Economía

Salvadores no oficiales del mundo

El creciente propósito ‘buenista’ en las empresas parece positivo, al menos en apariencia. Porque, ¿hasta qué punto es eficaz esta retahíla de promesas y esperanzas, a veces vacías?

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14
mayo
2023

No quisiera decirlo así, pero todo sugiere que el mundo se va a la mierda. No es nuevo: lo sabemos desde hace tiempo, y estar en mayo y que parezca julio lo refrenda. Lo que sí es más nuevo es que ahora todos queremos salvarlo.

Desde hace unos años hay una corriente del «propósito buenista» en las empresas –yo he escrito más de uno y de dos– llena de buenas intenciones, muchas ganas y mucho ímpetu. Que esto está muy bien, claro que sí, muchas veces la intención es lo que cuenta. Lo malo es que, de cara a evitar el colapso de la civilización, igual con la intención no basta. Y el reto con los buenos propósitos guarda parentesco con ganar la Estrella Michelin: lo complicado es mantenerlos.

El resultado es que nos vemos rodeados de definiciones, manifiestos y propósitos empresariales que como mínimo parecen extraídos de los diez mandamientos de Marvel, convirtiendo a las compañías en salvadoras no oficiales del mundo. Lo que, de nuevo, es fantástico, pero después de un rato de observación, parece deducirse que todo el empeño se pone en las palabras de los manifiestos y no en las acciones que cabrían esperarse después. Es casi más importante que suene bonito a que sea efectivo, vaya. El mucho lirili y poco lerele de siempre.

Nos vemos rodeados de propósitos empresariales que parecen extraídos de los diez mandamientos de Marvel, convirtiendo a las compañías en salvadoras no oficiales del mundo

En mi opinión, uno debe prometer lo que sabe que tiene ciertas probabilidades de cumplir, y creo que a veces se peca de ilusión desbordante, exceso de marketing o fantasía empresarial. Porque por supuesto que confío en que las grandes corporaciones desean evolucionar y limar sus imperfecciones contaminantes, pero también diría que moles tan inmensas requieren de un medio plazo para hacerlo, lo que puede interpretarse como actitud inmovilista por su parte (por no decir cero interés por cumplir con lo prometido).

Al final, por tanto, se consigue lo opuesto a lo perseguido, que es la incoherencia, y qué fastidio: tú que solo pretendías salvar el mundo resulta que, ahora, casi eres un estafador. Tan malo el remedio como la enfermedad.

El problema de calzarse el traje de héroe es que la ilusionada audiencia espera que apechugues. Y como evitar la quiebra planetaria es tarea ingente, antes de venirnos arriba con las intenciones casi parece más sensato plantear un plan de mejora de tu metro cuadrado y, si todo va bien, ir expandiendo, que metro a metro se conquista un país y se gana una guerra. Se trata de aplicar la misma lógica de siempre: ordena tu cuarto antes de ordenar el mundo, que al revés no suele funcionar.

Parece que últimamente van apareciendo militantes de esta forma de pensar, empresas de nueva generación que están aterrizando a la realidad sus propósitos como reacción al entorno buenista y salvador. Un ejemplo que me encanta es Liquid Death, cuyo propósito dice: «Solo somos una empresa de bebidas divertida que odia el marketing corporativo tanto como tú. Nuestra malvada misión es hacer reír a la gente y hacer que más de ellos beban más agua con más frecuencia, todo mientras ayudamos a eliminar la contaminación plástica».

Se destila la visión sencilla y transgresora de saber que tu empresa tiene impacto pero que tú solo no puedes cambiarlo todo, y que tu función es empujar fuerte en tu metro cuadrado y unirte a otros que reman en la misma dirección. Esto no va de las medallitas personales. Va de evitar el desastre. Simple, brillante.

Si el fin es enderezar el porvenir, posiblemente la mejor manera no sea colocar frases rimbombantes en una web o parir vídeos con música emotiva que viralizar en Youtube. Contra toda lógica, quizá el sueño pasa por la sensatez de asumir tus capacidades, establecer tareas asumibles y ser generoso compartiendo el objetivo con otros que persiguen lo mismo que tú. Tiene sentido. En realidad, el Empire State es la suma de muchos ladrillos.

Quizás, cambiar el mundo empiece por cambiar la manera en que lo cambiamos.

Y de todos modos, el mejor salvador del mundo siempre será Spiderman.


Carolina Rodríguez es co-fundadora de Spinoff.

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