Biodiversidad

La caza, el eterno debate

La caza, un tema en el que es imposible no tomar partido, se encuentra en el centro de un debate que trasciende la mera polémica. La tradición cinegética se entrelaza con la biodiversidad y los retos socioeconómicos, por lo que es crucial adoptar una perspectiva equilibrada que contemple los distintos aspectos que rodean esta actividad.

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22
febrero
2024

Definir qué es la caza y, a su vez, qué significa ser cazador, es un objetivo tan amplio como escurridizo. No existe una respuesta inequívoca a la cuestión, ni siquiera entre los propios cazadores. Además de la consideración de afición, hobby, diversión y deporte, a las que, en un primer momento, se podría hacer referencia, la caza es algo más complejo.

Hoy sería políticamente incorrecto que un escritor se declarara abiertamente cazador, pero el gran Miguel Delibes nunca se ciñó a lo establecido, y siempre fue conocida su afición a la caza. Suyas son algunas de las mejores novelas sobre este tema escritas en castellano. En El último coto resume con absoluta claridad el perfil que él prefería como practicante de la caza: «Hay cazadores –escribe– que miden el éxito de sus cacerías por el peso del morral. Yo mantengo un punto de vista diferente: un par de perdices difíciles justifican la excursión; seis a huevo, no». Semejante preferencia domina también las páginas de la novela cinegética más importante de nuestra literatura contemporánea, Diario de un cazador, en la que el protagonista, el joven Lorenzo, se siente fascinado por el reto que le ofrece cada partida, pero aún más por el compañerismo que encuentra en sus camaradas de escopeta.

Las siguientes palabras de un cazador, recogidas en un estudio de la Universidad de Murcia titulado De caza y cazadores, definen esta forma de entender la actividad cinegética: «Si de verdad quieres integrarte en la naturaleza, formar de verdad parte de ella, entrar en su juego, ser un engranaje más en su funcionamiento, la única manera de conseguirlo es cazando. Jadeando al apretar el paso tras el bando de perdices, con un ojo avizorando el campo y con el otro leyendo los mensajes que en su idioma corporal te va mandando tu perro, sobresaltado por el ruido de un hayuco o una bellota que cae sobre la hojarasca… o en multitud más de situaciones que cualquier cazador te podrá contar, pues son vivencias personales y únicas».

La relación entre la caza y la naturaleza es la base de todas las controversias

La relación entre la caza y la naturaleza es la base de todas las controversias. Planteado casi siempre desde una perspectiva ética, el debate sobre la posibilidad de conciliar la conservación de la naturaleza y el respeto de los animales con la actividad cinegética suele conducir a un callejón sin salida.

Jorge Cassinello Roldán, investigador del CSIC y director hasta 2015 del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos, se basa en los conocimientos científicos que aportan en la actualidad disciplinas como el bienestar animal, la ecología, el comportamiento animal y la biología de la conservación para afirmar que «la caza es una de las pocas actividades humanas que puede ser 100% compatible con el medio natural siempre que cacemos como un depredador. Lo que ocurre es que nosotros normalmente no cazamos como un depredador, porque éste va siempre a por la pieza más débil y asequible y nosotros, sobre todo en la caza mayor, buscamos trofeos y ejemplares vigorosos que lamentablemente son los que se reproducen mejor y los que mantienen a la especie en el mejor estatus genético». En su opinión, el equilibrio entre la caza y la conservación es compatible y necesario, pero hay que poner unos límites y buscar vías de encuentro entre los diferentes sectores sociales interesados en un desarrollo sostenible.

Desde la Fundación Artemisan, organización integrada por un amplio número de organizaciones del ámbito cinegético, incluyendo federaciones de cazadores, propietarios privados, empresas y particulares, son conscientes de que este es el primer desafío del sector: garantizar la sostenibilidad de la gestión y caza que se practica en los cotos para que, de esta forma, se asegure que no se dañe a las especies cinegéticas, a las no cinegéticas y a los territorios en los que se practica. El sector cinegético debe ser consciente de que la importancia económica y cultural de la caza tiene que ir de la mano de la conservación. El cazador del siglo XXI tiene que asumir su papel como «cazador-conservador», con independencia de la modalidad que practique o su perfil sociodemográfico.

El sector cinegético debe ser consciente de que la importancia económica y cultural de la caza tiene que ir de la mano de la conservación

Otro factor determinante en el debate de la caza es la regulación y la ética. El establecimiento de normativas claras y la promoción de prácticas éticas son esenciales para garantizar que la actividad cinegética contribuya positivamente al medio ambiente.

La transparencia en la concesión de permisos de caza, la aplicación rigurosa de límites de captura y la promoción de prácticas de caza sostenibles son elementos fundamentales. La educación y la concienciación tanto de cazadores como de la sociedad en general son clave para garantizar que la caza se realice de manera responsable y ética.

Sin embargo, las posiciones siguen pareciendo irreconciliables. Como ejemplo, Ecologistas en Acción se pronuncia así en su informe El impacto de la caza en España: «El funcionamiento cada día más acelerado de la industria cinegética produce severas pérdidas de biodiversidad y fuertes desequilibrios ecológicos en los ecosistemas de nuestro país. La caza no es un instrumento de gestión de la naturaleza, la caza es una actividad económica y social más, con sus propios objetivos e intereses, y como tal hay que afrontarla».

En el eterno debate de la caza, la búsqueda de un equilibrio sostenible es esencial. El respeto por la biodiversidad, la regulación, la ética y la colaboración entre comunidades, cazadores y conservacionistas son la clave para construir un camino que armonice la tradición con las necesidades actuales y futuras de nuestro entorno y sociedad. ¿Conseguiremos alguna vez ponernos de acuerdo?

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