«Queremos que el aprovechamiento alimentario se convierta en una forma de ofrecer oportunidades laborales»
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Ana Urmeneta, Responsable de Sostenibilidad de Boehringer Ingelheim España, entrevista a Raquel Díaz Ruiz, Directora de Espigoladors, una entidad que trabaja por el aprovechamiento de los alimentos, por mejorar el acceso a una alimentación adecuada y que, además, genera nuevas oportunidades para personas en riesgo de exclusión social.
¿De dónde viene el nombre Espigoladors?
Es una palabra en catalán que tiene su raíz en «espigolar», que viene a referirse a espigueo o rebuscar alimentos. En 2014 se juntaba lo peor de la crisis económica que empezó en 2008, en la que teníamos una tasa de paro muy alta y empezaba a haber gente rebuscando, espigolando, entre los contenedores en la calle. Pero, a la vez, la FAO ya había dicho que un tercio de los alimentos a nivel mundial se pierde o desperdicia en el campo.
Entonces, las tres personas que fundaron Espigoladors quisieron darle respuesta a esto. Por un lado, querían recuperar la figura del espigueo, que es una práctica tradicional de recuperar las frutas y hortalizas que quedan en el campo después de la cosecha principal y, por tanto, empezar a hacerlo de una manera formal, recurrente… y, por suerte, en Cataluña creo que lo hemos conseguido. Estamos espigando campos casi cada día de la semana. Esas frutas y hortalizas las canalizamos hacia entidades sociales y, así, ese alimento que se acababa de cosechar llega a familias en situación vulnerable.
Por otro lado, también queremos que el aprovechamiento alimentario se convierta en una forma de ofrecer oportunidades laborales. Tenemos una empresa de inserción, Es im-perfect, donde lo que hacemos es aprovechar frutas y hortalizas que están descartadas del mercado y dando también oportunidades a personas a través de un empleo. A partir de ahí elaboramos nuestra gama de productos de Es im-perfect: conservas vegetales, mermeladas, salsas…
¿Cuál es la diferencia entre pérdida y desperdicio alimentario?
Las pérdidas son lo que queda en el campo en las primeras fases de la cosecha del sector alimentario. Y el desperdicio alimentario vendría un poco después. Básicamente es un tema terminológico. Lo importante es pensar que hace referencia a alimentos que acaban en la basura, en una pila o en compostaje, o que acaban siendo triturados. Quienes trabajamos mucho con el sector primario creemos que también adoptar lenguajes próximos al sector es importante y, por tanto, hacemos mucho hincapié en diferenciar pérdidas de alimentos y desperdicios.
¿Cuál es el poder que tiene la ciudadanía en cambiar los hábitos de consumo?
Hay que hacer muchos cambios, tanto en nivel individual como colectivo, pero no tenemos que olvidar que es un problema complejo y estructural. Por lo tanto, hay que trabajar en los dos planos: cambiando las normas de juego, el sistema y las dinámicas que existen, pero sin olvidar que la ciudadanía, el ciudadano individual, también tiene algo que decir, algo que hacer, algo que apoyar.
«Hay unos criterios estéticos excesivamente elevados para los alimentos, como si fueran unos objetos fabricados en moldes»
¿Qué podemos hacer las compañías para trabajar en esta reducción del desperdicio alimentario?
Las empresas tienen que ser conscientes de que son una pieza de un puzle muy grande y que, aunque no sean empresas que trabajen directamente con la alimentación, sí que tienen proveedores, pueden tener cantinas, tienen empleados y tienen trabajadores que comen muchas veces al día. Por lo tanto, las compañías que son del sector agroalimentario pueden hacer muchas cosas: desde cuantificar cuánto generan, intentar minimizarlo, tener planes de prevención, trabajar en la prevención del desperdicio dentro de la casa y hacia fuera, con sus proveedores y con sus clientes…
Y las empresas que no son del sector alimentario pueden trabajar con proveedores si ofrecen catering o hacen eventos… ahí se puede trabajar también y se puede concienciar a trabajadores y trabajadoras.
¿Qué podemos hacer la ciudadanía, la política, las empresas, las asociaciones… para aprovechar mejor la comida?
Primero, poner la alimentación en el espacio que merece. Al final no es un objeto de intercambio monetario únicamente: son nutrientes que necesitamos para alimentarnos. Las sociedades modernas no le estamos dando la importancia que merece. A partir de ahí, también necesitamos tener los espacios formativos, la educación, un escenario que te facilite cocinar, el tiempo para cocinar, los conocimientos adecuados, saber dónde preguntar y dónde buscar información. Yo diría empezar por valorar y, luego, tener recursos, formación, educación y tiempo para aplicarlo.
Habéis analizado muy bien, especialmente en Cataluña, lo que está pasando en el campo. ¿Por qué crees que hay tantas pérdidas alimentarias en la parte primaria del ciclo?
Al ser el eslabón más débil de la cadena, tienen diferentes dinámicas que hacen que mucha parte de la cosecha se quede en campo. A pesar de no tener cifras, puede ir desde el 5%, en el mejor de los casos, hasta más del 50%, dependiendo de la cosecha. Esto pasa porque, a veces, el precio que perciben o que iban a percibir ni siquiera cubre el coste de recolección.
Otras veces, se trata de un tema estético. Hay unos criterios estéticos excesivamente elevados para los alimentos, como si fueran unos objetos fabricados en moldes. Si la manzana tiene, según qué color, según qué puntitos, según qué medidas, no puede pasar a la siguiente fase. Si el calabacín mide más de cierto tamaño, tampoco.
Además, hemos de tener en cuenta que son elementos vivos que dependen de las condiciones climatológicas. Por tanto, a veces afecta más o menos lluvia de la cuenta, más o menos sol. Todo esto también hace que pueda pudrirse o que de golpe crezcan todas las lechugas y haya un momento de sobreproducción puntual.
«No podemos considerar que nosotros vamos a vivir en este planeta sin que los animales o el ecosistema esté sano»
Con vuestra marca Es im-perfect aprovecháis las frutas y verduras que quedan en el campo. ¿Por qué se desperdician estos productos que se pueden consumir, si realmente son consumibles?
Lo que nosotros absorbemos en Es im-perfect es frutas y hortalizas que ya están cosechadas y, la gran mayoría de veces, por tamaño o color o porque son demasiado maduras, no llegan, no pasan al siguiente eslabón: no pasan a una frutería o al supermercado, pero son perfectamente comestibles. Lo que hacemos es que en lugar de que la cooperativa agrícola lo tenga que tirar, lo compramos y hacemos, por ejemplo, una salsa de tomate buenísima con tomates súper maduros que son deliciosos. Pero también hay que tener esa parte de innovación, de creatividad y de querer reducir, porque la solución fácil es tirarlo.
¿Cómo promovéis la justicia social desde Es im-perfect?
Tenemos tres objetivos: reducir el desperdicio, ofrecer oportunidades laborales y trabajar por el derecho a una alimentación sana, saludable y sostenible para todos. Creemos que es muy importante generar empleo a través del aprovechamiento alimentario y demostrar que otro tipo de empresas y de economía es posible, es viable y que, además, como ciudadanos y ciudadanas, también tenemos opciones de compra que provienen de esos modelos. Además, con nuestra empresa de inserción, lo que hacemos es ofrecer oportunidades laborales a personas en situación vulnerable.
¿Cuál es el impacto del aprovechamiento alimentario en la salud de las personas y de los animales?
En emisiones de efecto invernadero, todo el sistema agroalimentario tiene un peso muy importante, a la par que el transporte y otras industrias. Solo las pérdidas y el desperdicio emiten el 8% de CO2 a la atmósfera. La salud de las personas tiene mucho que ver con la salud del planeta y con la de los animales. Sabemos que todo está conectado con la salud planetaria y que no podemos considerar que nosotros vamos a vivir en este planeta sin que los animales o el ecosistema esté sano.
En Boehringer Ingelheim el voluntariado corporativo es una parte esencial de nuestra estrategia de sostenibilidad. Creemos que, a través del voluntariado, como el que hacemos con Espigoladors, ayudamos a crear un movimiento hacia un futuro más sostenible. ¿Cómo animarías a otras compañías a hacer voluntariado corporativo con Espigoladors?
Hacer voluntariado corporativo es muy importante porque te conecta con el territorio, con la sociedad, con los problemas sociales. Con la tasa de pobreza que tenemos en España tan elevada y con el 20% de los alimentos que acaban siendo residuos en Europa, algo que es escandaloso, aproximarte, aunque sea por un día, a esta realidad y pensar «puedo hacer algo y estoy haciendo algo» es muy importante. Ver que con tus manos puedes hacer algo tiene un impacto que va más allá del mismo día en el que se hace la actividad de espigueo, un taller de cocina o una formación específica sobre datos de una investigación.

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