar? La nomofobia es el miedo irracional a separarse del teléfono celular, a salir de casa sin él, a quedarse sin batería. Según Sanitas, «un nomofóbico es fácilmente reconocible porque mira constantemente su móvil para ver si ha recibido algún mensaje, roba horas al sueño para sumergirse en las redes sociales, no quiere ir a ningún sitio en el que no haya cobertura, no apaga el móvil en ningún momento y siempre está pendiente de localizar un enchufe que le permita recargar la batería».

De esta incapacidad de desconexión también surge el fomo, o fomofobia, del inglés fear of missing out, es decir, el miedo a estar perdiéndose algo que está sucediendo en la red debido a que no se está pendiente mirando el móvil. Se le conoce también como fobo (fear of being offline).

Algunas tecnopatías reciben directamente el nombre de la red social o del dispositivo electrónico que las ha originado. Por ejemplo, la «WhatsAppitis» es conocida como la tendinitis derivada de una sobrecarga en los pulgares y tendones, y a veces hasta las muñecas y el codo, por responder chats de WhatsApp.

La «portatilitis», por su lado, es el dolor muscular que se asocia específicamente a la mala postura que genera el uso de computadores portátiles y a cargarlos de un lado a otro.

Además, el llamado mal del iPod representa los problemas auditivos generados por escuchar música con auriculares a volúmenes muy altos.

De apneas y síndromes

Y otras «tecnopatologías» pueden dejarnos, literalmente, sin aliento. La apnea del correo electrónico es la reacción de ansiedad que se produce al abrir la bandeja de entrada y encontrar un sinfín de e-mails no leídos.

También existe la apnea de WhatsApp (o phubbing, en inglés), que se situaría en el otro lado del espectro, pues representa la necesidad ineluctable de revisar la app a pesar de no tener notificaciones o chats sin leer.

Por otro lado, la depresión de Facebook surge por la sobreexposición a la red social, ya sea por stalkear perfiles ajenos para recordar momentos felices, o por comparar constantemente la vida propia con la (supuesta) felicidad de los demás.

En cuanto a los buscadores, además de la cibercondría, es decir, la hipocondría causada por buscar los síntomas de una enfermedad en la web, también existe el denominado síndrome de Google, la pulsión por consultarlo todo en internet, impidiéndole al cerebro que ejercite la memoria para recordar el dato necesario.

Por último, el síndrome de la vibración fantasma o de la llamada imaginaria se trata de la percepción de que el teléfono está vibrando cuando no hay ninguna notificación; el cerebro se ha acostumbrado tanto a aguzar los sentidos que cualquier estímulo es asociado con el celular. Según Ramón Bonet y Antonieta Garrote, las cifras de este síndrome se elevan hasta un 80% de los usuarios de smartphones.

Justamente, gran parte de las tecnopatías surgen, en esencia, por el «hiperpresentismo» digital. El tecnoestrés es el malestar que causa la saturación por los dispositivos móviles y las redes sociales, por sus notificaciones constantes, por la incapacidad de desconectarse. Esto puede desencadenar tecnofatiga, el agotamiento físico y mental que produce el uso irrefrenable de las TIC en la vida diaria.

Todo ello podría acarrear también insomnio tecnológico, cefaleas, cervicalgias y dolores musculares, tensión ocular, además de estados de burnout. Por ello, el consejo médico generalizado es sencillo, aunque no necesariamente fácil: tomar distancia recurrente de los dispositivos, hacer pausas o apagarlos durante un tiempo determinado. En resumen, intentar desconectar.

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