Sociedad

«Todos somos edadistas, aunque a veces lo seamos con buena intención»

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30
julio
2024

Ana Belén Fernández Souto es docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad de Vigo y dirige la primera cátedra de Edadismo. Esta iniciativa pionera en España investiga e intenta combatir los efectos negativos del edadismo, un término de larga historia y difusión reciente que afecta tanto a nivel personal como social e, incluso, económico.


El edadismo es un concepto relativamente reciente. ¿Es lo mismo que la gerontofobia?

El edadismo es la discriminación por edad, por cualquier edad, no solo hacia los mayores ni hacia los jóvenes, sino en cualquier momento de nuestra vida. Es cierto que el concepto que ha incluido la RAE se centra en los mayores, pero el edadismo una idea mucho más amplia que «gerontofobia», que solo se refiere a las personas mayores.

¿Puedes darnos algunos ejemplos de edadismo en el día a día?

Por ejemplo, el otro día estaba en la terraza de una cafetería y vi a un grupo de adolescentes de pie esperando. Llevaban un rato esperando y el camarero fue a echarlos diciéndoles «venga, chavales, que ya lleváis aquí mucho tiempo»; eso es un tratamiento edadista porque no se lo dirían a alguien mayor, ¿verdad? Incluso sucede con buena fe: por ejemplo, un senderista se encuentra con dos personas que son más mayores que él y piensa que van a estar en peor condición física, así que les advierte sobre un tramo difícil en el camino. Ese comentario se hace sin saber si esas dos personas con edad cronológica mayor que la nuestra pueden estar en peor o mejor forma que nosotros… Se habla mucho del edadismo hacia las personas mayores (lo vimos en la pandemia con el acceso a las tecnologías) y también del edadismo laboral, tanto en el primer acceso de las personas más jóvenes, que sufren estereotipos de irresponsabilidad y falta de compromiso con el trabajo, como en esa franja de edad entre los 45 y los 55 años. El edadismo está presente en nuestra vida constantemente y todos somos edadistas, aunque a veces lo seamos con buena intención. Todos podemos sufrir edadismo en algún momento de nuestra vida.

«La discriminación positiva es un arma de doble filo»

¿Puede haber un edadismo positivo? Por ejemplo, considerar que las personas mayores son más sabias por tener más experiencia y por ello deberían tener un mayor papel en las instituciones.

El edadismo, si lo entendemos como discriminación, nunca puede ser positivo. Por ejemplo, en el tema del acceso a los bancos de las personas mayores. Se ha hecho una campaña para pedir que la gente mayor sea atendida en los bancos de manera presencial por otras personas, lo que se plantea en principio como una discriminación positiva. Sin embargo, hay personas que no están en esa franja y que lo ven como algo negativo. Se preguntan: ¿por qué un jubilado, que tiene toda la mañana para hacer una gestión, tiene ayuda prioritaria, mientras que yo, que estoy activa y tengo ocupaciones que solo me dejan un hueco de un par de horas para hacer el trámite, no recibo ayuda? La discriminación positiva es un arma de doble filo. Hablábamos de los consejos o gobiernos de sabios, pero ahí influye mucho el ámbito cultural: en algunas culturas se valora más el papel de las personas mayores como mentoras y en otras menos. Según el informe sobre edadismo de la OMS, en Europa hay más discriminación hacia los jóvenes, frente al resto del mundo, donde se discrimina más habitualmente a los mayores.

¿El edadismo puede tener efectos perjudiciales sobre el desarrollo social?

Desde luego. Es dañino en todos los ámbitos: afecta a la salud mental,  por tanto también a la salud la física. Luego el deterioro en la salud mental y física afecta al bienestar social, que tiene un precio económico. Si tenemos peor salud física y mental, gastamos más recursos en el ámbito médico, por lo que el edadismo no solamente tiene un coste personal sino, también un coste social y económico a nivel nacional.

«En Europa hay más discriminación hacia los jóvenes»

¿Por qué nos hemos dado cuenta recientemente de la importancia del edadismo? En otras entrevistas has dicho que ha sido a raíz de la pandemia.

El edadismo como tal es un concepto que no es nuevo, pero no se le ha dado importancia. Lo que pasó con la pandemia es que empezamos a detectar de forma muy clara la discriminación hacia las personas mayores; incluso llegó a haber protocolos que decían que, si había sobresaturación, había grupos de determinada franja de edad cronológica que debían pasar a ser los últimos en ser atendidos. Los medios ayudaron a visibilizar esa discriminación y a partir de ahí en nuestro país se empezó a tener en cuenta. La OMS publicó un informe sobre edadismo a nivel mundial y la ONU declaró la década del envejecimiento, lo cual también ayudó a que se empezara a hablar de edadismo. Además, en nuestro continente y en España la pirámide de población es como es: cada vez hay más personas mayores que necesitan recursos diferentes que los que necesitaban antes, ya tienen otros tipos de consumo social y cultural que hace cincuenta años no tenían.

Los jóvenes continuamente escuchan mensajes negativos relacionados con lo que supone que deberían estar haciendo a su edad: «no queréis responsabilidades», «preferís gastar dinero en viajes antes que en comprar una casa»… ¿Cuánto hay de verdad en eso?

Cuando estamos hablando de edadismo, sexismo o racismo estamos haciendo comentarios basados en prejuicios y estereotipos sociales. Es muy fácil caer en ellos porque hemos nacido en una cultura en la que los hemos ido escuchando y viendo, y al final los acabamos asimilando como parte de nosotros. Todas las generaciones siempre piensan que son mejores que las que vienen después. En la cátedra de Edadismo de la Universidad de Vigo, una de las primeras iniciativas que llevamos a cabo, además de incluir el término «edadismo» en el diccionario, fue una actividad con los alumnos de Comunicación Audiovisual en la que harían vídeos hablando del edadismo. Partíamos de la hipótesis de que todos estos alumnos de 20 o 21 años iban a centrarse en el edadismo hacia las personas mayores, pero nos sorprendió ver que la mayor parte de los vídeos eran comparativos entre la situación de jóvenes y mayores. Decían que, mientras que todo el mundo pone el foco en las personas mayores, que tienen tiempo y dinero, los jóvenes están peor, ya que no tienen dinero, tiempo ni recursos para poder llevar la vida que quieren. Nos sorprendió y nos hizo reflexionar sobre los estereotipos que siguen vigentes. Existen esas creencias aún porque están basadas en los prejuicios de cómo sentimos y los estereotipos de cómo pensamos.

«Todas las generaciones siempre piensan que son mejores que las que vienen después»

Lo cierto es que momentos vitales como la maternidad o la compra de una vivienda cada vez se retrasan más con respecto a hace algunas décadas, en algunos casos por decisión propia y en otros por la coyuntura económica. ¿Está llevando esto a una infantilización progresiva de la sociedad, en la que la adolescencia y la primera juventud se alargan?

Esa realidad existe, pero no me atrevería a afirmar tanto. Estamos en un momento económico social en que la gente joven tarda más en acceder al mercado laboral y tiene condiciones diferentes a las de generaciones anteriores. Es habitual encontrar a abuelos jubilados que cobran mucho más dinero que sus hijos con cargas económicas como hijos e hipoteca, por ejemplo. ¿Hay infantilización? Es cierto que se ha venido hablando de que las generaciones cada vez tienen más difícil el acceso a los recursos y nos hacemos más egoístas, pero las prioridades cambian, hay muchos factores que intervienen en esas decisiones y tampoco se puede generalizar, porque a veces es una decisión personal y a veces coyuntural. Por ejemplo, lo de tener hijos cada vez más tarde no es de ahora, se viene desde hace varias generaciones…

¿Qué opinas de etiquetas como «viejoven»?

La verdad es que los términos son muy subjetivos. Por ejemplo, ¿qué es ser una persona mayor? Yo para mis hijos soy mayor, pero para mi abuela soy una niña. Es algo muy relativo. En cuanto a «viejoven», siempre ha habido gente que envejece con mucha más actividad. Esto es algo que antes no era tan habitual pero que ahora sí lo es, la gente mayor ahora tiene más necesidades de consumo. En ese sentido la sociedad está cambiando para todos, no es algo necesariamente negativo.

¿Qué podemos hacer para combatir el edadismo?

El informe de la OMS sobre edadismo y todos los expertos en el tema apuntan en la misma dirección. Hay tres dinámicas sobre las que se debe trabajar. En primer lugar, la política y la legislación: es importante que los líderes políticos estén mentalizados de que el edadismo es una forma de discriminación en el mundo como el sexismo y el racismo, por lo que son necesarias políticas y legislación que protejan estos derechos y aborden esta discriminación. El segundo punto son las actividades educativas: debemos mentalizarnos desde que somos niños y a lo largo de nuestra vida, como con cualquier discriminación. Por último, estarían las intervenciones intergeneracionales. Hace cincuenta años era más habitual la convivencia intergeneracional; era habitual que los hijos convivieran con los abuelos y con los nietos. Hoy en día vivimos en un individualismo que hace que estas relaciones se hayan perdido, y es una pena, porque los jóvenes tienen mucho que aprender de los mayores y los mayores de los jóvenes. El final del edadismo no va a llegar rápido, pero llegará, esperemos, y habrá un momento en que todos seamos conscientes de que todas las edades tienen un valor muy importante.

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