Economía

¿Cómo afecta el calor a la productividad?

El aumento de la temperatura afecta al rendimiento laboral de los trabajadores, pudiendo provocar que la economía de los países se resienta profundamente.

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01
agosto
2023

«¡Con este calor es imposible trabajar!». En las últimas semanas, esta frase habrá resonados en cientos de espacios laborales y en decenas de idiomas a modo de desahogo por las molestias que sufrimos cuando llegan los meses más calurosos del año. Aunque esta exclamación pueda parecer tan solo un indicativo de desasosiego entre los trabajadores, en muchas economías supone también una amenaza para su productividad. El conocido «estrés térmico» es un fenómeno que ya es habitual y que solo va a más por el calentamiento global. 

Además de suponer un riesgo general para la salud, el calor excesivo restringe las funciones y las capacidades físicas del trabajador, así como su capacidad y productividad. «La productividad laboral disminuye cuando la temperatura supera entre los 24 o 26 °C. Al alcanzar los 33 o 34 °C, con una intensidad de trabajo moderada, los trabajadores pierden un 50% [de productividad]», resume el informe Trabajar en un planeta más caliente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Asimismo, el análisis apunta a que la exposición a niveles de calor excesivo puede propiciar una hipertermia, e incluso en ocasiones conducir a un desenlace fatal. 

El calor es un riesgo para la seguridad y la salud en el trabajo en todos los sectores, aunque afecta especialmente a algunos desempeños que entrañan más esfuerzos físicos o que se desarrollan en el exterior: «Por regla general, estas actividades se dan en los ámbitos de la agricultura, bienes y servicios medioambientales (gestión de recursos naturales), la construcción, la recolección de residuos, los trabajos de reparación de urgencia, el transporte, el turismo y los deportes. Los obreros que trabajan en el interior de fábricas y talleres corren riesgos también si los niveles de temperatura no se regulan adecuadamente. Con niveles de temperatura elevada que inducen fatiga psíquica, puede resultar difícil incluso realizar tareas simples de oficina o de escritorio».

Menor productividad, menor PIB

Teniendo en cuenta que se prevé que las temperaturas aumenten por el calentamiento global, la OIT calcula que en 2030 se habrá perdido un 2,2% del total de horas de trabajo en todo el mundo debido al aumento de los termómetros.

Se estima que las pérdidas económicas por el calor aumenten a 2.400 mil millones en 2030

Sin embargo, esta es una estimación conservadora porque, además de considerar que el incremento a largo plazo de la temperatura del planeta no superará los 1,5 °C, parte del supuesto de que el trabajo en la agricultura y en la construcción se lleva a cabo bajo la sombra. Así lo explica el informe de la institución: «Este presupuesto se basa, por una parte, en que, en los países tropicales, alrededor de un 40% de los días son nubosos y sin sol; y por otra, en que algunas actividades, sobre todo en la agricultura de subsistencia, pueden trasladarse a veces a horarios con menos calor. Pero si pensamos en que las tareas agrícolas y de construcción se realizan a pleno sol, en 2030 la pérdida prevista de horas de trabajo en todo el mundo aumentará a un 3,8%, el equivalente a 136 millones de puestos de trabajo. A medida que el calentamiento global siga su curso más allá de 2030, se espera que un mayor aumento de las temperaturas redunde en una productividad laboral aún menor».

Se ha estimado que las pérdidas económicas debido al estrés por calor alcanzaron ya en 1994 los 280.000 millones de dólares. En la misma línea, se prevé que esta cifra aumente 2.400 mil millones en 2030. Por supuesto, su impacto será más acentuado en los países de ingresos más bajos.

¿Es el calor el culpable de que los países del sur sean más pobres?

En el Viejo Continente, las economías de los países del norte suelen ser las más boyantes. Un hecho que, según algunos, habría que asociar a un clima que les permite ser más productivos. Y es que puede tener relación, como muestra un informe de la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés) que recoge los cuatro factores que impulsan la riqueza de un Estado: que tenga salida al mar, que posea recursos naturales (petróleo, gas, carbón…), que disponga de condiciones favorables para la agricultura y que su clima sea templado o frío.

Pero la asociación entre productividad y temperatura no es directa en cuanto al desarrollo del país, sino una cuestión más del carácter que imprime la climatología en la sociedad, como muestra un análisis de Forbes. Los inviernos marcados hacen que la población sea más propicia a planificar el futuro, «ya que ahorrarán y se prepararán para el invierno, la época más dura. En general, los climas fríos fomentan valores como el ahorro y el trabajo».

«Las sociedades tropicales, por el contrario, no precisan tanto ahorro, ya que para dormir no necesitan un gran refugio, debido a la ausencia inviernos fuertes. Tampoco necesitan hacer acopio de recursos para el invierno, ya que es un clima más perecedero y no se podrán guardar alimentos». ¿Cómo cambiará este carácter la llegada de la «ebullición global»?

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