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La necesidad de descarbonizar la economía mediante la electrificación demuestra la exigencia de inversiones significativas en las redes eléctricas de distribución. Un nuevo documento de la Asociación para la Transición Energética (ATE) analiza la urgencia y los desafíos de las Redes Eléctricas en España. Charlamos con el presidente de ATE, Antonio Cordón, sobre el papel clave de las redes en la transición energética, los aspectos favorables de la red eléctrica y las oportunidades de mejora.
La transición hacia un sistema energético más sostenible basado en energías renovables implica un cambio significativo en la forma en que se genera, distribuye y consume la energía eléctrica. ¿Cuál es la situación actual de la integración de energías renovables en el sistema eléctrico?
Estamos en un punto en el que se ha hecho una inversión muy fuerte para construir nuevas centrales de energías renovables, tanto fotovoltaicas como aerogeneradores. Sin embargo, existen dificultades para integrar toda esa potencia que se ha generado en las redes, ya que falta avanzar en el lado del consumo, electrificando nuevos usos como la calefacción o el transporte. Y para ello se necesitan redes. Las redes actuales están dimensionadas para el sistema de hace unos años, pero la rápida expansión de una nueva potencia renovable y su conexión con los consumos actuales y esperados van a requerir que se adapten. Hay que empezar a pensar en las necesidades del futuro y anticiparse dejando las redes preparadas.
«Falta avanzar en el lado del consumo electrificando nuevos usos como la calefacción o el transporte, y para ello se necesitan redes»
¿Qué papel desempeñan las organizaciones como la Asociación para la Transición Energética (ATE) en la promoción de soluciones para acelerar el camino hacia un sistema descarbonizado?
ATE nació como un proyecto para generar diálogo. Somos un grupo de gente del mundillo que tenemos claro que la transición energética es un asunto transversal, que nos afecta a todos los ciudadanos y, por lo tanto, no puede ser algo que simplemente se resuelva entre las compañías del sector y los políticos especializados. Esto es un asunto en el que la ciudadanía tiene que ser informada, opinar, tener una idea clara… porque posiblemente todo esto va a repercutir en la forma en que vamos a vivir. No solamente va de que tengamos que comprar un coche eléctrico, también tenemos que pensar en cambiar los tipos de calefacción, tendremos que pensar en otro tipo de transportes, en otras formas de vida… Nosotros nos propusimos tener foros de diálogo en los que se fueran tratando estas cosas tan diferentes.
Tienen una visión privilegiada de la oportunidad que representa para España la descarbonización de la economía, pero, ¿cree que la industria comparte esta visión? ¿Cuál es su potencial de descarbonización?
España, en los 100 años de preponderancia del petróleo y en los 100 anteriores de preponderancia del carbón, no ha pintado nada en el mundo. El desarrollo industrial de Inglaterra se hizo porque tenían carbón de muy buena calidad, algo parecido pasó en Alemania y Francia. En Estados Unidos lo consiguieron porque había petróleo y posteriormente tuvieron acceso a los campos petrolíferos en otros lugares. Nosotros únicamente podíamos ser compradores tanto de carbón como de petróleo, y eso nos ponía en una situación en la que pensar en la capacidad de un futuro industrial era muy limitado.
«Digitalización y electrificación pueden proporcionarnos la oportunidad que no hemos tenido ni en el siglo XVIII, ni en el XIX, ni en el XX»
En cuanto a las energías renovables, resulta que España tiene sol, viento, unas condiciones orográficas favorables, espacio disponible… Tenemos una oportunidad de reindustrializar a base de conseguir una energía abundante y barata, que es una de las condiciones en las cuales las industrias se deciden a instalar. Tanto a nivel de comunidades autónomas como de país; para nuevas industrias, para nuevos negocios que tienen como base principal el tema de la digitalización… Y es que digitalización y electrificación se dan la mano para proporcionarnos la oportunidad que no hemos tenido ni en el siglo XVIII, ni en el XIX, ni en el XX. Por eso no se puede dejar pasar esta oportunidad económica y, para ello, como mínimo, es necesario atender las necesidades de conexión a la red de la industria con inversiones y una planificación adecuada que se anticipe a las necesidades de la industria.
Si los números salen, la percepción social es favorable y existe la viabilidad tecnológica, ¿por qué no se avanza más rápido? ¿Cuál es el obstáculo?
La descarbonización es un problema del mundo, no es un problema de España ni es un problema de Madrid… El problema es que la demanda de energía está creciendo a mucha velocidad y no se está cubriendo con electricidad. La transición energética no se hace solamente por las cuestiones climáticas sino que, como decía, puede ser una oportunidad económica. Y las renovables han aparecido en ese escenario como una gran oportunidad. ¿Por qué no se descarboniza más rápido? Pues en el caso de España porque se ha dado prioridad a avanzar en renovables y ahora hace falta abordar y poner el foco en una mayor electrificación. Existe gran potencial para ello.
También hay otros factores que a veces son un poco más difíciles de comprender. Un elemento fundamental para la descarbonización sería la energía nuclear, porque no produce CO2, pero claro, se encuentra con unas resistencias en muchos sitios que hace que no pueda crecer. En el sector eléctrico, a base de energías renovables simplemente no se pueden eliminar completamente otros elementos que producen CO2, porque las renovables no son continuas y no las puedes poner a voluntad en marcha. Por ello, otro de los factores decisivos para avanzar en la descarbonización es dotar al sistema de almacenamiento. Aquí España también tiene una oportunidad, ya que tiene un gran potencial para desarrollar centrales de bombeo hidroeléctrico, pero es necesario el marco adecuado.
«España tiene un gran potencial para desarrollar centrales de bombeo hidroeléctrico, pero es necesario el marco adecuado»
En este sentido, a principios de este año, ATE presentó el documento Redes eléctricas: necesidad, urgencia y desafíos. ¿Cuáles son sus principales conclusiones?
Las redes son el eje central de la transición energética, sin redes no se puede ir a ninguna parte: tú puedes plantear un montón de nuevas centrales de renovables, pero tienes que conectarlas para hacer llegar las renovables al consumidor y a la industria. Venimos del paradigma anterior de las redes, que consistía en un número discreto de fuentes de emisión, incluso también un número discreto de lugares donde era requerida esa energía. En el nuevo paradigma vamos a ampliar el número de fuentes de producción por diez o por más y también el número de lugares donde se consume esa energía, además de que va a haber muchos más consumos que se realicen con electricidad, ya que es la manera más eficiente de descarbonizar.
Las redes constituyen el enorme cuello de botella para que la industria europea, no solamente la española, pueda realmente dar un salto adelante tanto en la descarbonización como en la reindustrialización. Es necesario adecuar la normativa de planificación actual tanto para la red de transporte como para la de distribución al nuevo paradigma de producción, distribución y demanda de electricidad, ya que cuando no hay claridad o certeza sobre los plazos y costes de conexión, los nuevos proyectos industriales se estancan o se abandonan, perdiéndose la oportunidad económica de reindustrializar España.
Para hacer esto hacen falta inversiones enormes. Esto es un mercado regulado con una serie de planificaciones y una serie de requisitos de financiación que seguramente ya no se corresponden con las necesidades que tenemos en este momento, sino que todo responde al uso antiguo, a planificaciones a cuatro o cinco años que no tienen mucho sentido en un mundo que va mucho más deprisa.
«Cuando no hay claridad o certeza sobre los plazos y costes de conexión, los nuevos proyectos industriales se estancan o se abandonan»
¿Cuáles son los principales obstáculos con los que se encuentra el desarrollo de las redes eléctricas y qué propuestas ha presentado ATE para superarlos?
La propuesta es que se reexamine el ordenamiento jurídico que regula todo este asunto, para destaponar la cuestión regulatoria y retributiva. Ahí está la clave. Además, hay muchos proyectos y peticiones de enganches que no están siendo atendidos. En estos momentos tanto la regulación como la retribución son los obstáculos principales. Parece que el Gobierno está pensando en ello. Las discusiones que está habiendo en las autonomías y la presión de las industrias que desean entrar en este campo de la electrificación están consiguiendo elevar el asunto a la agenda política. Como decíamos en el documento, sin inversiones no habrá redes eléctricas a la altura de nuestras necesidades de electrificación, y mucho menos a la altura de nuestro potencial para convertirnos en un país capaz de atraer las nuevas industrias, para convertirnos en epicentro de crecimiento económico y de empleo, algo que sería perfectamente posible. Pero el actual sistema de retribución de las inversiones en redes, especialmente las de distribución, no es suficiente.
La transición energética requiere un impulso importante a las inversiones en redes: la AIE dice que hay que duplicarlas de aquí a 2030. ¿Cómo se puede impulsar la inversión? ¿Conoce algún país que esté tomando medidas exitosas?
Cada país europeo está tomando su propio camino, porque cada uno quiere aprovechar las ventajas que tiene… En estos momentos estamos en un cierto impasse porque se han hecho planes muy agresivos, pero las cuestiones geopolíticas que nos afectan a todos hacen que las cosas no sean fáciles. Francia, por ejemplo, está teniendo una visión de las necesidades de red a largo plazo y también está tomando medidas para ayudar a la industria a descarbonizarse. Alemania también está tomando medidas similares.
No es un tema sencillo: las cosas cuando se empiezan en el papel parecen más fáciles, pero luego la realidad te pone en su sitio. Pero, vamos, el camino está claro, no lo podemos hacer de ninguna otra manera. Las redes tienen que cambiar, tienen que adaptarse a la nueva realidad y la única cuestión es en qué momento esto se va a dar.
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